Esta chica, “Jacinta”, era un crack y está terminando en
un descalabro de familia y en un peligro nuclear para los lugareños. Porque no hay bayonetas en PV, para repasarselas por "Tristán", pero le ha dado por los tablones para que entierren al soldado que ni la guerra de Cuba pudo con él. !Ojo!. !Que viene "Jacinta"!.
Ni que “Tristán” hubiera llevado una soga atada al andamio que se le ha venido encima al
agacharse y ayudar, en una preciosa secuencia de acercamiento entre padre e
hija, a su “Aurora” de verdad. Sensitiva y deslumbrante, en todo el capítulo, este portento de Ariadna. Hoy, inmensa.
Cuando un hombre té inquieta,
tómese saludable venganza por usted misma, pensaba Jacinta con su cuerda cabeza. Si
tu llamado “padre” entabla relación con tu odiada amiga y vástaga legítima, échale
encima tablones grandes, que necesita más peso para caer al suelo y levantarse
a trozos que, luego, hay que recomponer, si se puede. Y, ello, si no te llevan
al respiradero artificial. En PV se arreglan algunos asuntillos al estilo
francés: Cuando duele un dedo, te mandan una serrería por encima y en rampa. !Se
acabó el problema!. Un pequeño empujón, desde la parte trasera, sobre el grueso andamio, un óptimo choque
y un “Tristanico” ventilado por una única vez y para siempre. Ya lo
pensaba la “Matanegros”, que este hijo
suyo está perdiendo facultades. Es que está de un hondo recitado y profundo
decaimiento, ideal, para que le puede timar cualquiera. Se encuentra tan vulnerable, ese,
aquel viejo soldado que le recuerda “Aurora” cuando estaba en el suelo
aplastadito, que cualquier día le "limpia el forro" la trastornada de “Jacinta”. Quien mata una vez, mataba antes y mata
siempre.
Se veía llegar que acabaría, con un maderamen,
planchándole la ropa con él dentro y el día más cercano. Está de loquero de
inmediato, la muchacha del "Jaral". De continuar con este peligro andante por la vía pública, en
cualquier momento, la Guardia Civil, encuentra restos de cuerpos humanos
escondidos bajo la cama de su habitación en “El Jaral”. Esta, te desfigura la
dorsal y te entierra sin tenerlo
previsto, en plena fondona madurez y con aspiraciones matrimoniales aún. ¡Lo
que ha decaído “Tristón”!. Es que de mayor nadie te respeta ya. Me lo contaba mi abuela que era medio borroka.
“Jacinta” está
loca de atar y está talentosamente interpretada. Parece de verdad, para
encerrarla a la salida de la grabación, por no parar tal virtualidad maléfica.
Victoria Camps lo hace muy bien. No es cierto que su personaje queda eclipsado
por la sensacional Ariadna. En absoluto. Es difícil y complejo, interpretar el
comportamiento asesino de una persona sumida en una situación muy conflictiva
dentro de una cápsula de la que no puede salir, y cuya única escapatoria es la
eliminación del otro, acabando muy mal. Y sobre todo me encanta Victoria porque
lleva al personaje, sin dejar de ser victimario, a ser una victima; sin dejar
de ser criminal, es inquietantemente inocente. No hay que ser injustos con su
gran trabajo.
Dicen que cuando un cura se va, nunca es para siempre,
sólo es para una cena. El cordón sanitario hacia “María”, protegiéndole del borrachín de “Fernando”, no se puede ir
de vacaciones. Ha habido en el capítulo de hoy menciones a cómo aman las
mujeres a los hombres. Ello, nos debe
de emocionar porque siempre, detrás de cada uno de nosotros, ha habido o hay una
amor. Aunque hagan los hombres promesas que sepan las mujeres que no se van a cumplir, y aunque el
humano varón sea un cura con sotana y votos perpetuos y menos de fiar que ninguno. Aunque seamos distantes,
problemáticos o inaccesibles, medio bobos o tontos del trasero. Siempre sufren
cuando no estamos con ellas, padecen porque nos vamos irresponsablemente por no afrontar
la verdad. Como ese gafadillo “curichinauta” que ama hasta el éxtasis a la
mujer más espiritual de PV: “María” y no se merece ni la casulla ni a la bella
hija de “Emilia”. Los amores muertos, decía Jacques Prevert, nunca terminan de morir... y así nos va. Son como las hojas muertas, esparcidas,
pero perennes. Aunque, ahora, con las incineradoras, no es lo mismo. Me ha
gustado en especial, esta tarde, Loreto. No dejo de reconocerle un buen gusto
elegante en todos sus registros. Y sin que
nadie se moleste, tiene mucho de la Donosti señorial de antaño. Por su
saber estar, a pesar de haber practicado en la subvencionada EITB, donde las
groserías y las ordinarieces más impunes asoman día a día con el pecunio público. Es una actriz con un
exponente interpretativo eficaz y sencillo, muy honda en su quejido y muy vasca
de guardárselo para ella. La TV del Estado ha descubierto su gran encanto
natural.
La mujeres aman. El grandísimo amor de "María" por "Martín"/Jordi, sufriendo su "adiós", derrumbándose en una silla, en el jardín. El amor fraternal de "Aurora" hacia su hermano, puro y respetuosísimo. De "Rita"/ Charlotte a "Anibal"/Jorge Pobes", amor de hermana que no le quiere pero que se sacrifica al verle desvalido y enfermo. Y pasional hacia "Isidro"/ Javier Abad, pero que debe de olvidar, por querer de igual modo. De meritorio cielo ganado, "Quintina" hacia "Hipólito", que le hace soportar a la gran muchacha, entre disgustos inmerecidos, a la puñetera suegra que le ha tocado en desgracia.
La mujeres aman. El grandísimo amor de "María" por "Martín"/Jordi, sufriendo su "adiós", derrumbándose en una silla, en el jardín. El amor fraternal de "Aurora" hacia su hermano, puro y respetuosísimo. De "Rita"/ Charlotte a "Anibal"/Jorge Pobes", amor de hermana que no le quiere pero que se sacrifica al verle desvalido y enfermo. Y pasional hacia "Isidro"/ Javier Abad, pero que debe de olvidar, por querer de igual modo. De meritorio cielo ganado, "Quintina" hacia "Hipólito", que le hace soportar a la gran muchacha, entre disgustos inmerecidos, a la puñetera suegra que le ha tocado en desgracia.
Y muy acertado, esta tarde, el cura bonachón, un Mario
Martín que ha hecho doblajes maravillosos, como el de Sidney Pollack en “Eyes
Wide Shut”. Faceta menos conocida de un actor que aplaca, que lleva una
cualidad interna que nos hace enderezarnos y percibir confianza. Camaleónico y
versátil que maneja la disciplina como pocos en PV.
Siguen sumando puntos los “Mirañar”. Dicen que hay
algo peor que una suegra: Otra suegra. Celosa metomentodo, “Dolores”/ Maribel, esta tarde ha
dado un giro esperado para interrumpir el idilio de los “tórtolos”,
maravillosos los dos: “Quintina”/Blanca e “Hipólito”/Selu. Entrañable, un sol
de verdad, querer ser la mejor en todo, “Quintinita”. Tiene un papel muy agradecido,
Blanca, y se nota que está trabajando muchísimo en Madrid, para triunfar en este
mundo de la interpretación. Responde muy bien a los sentimientos encontrados
con una suegra maléfica, que de broma nada. Menuda aguantan las mujeres con la
madre de un marido que acaba de mediador y sufridor, cuando no de divorciado. Bien
“Dolores”/ Maribel Ripoll, perfecta suegra pulpo que desea trasladar a una
enamorada mujer, su rivalidad, a través de las órdenes militares con las que
guió a su familia “calzonazos”. Agobiante mujer de muy difícil convivencia,
además de estar medio “txorua” también. Interesante reflexión, en clave de
humor, sobre los límites con la parentela. Sobre el espacio físico exclusivo
para los novios, que corresponde a ellos decidirlo. Ninguna negociación procede
sobre el entrometimiento de una
bigotuda mamá arpía.
Gusta mucho a la audiencia,“Mariana”/ la gran Carlota,
vestida de civil, después de ahorrar tanto en atuendos en la “Casona”.
Cuando no enciende el fuego de la la perola para la
“Doñosa”, tiene el cabello más largo, suelto y bonito del mundo. El rostro inquieto de
cuando lleva el pelo recogido, que es refinado y seco, irradia naturalidad,
belleza agreste, feminidad y sensualidad, cuando vuela ante la cámara. Como para todas las actrices del
“mudo”, el pelo, era una abismo de mensajes. Y la mirada y el juego de la seducción con el cabello,
hacia la cámara, han sido los iconos de las mejores actrices que hubo. Y Carlota es de aquellos tiempos. Igual... hay alguna lumbrera que, algún día, descubre lo que está tan a la vista. Y sin desperdicio, las tablas de María Bouzas, al abordaje y degüello, respondiendo a un teatralizado "Raimundo", en una secuencia vitriólica.Dedicado a "Hipolitín Mirañar" en su cumplecalendarios.
José Ignacio Salazar
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