!Cuantos pensamientos se encerraban en la mirada cautiva de
aquella imborrable “Partera”! . Esa mirada, aquella percepción mítica que era un calidoscopio de
sentimientos y un pozo desde el que te observaban unos ojos inescrutables y
justicieros. Ojos de amor, evadidos, perdidos y reencontrados siempre. Nunca se
apagó aquella manera de mirar directa y enfilada de “Pepa”/Megan. La que
transmitió a sus hijos. Desafiante y noble. Curiosamente, juntos, Ariadna y Jordi, parecen hermanos
en la vida real.
Un capítulo que ha tenido un arranque maravilloso sobre lo
bello que significa ser hermanos. Reconocerse, transfigurándose por completo en
un instante, pasando de la gran duda a la certeza, al verse reflejados en la
herencia fisiológica de su madre, cuando se descubren en los ojos y la mirada
la verdad de las cosas y el origen del útero materno que les albergó. !Como nos repetimos en los descendientes!. Es uno de los
grandes misterios de la vida y el que nos transforma en inmortales. Vivimos en
los parientes, en el aire y en la memoria colectiva. Nos parecemos a nuestros
progenitores ( como diría “Hipólito”) y
no admitimos que una falsa conciencia nos falsifique el origen. Hemos paladeado
las mieles de un reencuentro retratado manteniendo la grandísima emoción que se
produce en un instante así. Y, como hace PV en muchas ocasiones, dejando a los
espectadores tengan su propio río de lágrimas en una ocasión que lo merecía.
¡Maravillosa Ariadna!. Guarda la memoria interpretativa,
intacta, de Megan, no la pisa, y tiene su impronta personal de dejarte
“boquiabierto”. ¡Es buenísima! y muy educada. Bien acompañada por un Jordi que, cuando deja
esa sonrisa deficiente, me resulta antipática y forzada, logra momentos de
ira(algún día) y ensoñación (hoy), muy interesantes. En estos días, sublimes
los efluvios del tiempo pasado, de cuando acompañaba a su madre por herbolarias
tierras; de cuando comía pastel de chocolate y quería tanto a “Rosario”(una
emotivísima y señora de la escena: Adelfa Calvo). “Martín”/Jordi, siempre con su mirada subjetiva en la
evocación de aquel símbolo de vida que fueron sus primeros años en PV,
truncados por la ensotanada canallesca. Es bueno este Jordi, es el más idóneo
para el papel de este cura un algo “gafe” a veces, al que se le aturullan las
cuatro calles de PV, en cuanto sale de la sacristía. PV es el mundo de la ensoñación, del descubrimiento de la verdad,
que siempre vuelve, que nunca se extravía. El mundo de la desmitificación de la
aparente maldad o bondad porque, todo, en una amarga trastienda, pertenece al
reino del claroscuro. ¡Buen serial!. Felicitaciones porque, en los primeros
minutos, una sabia dirección y unos registros de actores muy calculados, han
ofrecido esta joya del reencuentro con lo cronológico, mezclando épocas,
retomando el pasado desde el presente, desde lo que parece imposible y que,
merced a los caprichos del destino, culmina atendiendo inexorablemente a la
llamada empecinada de la sangre.
Algunos me recordáis series de radio o televisión, cuando
mostramos la cordura costumbrista en
los “Mirañaez”. Una sátira mordaz sobre los flancos cómicos de un periodismo
perverso, camuflado de inocente viñeta animada. Hoy, me ha venido a la cabeza,
al verle al pobre padre “Mirañar”, en su desequilibrio majareta, comprando todos los periódicos en
un sin sentir que no ha servido para nada sino para aumentar la hilaridad, en
mayor medida, ante tal “tuercebotas” burlado por el destino, me retrataba aquel
programa de Boby Deglané: “Cabalgata fin de semana”, una chunga y un pitorreo de juzgado de guardia. Donde preparaba una
encerrona al más grande paleto aquejado de distrofia jamás imaginado; le
colocaba frente a un micro; le forzaba a hacer el ridículo mientras, sin dejar
de decirle la verdad, le prevenía que “toda España se estaba riendo de él en
ese momento”. Boby, que era muy arrogante, siempre pensó que, esta gente, era un eslabón perdido nunca hallado, de los listos y señoritingos del Régimen, como él menda prenda radiofonista. Por cierto, aquellos cachondeos los
hacía con una locutora y actriz de doblaje, enormemente divertida, a la que los
fumadores en los antiguos estudios de doblaje,
le inocularon un cáncer de pulmón, que falleció hace poco tiempo: María
de los Ángeles Herranz. La voz de Bárbara Stanwyck.
La secuencia entre los escarceos amorosos entre “Rita” e
“Isidro” sé que llenan de gozo a adolescentes, y muchos, que ven la serie.
¡Bienvenido!. Sea el amor a los 16
años. Bien llevado por Javier y Charlotte y que gustan, aunque repiten su
desconsuelo todos los días sin avanzar mucho, para mi gusto. Pero tiene su
impronta en la serie, dentro de la dignidad de cómo lo hacen creíble los
actores. El amor a tan temprana edad, todo un bombazo en las extremidades superiores e inferiores. Preparando el terreno
para vivir que termina, en muchos casos, como obra suprema de arte. Ni ver el retrato siniestro de la “Gioconda”, da
tanto placer y té llena más. !Que carambola!.
A muy destacar el bando inmisericorde de ese alcalde que, contra las cuerdas, como desde siempre le ha ocurrido a la casta política española, se muestra censor y prohíbe la lectura de prensa.
A muy destacar el bando inmisericorde de ese alcalde que, contra las cuerdas, como desde siempre le ha ocurrido a la casta política española, se muestra censor y prohíbe la lectura de prensa.
Vuelve “Fernando” a darle al jarrete y a querer mecerse en
la cama de modo legal y no de emboscado de la noche. ¡Nada!. El corazón de una
mujer, cuando ama, siempre ama y para siempre. Fernando, un chico muy potente: Carlos Serrano, que recuerda a veces a
Bogart, está resultando un perfecto equilibrista. Antigalán y cínico, más
perdido y arruinado que un orangután en la 5ª Avenida. Es un guiñapo al que
nunca le querrán porque es un violador y ha violado porque es despreciado y
porque lo lleva en los genes. No es por lo de “marino”, pero es el más
convencionalmente castrense de toda la loca la historia de PV. Sabe agachar, y se los baja, los “cataplines” ante la “Doña Francisca”
y, como en la milicia, hace de chusquero con esposas asustadas, adolescentes
mamporreadas en un pajar y capataces de
mordida.
Buena "enganchada entre estos dos actorazos, padres de feligreses en la serie, Mario Martín( actor de doblaje solvente y recio) y Eleazar Ortiz, sobre lo mal que siempre, entre ellos, se ha llevado un apolillado clero roído por la perversión
Desde luego, ves nacer gente que interpreta, algunas, y que van renovando generaciones. Pero el plantel de actores y actrices tan sólido de PV es un oasis de esperanza. Son hecatómbicos en el oficio de la interpretación. Empleados de la interpretación, que diría mi antiguo compañero de la radio: Pedro Óscar Canadell.
Desde luego, ves nacer gente que interpreta, algunas, y que van renovando generaciones. Pero el plantel de actores y actrices tan sólido de PV es un oasis de esperanza. Son hecatómbicos en el oficio de la interpretación. Empleados de la interpretación, que diría mi antiguo compañero de la radio: Pedro Óscar Canadell.
Dedicado a Aurora que, hoy, en Madrid, le operaban de un pecho. Le deseo lo mejor. Me alegro, me acabo de enterar que se encuentra estable y bien.
José Ignacio Salazar
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