Esta artículo se escribió en las navidades del 2010. Fue publicado el 21 de diciembre, en "Primeran.com". Todo lo que aquí se dice, se ha cumplido desgraciadamente. Algunos, me dijeron que era exagerado y muy cachondo. Es algo feroz en clave de humor. Lo leyeron 1354 personas, a fecha 8 de enero de 2011. A mí, cuando lo transcribía, me daba muchísima pena. !Es tristísimo!.
´!CÓMO CASARSE CON UN JUBILATA!
Don Pepe Isbert se lamentaba en el film de Ricardo Palacios, "La gran família", que jubilado era sinónimo de "jorobado". Hoy, en esta España miserable de los 4 millones de parados, a pesar del peligro que corren las pensiones, sería más exacto decir que jubilado rima con "adinerado".
Estamos como para inversiones multimillonarias en un ciclópeo y vanidoso mausoleo de San Mamés, con sus 100 millones de euros del erario público. Y, ante ello, se dice que no estamos tan mal, que no se debe ser agorero. Se difunden mensajes que arraigan en actitudes primitivas, creando una falsa impresión de anti alarma ante el caos anunciado, desprestigiando a los que dicen la verdad.
Estamos como para inversiones multimillonarias en un ciclópeo y vanidoso mausoleo de San Mamés, con sus 100 millones de euros del erario público. Y, ante ello, se dice que no estamos tan mal, que no se debe ser agorero. Se difunden mensajes que arraigan en actitudes primitivas, creando una falsa impresión de anti alarma ante el caos anunciado, desprestigiando a los que dicen la verdad.
El franquismo no era sólo Franco o sus ministros y un séquito de entretenidos
y mantenidos, era un conjunto de inercias propias que hacían que un preboste,
cuando le extendía la mano a un pobre, se la limpiaba indiscretamente al
retirarla. También era sentar, en un
divertido contexto navideño, a un pobre solemne en la mesa de un desahogado por
el estraperlo o por su adscripción al
Régimen. O que un joven buscara a una anciana para casarse con ella por el piso amueblado que tenía, comprado con los ahorros de su vida.
Con Franco, con dificultades
económicas para alquilar siquiera una vivienda, en una situación de carestía de
aumento de sueldos con salario bajísimo, como hoy, era buscar para vivir y
verse obligado a atinar salidas fáciles para encontrar piso. Con Franco,
terminaban en casa de otro, con la familia o
desesperadamente con una suegra
si fuera menester, esperando que la misma, algún día, pronto posible, la
“espichara” y heredaran las cuatro paredes del “pisito”.
Cinco décadas después, con
optimismo antropológico, una población de pretendidos “nuevos ricos”, cree
vivir en democracia y en una tierra ensoñada y que ha alcanzado el estado
sublime del bienestar irreversible. Un país de cuentistas donde reina sólo la
mentira y la corrupción; imperando el materialismo como salvación humana; donde
sólo se persigue lo que puede el dinero
para todo y se acoge a la hipocresía
para lavarse de cuando en vez el alma con alguna caridad de viejo melodrama.
Donde la envidia es grandiosa pornografía emocional. Y donde no se puede comprar un piso salvo suicidándote, antes, ahora buscando una pareja entrada en la tercera edad.
¡Pobre país!. ¡Pobre gente!.
Cuando nuestra sociedad, hoy, no es sino un “remake igualico” del cáustico
retrato del ciudadano medio en la España de la época, en aquélla hacinada España cargada de penurias
económicas y donde era dificilísimo realizarse como ser humano. Aunque había,
entonces, mas humanidad y solidaridad. Habían aprendido mucho de una guerra que
enseñó de lo efímero. Ahora, pobres, malmetidos y chulos.
Los alicaídos jubilados de
España o Euskadi, en esta Navidad, en una lógica amargura existencial por su
sustento, presentan una nada amable preocupación por lo que va a suceder con
sus pensiones de muertos de hambre, en el 2011.
Freno y marcha atrás en
muchísimas familias. Pérdida de trabajo, situación de paro y de merma
considerable de ingresos. Gasto de los ahorros de una vida. Ayudas desde
organismos de caridad, muchos pertenecientes a la iglesia. Dramáticos embargos
de viviendas, incluso de las de los que te avalan. Y denegación de ayudas que iban
a cubrir primerísimas necesidades de familias, de las que sorprendería su
estatus anterior al comedor social.
Son los nuevos pobres, la
mayoría los mas jóvenes, que acuden
a “Caritas”, los que están parados de
larga duración, los que perdieron su casa y todo, sin tan siquiera cubrir la
hipoteca, por el paro y, en poco lo verán, irán ancianos y pensionistas. Y no
exageramos.
Y no va a servir para nada. Retrasar la jubilación o
ampliar el cálculo, semejante sacrificio, no derivará en algún saneamiento
de sostenibilidad en el país. El
despilfarro público de unas autonomías se lo come todo.
El sistema público de pensiones, en España, está en
quiebra. Y más que estará. Bajarán las pensiones. !Ya lo verán!. Es un sistema piramidal, de cuota obligatoria, que sustrae a todo
ciudadano y que no encontrará, en este chapucero parcheado español, una
solución definitiva.
Si se amplía a 20 años los
últimos años de cotización y se aumenta a los 67 años la edad legal de
jubilación, la rebaja de las pensiones será consecuencia. Cotizaremos más años
y nos jubilaremos más tarde, menos dignamente, se puede calcular se esconde una
rebaja del 5% al 20% de media. Todo es
una rebaja encubierta, gravosa, sin que se aborde en absoluto una
imprescindible reforma laboral y fiscal.
Cohabita un modelo de pensiones hereditario de
Franco. Este sistema orgánico de reparto, absolutamente descabellado y asocial,
ha sido dañino al final, a pesar de toda la propaganda con la que se ha vendido
durante más de cuarenta años.
Y al final asomó la trampa.
Trabajar más años y cobrar menos. Por una evidente razón. El sistema piramidal
no es perpetuo sino que se basa en que, los de la parte inferior, pagan a los
de la cúspide, y su número tiene que
procrearse eternamente.
Hoy, usted que trabaja, no
está ahorrando en la hucha para su jubilación. Se está trasvasando la riqueza
que generan los cotizantes de hoy, dedicando a mantener pensionistas con la
ilusa esperanza de que, otros, trabajarán para nosotros.
Somos esclavos empobrecidos.
Se vive una ficción de fábula. En lugar de ahorrar, nos hacen dilapidar la
riqueza obtenida y no podemos capitalizar
las rentas de nuestro trabajo, transformándonos dependientes del Estado
derrochador y rehenes de los caprichos
de políticos mediocres que, en casos, meten la “manaza” en el arcón
comunitario, mermándonos el sustento tan esforzadamente ganado para los últimos
años de nuestra única vida.
Es un sistema ineficiente,
gestado por Francisco Franco, que tiene su caducidad previsible y su conclusión
agónica anunciada desde mediados de los años noventa, aunque nos hayan mentido
haciéndonos creer que era la fuente de la eterna manutención, por los siglos venideros.
Mientras tanto, la
partitocracia, vive separada de esta rueda de molino con la que hacen comulgar
a los infelices que les refrendan sus listas.
Nada de esto, del futuro y de
la reforma de las pensiones, tiene que ver con las jubilaciones de oro de la
casta política, senadores, parlamentarios, secretarios...
Los pobres subestimados
ciudadanos se encuentran con una clase política, a la que oculta cierta prensa
que no cuenta nada de esto, cuyo casi 70% de sus ingresos reales, está exento
de tributar a Hacienda, en parte por las embutidas dietas que perciben sus
señorías.
Vergonzante agravio cuando, en
una pensión pública de cualquier ciudadano, es impensable que se pudieran
percibir hasta tres salarios de Erario Público, como pueden disfrutar altos cargos institucionales,
recompensa a su servicio a la patria.
Y con cálculos y sin tapujos
hay que mostrar a la opinión pública que, a los miembros del Gobierno, con
jurar el cargo y ejercer siete años acumulados, obtienen la pensión máxima de
jubilación, con cargo al presupuesto de las Cortes Generales que abonan, con el
dinero de los paupérrimos contribuyentes,
el dinero necesario hasta que se alcance la base máxima de jubilación
por el diputado.
Además, estos miembros del gobierno,
cuando abandonan el sillón de sus entretelas, perciben el 80% de su salario,
durante dos años. Pudiendo compaginar con el sueldo de diputado o senador. Y cuando deje estos cargos, también habrá
derecho a una indemnización por cesantía, una mensualidad por año de cargo.
Toda este “Potosí”, con la guinda de la pensión máxima de
jubilación, si sus egregias han estado siete años al menos en la “poltrona”, a
la que a veces, dejan obviamente vacía,
ejerciendo en sus negocios particulares.
Como en aquellas navidades de
la posguerra, y adonde nos lleva a este franquista y obligado sistema colectivista de reparto, algunos
pudientes tendrán que sentar en la mesa pudiente a los cada día mas
insospechadamente necesitados, para que disfruten del calor, del pavo y del
afecto que no van a tener ya con la remodelación de las pensiones.
Los próceres burgueses del
Régimen de Franco con su cargante caridad hacia los pobres y con su desidia burocrática, se manifestaban como en la
actualidad los partitócratas con el “Pacto de Toledo”. Míseros espejos de nada
consistentes sociedades llenas de carencias y embustes, de livianos ritmos,
abocadas a “Caritas”, cabalgatas de ilusión, cenas en olla caliente, cestas de
navidad, o a pedir en la vía pública y
a ser invitados a sentarse en alguna mesa “guay”, por Navidad. Esperemos que haya suerte y algún jubilado se fije en nossotr@s.
ZORIONAK/ EGUBERRI QUE LLEGA 2011
José Ignacio Salazar Carlos de
Vergara
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