En España, ser terrorista o asesino es un chollo. No para la gente de
calle, que padecen su violencia, sino para los encausados. Ayer mismo, en San Sebastián, un individuo con
muchos delitos y reincidiendo, amenazó a gente en La Concha con dos machetes. Pese a su historial se encontraba libre y sin compromiso. Esta es la justicia que tenemos. Un caso flagrante y escandaloso fue el del
criminal Diego Yllanes que mató a la irunesa Nagore Laffage; condenado a doce
años y medio y con nueve años y ocho meses, ya está en libertad; ejerciendo su
profesión de psiquiatra en lo privado y con absoluta normalidad. Al tiempo, le veremos en la medicina pública. Ya se ocupa de la noble
profesión de ayudar al equilibrio emocional y sentimental de las
personas que le necesiten. Una honra para el estercolero en lo que se ha convertido la terapia de los antiguos y desaparecidos manicomios, hoy transformados en centros de salud mental. Farmacias para beneficio de laboratorios farmacéuticos, en las cuales se expenden psicofármacos, con unos garrulos de psiquiatras que intentan así actuar sobre el descontrol cerebral.
Otro criminal como tantos que dejaron a sus víctimas en la eternidad, a sus familias destrozadas y amigos hundidos y ellos, con unos pocos años, eximidos de tener que penar en la cárcel por sus delitos y viven con una normalidad como si con ellos no hubiera ido la cosa. Ello, si no delinque de nuevo. Pero que no se preocupe que la justicia será magnánima, en una país donde, para los corruptos jueces, robar chatarra está más penado que ensañarse criminalmente con un pobre chica indefensa o con delincuentes de lujo como Urdangarín, escándalo internacional. No me extraña que, en Europa, sospechen de la justicia española, trístemente ejercida, como todo, al estilo del Estado corrupto de Partidos.
Otro criminal como tantos que dejaron a sus víctimas en la eternidad, a sus familias destrozadas y amigos hundidos y ellos, con unos pocos años, eximidos de tener que penar en la cárcel por sus delitos y viven con una normalidad como si con ellos no hubiera ido la cosa. Ello, si no delinque de nuevo. Pero que no se preocupe que la justicia será magnánima, en una país donde, para los corruptos jueces, robar chatarra está más penado que ensañarse criminalmente con un pobre chica indefensa o con delincuentes de lujo como Urdangarín, escándalo internacional. No me extraña que, en Europa, sospechen de la justicia española, trístemente ejercida, como todo, al estilo del Estado corrupto de Partidos.
Esta es la basura de justicia que apoya a delincuentes que tenemos en
España. La de los tribunales ordinarios, penales, Supremo, Constitucional y
demás... vergüenza internacional. Diego ya podía ir a disfrutar hace tiempo de un
tercer grado de pena, dormir cada noche en la prisión, periodo en el que un compañero suyo, Carlos
Chiclana, lo empleó. Ha estado en la cárcel con sentencia de homicidio y no
de asesinato. Un jurado de bochorno no apreció ensañamiento. En España, si un juez es sospechoso de corruptela, imaginemos un jurado. La víctima se
resistió al forcejeo de su atacante. Diego le pegó una paliza impresionante; tras 38
golpes, entre heridas externas e internas acreditadas por la autopsia, se dio
cuenta de que Nagore no respiraba y estaba muerta, el criminal le seccionó con
un cuchillo grande la yema del dedo índice de una mano, le robó los anillos y
pulseras que llevaba, y envolvió el cuerpo en tres grandes bolsas de basura y
cinta adhesiva. Y ello no supone ensañamiento.
Tras esto sucedido José Diego fue a buscar el coche de su padre y lo condujo hasta el garaje de su propia vivienda. Bajó el cuerpo exánime de Nagore en el mismo ascensor donde retozaban horas antes, cargó las bolsas en el automóvil, se dirigió a una zona boscosa próxima a Orondritz, a unos 35 kilómetros de Pamplona y arrojó el cadáver. Imaginense un jurado que no se conmueve pensando en estos tremendos delitos de ensañamiento, premeditación, violencia, cálculo como coartada, crueldad en el enterramiento y lo declaran como un pobre enajenado que cometió un homicidio. Y hubo suerte porque por poco le declaran inocente.
Tras esto sucedido José Diego fue a buscar el coche de su padre y lo condujo hasta el garaje de su propia vivienda. Bajó el cuerpo exánime de Nagore en el mismo ascensor donde retozaban horas antes, cargó las bolsas en el automóvil, se dirigió a una zona boscosa próxima a Orondritz, a unos 35 kilómetros de Pamplona y arrojó el cadáver. Imaginense un jurado que no se conmueve pensando en estos tremendos delitos de ensañamiento, premeditación, violencia, cálculo como coartada, crueldad en el enterramiento y lo declaran como un pobre enajenado que cometió un homicidio. Y hubo suerte porque por poco le declaran inocente.
Pretendió simular que la joven había sido desvalijada y a unos 80-100
metros se desprendió de la bolsa con las joyas de la víctima y el cuchillo con
el que la había agredido. Semejante hijo de puta ya está en la calle y peor
aún. Como no hay justicia, repito, se va a cambiar el orden de los apellidos,
como ya hizo Rafael García Fernández asesino de Sandra Palo, que ahora se llama
Rafael Fernández García y que ha vuelto a delinquir. Con cuatro años, por ser
menor de edad y disfrutar de la justicia corrupta española, acabó su condena en
el Centro de Internamiento y hoy ya delinque de nuevo. Roba coches y lo que
pille; ha sido detenido en más de nueve ocasiones y nadie se mete con él. Según
entra, sale. Debía de estar controlado y robó hasta 215 vehículos, un buen
número de ellos furgonetas de reparto de fruta y periódicos.
Él y sus compinches robaban y calcinaban coches e incluso
levantaron un taller para trabajar más profesionalmente, con herramientas de
todo tipo, transportines y grúas plumas. Pasado el tiempo, la policía, como no
se enteraba, registró esa pequeña empresa y encontró diez motores, ejes,
radiadores, puertas, cajas de cambio, ruedas, faros y tubos de escape
preparados para su venta, como si de un desguace al uso se tratara. Facturaron más de 200.000 euros al año. No me puedo creer que la policía tardara tanto en
descubrir esto y que no se enterara de que el “Rafita”, bajo supuesta
vigilancia, robara y robara sin control.
Diego igual. Se cambiará los apellidos y podrá hacer ya lo que le venga
en gana. Alterará su identidad, sin trámites complejos, difuminando así su lado
más oscuro y tenebroso. Podría desempeñar su profesión de psiquiatra sin que
sus pacientes supieran que él fue quien mató a Nagore Laffage aquella madrugada
del 7 de julio. La justicia putrefacta española no impide hacerlo a pesar de
tratarse de un delincuente Se podrá llama José Vizcay Yllanes. Jugando con los
apellidos. ¡Tomen nota y no vayan a consulta! Por solidaridad con Nagore, su
familia y “porsiaca”.
Siempre mi recuerdo a Nagore. Desde que falleció, en la radio y escritos, he apoyado su memoria y juré contar lo que sucediera. Hace años, ya en radio, comenté que saldría pronto mientras que la ama Asun, su aita y amigos ya no volverían a ver jamás. Tiene un gran valor Asun. ¡Siempre con ella y en su llorada soledad!