No tengo palabras para expresar mi admiración por el
grandioso capítulo de ayer sobre “Puente Viejo”. La capacidad de solvencia
narrativa a la que ha llegado la serie,
es encomiable. El calidoscopio de diversas secuencias, diametralmente opuestas y que iban concatenándose
perfectamente con una madurez narrativa
absoluta. ¡Maravilla de televisión!. Era como una matrioska que iba abriendo
los cabos sueltos, uno por encima del otro y a punto de explosionar.
Uno de los problemas que ha planteado siempre PV, que no
era compartido por muchos telespectadores, en gran medida, era el de las tramas
sin cerrar. En cierta ocasión, una persona, en un foro, sin conocerme de nada,
me espectaba sobre él “que sabré yo de todo eso de las tramas, que soy un
fantasma que no tiene ni puta idea”. Pues le respondo ahora: Cuando se
entrecruzan historias, la narrativa funciona mejor, si se amontonan los amarres que cuando se cierran
apresuradamente y con una lógica comercial o contractual, a veces imperiosa en
muchos casos. Por ello estos PV me gustan más, Dan lo mismo pero lo resuelven
con mayor coherencia. ¡Vamos!. Tienen más pies y cabeza.
Pero ayer estuvo fantástico todo. Desde el drama,
apocalíptico enfrentamiento entre los personajes centrales, desencadenado por
la llegada de “Aurora”. Una chica noble y brava que busca justicia y que, a diferencia de Terence Stamp, el
protagonista de aquel filme, “Teorema” de Pier Paolo Pasolini, que ensayó sobre este tema, la visitante es de mirada
limpia; no actúa para quedar bien y ganarse el cuerpo y alma de los demás; no
alberga deseos ocultos ni desconocidos; ni monta tretas para que la verdad
refulja un día. Pero ese personaje aparecido hace de elemento disgregador de
los peores vicios de una sociedad callada, los muestra en sí mismos, los hace
confrontarse y los resuelve para bien o mal. Asoman: La relación enfermiza de
un “Tristán” y su absorbente dependencia para con una supuesta hija. Los
engaños de la misma en cuestión y su calculada adulación para conseguir ser la
dueña de las propiedades familiares. . Los cirróticos enfrentamientos
familiares y entre amistades más que queridas, cuando la intuición de "Candela" o "Emilia", sopesan la
nobleza de la auténtica hija, ante la evidencia de la corrupción y despotismo
en la supuesta “Aurora”. Los embustes de una manipuladora que ha llegado a
asesinar. Las falsas carantoñas ya no sirven cuando todo el pueblo es testigo
del doble juego. Todo va a saltar por los aires, como con la inefable
“Pepa”/Megan. La falsa espiritualidad tras la que se oculta la daga asesina; las hipocresías sobre el amor a los
finados tan muerteceitos; las mentiras; todo ese cruel sometimiento al orden establecido y
a la verdad no asumida. La tormenta que nos ha acompañado soberbiamente en los
últimos días, era el elemento dramático de lo que subyace y de lo que llega. Las techumbres se caen, las
sombras indescifrables alumbran rostros cadavéricos y ya, la “Aurora”real, se
enfrenta a su abuela latifundista que ha aniquilado a una población, dejándola
en el ostracismo. Es el Apocalipsis. Debe de ser así.
Curiosamente, en el cine, estos personajes que interfieren
suelen estar interpretados por hombres. En “Los visitantes de la noche” de
Marcel Carné, Jules Berry, un diablo adopta forma humana para enfrentar a los
enamorados. ¡Qué anote “Jacinta”!. Y en ¡Qué bello es vivir! Un ángel, Henry
Travers, llega para decir cómo hubiera
sido la vida de uno, sin los suyos.
¡Que apunte “Tristán”!.
Lo que se está viviendo en estos días en la “Casona”,
contrastando con el festín de los enamorados y con el renacer de la vida, es de
la mejor comedia bufa.. La “Montenegro” y el espectro de “León”, el luto
enlutado y todo un tabú dinamitado a una virulé humorística, son de referencia
obligada. Pocas actrices, salvo las más
clásicas del teatro español, han interpretado como María Bouzas, al estilo de María Fernanda Ladrón de Guevara, su “rol” de
viuda maloliente. A la que, el terror al fantasma de su “ex”, le hace perder el control, de modo
histriónico, sobre su vida y le falla la perspicacia. ¡Inaudito!. En medio de
esta burla del diablo, que se vive en la pantomima de la casa de “Francisca”,
en medio de un absurdo funeral, la propietaria se convierte en una teatrera a
lo bestia, sin poder superar el pavor y recobrar su normalidad de hiena al acecho. En la sala en semipenumbra, tronada por los
cielos, una omnipresencia de un féretro que es un “descojono” de fiambrera con, dentro de ella, estirado y pata tiesa, un muerto que gozaba de bastante buena salud y que te descoyunta de risa. El suspense está ausente y el velorio no da
repelus. El rictus del extinto, da carcajeo. Cuando el caos llega a un alma en penita, la normalidad dramática no
vuelve más. El duelo es circense. A mencionar la presencia erguida
de Loreto Mauleón, en esta secuencia del acompañamiento al cadáver.
Distinguida, en su aire anfitrión a los dolientes. Elegante como donostiarra que sabe estar, Loreto Mauleón, en sus respuestas a
una “madrina” que intenta disfrazar, sus actos transgresores, mediante los
recursos de reiterada comediante y con la hipocresía más carpetovetónica. Con Carlota y con Ariadna realizan una secuencia pulcra y honesta, en la "Casona".
Un toque de mordacidad haciendo coincidir una boda serrana con el sepelio. El amanecer y el atardecer, la vida y
la muerte, en la plaza del pueblo y en la “Casona” respectivamente.
Excelentemente documentada, al dedillo de la época, que comienza como una
chirigotaza y acaba como templo de espiritualidad. Con una maravillosa actriz
Blanca Parés, de esas como las antiguas que emocionaban y daban ganas de
llorar. !Queremos rótulos para ella en primer plano!. Una novia llena de espiritualidad, representando para la inmortalidad a
la enamorada más hermosa de toda la historia de PV. Ha sido la mejor boda de
todas, incluida la de “Pepa”, magnífica pero más de calesera enjaezada a la
cordobesa. Las palabras que se dedican
los novios, son de una conmoción absoluta, encogen al corazón y debilitan
al hígado. Sobre lo que de melancólico
o agridulce tiene el misterio de la vida. De cuando te enamoras de verdad y antes de que no hagas
cuenta de los años que se reflejan en tu rostro. Ayer vimos el verdadero amor,
representado por “Quintina” y “Selu”; el que perdura con los años; el que
envejece a tu lado; el que, cuando escuchas algo, te coloca a tu ser amado
justo al lado. El de cuando empiezan a
caer los recuerdos. Ese "solo" de guitarra con el "flashback" de la vida recorrida juntos, es memorable y te hace sangrar el gaznate. A lo "Cinema Paradiso" con aquellos metros de películas cortadas, vistas por "Toto" adulto.
Mario Martín está inconmensurable, en sus palabras ante los novios. Y por cierto, de luto, está buenísimo "Raimundo".
Mario Martín está inconmensurable, en sus palabras ante los novios. Y por cierto, de luto, está buenísimo "Raimundo".
Grandiosos ayer: María Bouzas, Blanca Parés, Selu Nieto,
Ariadna Gaya, Álex Gadea, Loreto Mauleón, Carlota Baró, Aida de la Cruz, Mario
Martín, Ramón Ibarra, Maribel Ripoll y Enric Benavent,
Sandra Cervera, Antonio Mourelos, Victoria Camps, Mario Zorrilla.. y
todos los demás que participaron en uno
de los mejores PV que hemos visto.
Dedicado a todos ellos, de entre los mejores actores de televisión en estos momentos.
José Ignacio Salazar
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