LOS ERRORES DE UN HOMBRE BUENO/ ¡GRANDIOSO ÁLEX GADEA!

Los que nunca se equivocan es porque no hacen nada, porque nunca se comprometen, banalizan  todo y jamás contravienen criterios.  Sólo los seres más humanos, los mejores y los que nutren su talento en la cruda soledad, yerran. Como "Tristán". Los más grandes forman su carácter a base de navegar entre las tormentas del mundo que les ha tocado vivir. Y “Tristán” se equivocó. ¡Cómo lo esta desazonando!. Él  haber sido incapaz de querer a la hija como se merecía, fruto del amor con “Pepa” y, peor aún que abandonarla, no haber querido o sabido reconocerla en sus genes, en su aliento, en su desparpajo, en ese código secreto del genoma que llevamos de nuestros padres y que nos reconoce entre la familia. Cuando ella le disparaba con los ojos pidiendo ser reconocida. Lo pedía en emergencia de supervivencia.

Tengo que felicitarle porque lo que ha ganado en bouquet , Don Álex Gadea, con el paso del tiempo televisivo y la experiencia acumulada. Aquel universo juvenil del soldadote, que atrapaba fans que deseaban tocar las prendas de un Álex de sus primeros tiempos de PV, acariciarle la barbita en ciernes. Desde aquel universo caballeresco, valiente, limpio, que también erró con “Pepa” y le perdonó, Álex, se ha transmutado en una porosa y viril madurez atractivísima, pero sin seguir liberado de la tiranía de los dislates de sus mejores abriles. Por ello mismo, es un actor o un personaje, maravilloso en cualquiera de los dos términos. Es como un galán eternamente jóven pero que ,de los años, obtiene en su provecho cuando le viene en gana. Un crack. Algunos le achacan que "recita". Yo no lo veo así,  es el mejor "Tristán", el que nos conmueve gracias a  esa pureza expositiva de su discurso.

 

Es un personaje “Buñueleriano”. Esculpe en el tiempo la sazón de unos rasgos físicos de decaimiento. Le persiguen los deslices. Un maravilloso ser lleno de simbolismo y que, en su madurez acomodada van apartándose del mundo, se encierran en un “Jaral” que habla por sí mismo, una fortificación donde convive malsanamente con el fantasma de su grandioso amor que se le fue dramáticamente.

La secuencia, hoy con Rosario, en lamento “Puentevejero”, así como la de la botella, parecía un sueño fantasioso. Surrealismo puro, donde se plasmaba toda la grandiosidad de “Tristán” o de Álex”, una visión desesperada de cómo es, de cómo fue, de lo que perdió, de la situación en la que vive y del por qué se encuentra así, todo a través de la contradicción y del deseo por su tiempo pasado, irrecuperable. El tiempo, jamás retorna.

 

Me he emocionado muchísimo. ¡Una pasada!. Un hombre acabado que, se echa para atrás más aún, a medida en que la desesperación no le deja presuponer puede ser perdonado. ¡Menudo papelón!. Y esa maravillosa “Rosario”/Adelfa, interviniendo a favor de un valiente mecanismo de merced, pidiéndole perdón a su hija “Aurora”, que lo libere de la amargura.

El capítulo, ante el inicio del mismo y lo contado aquí, ha empalidecido en sus restos.  El arranque ha sido extraordinario. En penumbra y con color grisáceo, ha sido una entrada de “Jacinta”, paranoica, con dosis de acción frenética y entre pulsiones de una demente que vaciaba por la boca la violencia, todo su “tocado” aparato psíquico. Un estallido de violencia no sólo coreográfica, sino intrínseca, desnudando todos aquellos recovecos opacos que han acaban, al final, hoy, revelados y culminados en el apuñalamiento.

 

Me daría pena perder a Victoria Camps. Ignoro sobre su final,  pero las tardes no serán iguales. ¡Menuda escuela es PV de actores y actrices!.

“Mariana”/Carlota, también se va quitando su “sotana Casona”, dándonos, esta tarde, toda una síntesis del sentimiento que lleva ahogado en su interior, en la secuencia con “Rita”. Me ha recordado a aquella actriz dramática, a aquella maravillosa “Mariana” que fue la primera protagonista que vi en PV, hace ya casi dos años. Todo aquel su sentimiento, toda su vaporosidad,  toda la catadura moral de cómo entendía y se enfrentaba al mundo. Evocaba aquella época anterior a perder a su único amor, cuando era una actriz que tildaba con muchísimos  registros a su  personaje. Ha estado tan existencial, triste y luminosa, como son en su fondo muchas de las historias de PV, todo un estímulo para acercarnos a comprender por qué somos así y por que nos suceden las cosas.  “Mariana” es  tan rústica y tan nada glamourosa, en PV, que emociona. Suda, trabaja, sufre, expía, es engañada o violada, como en la vida. Y además es una actriz genuina del cine, fuerte, trágica, suspicaz y asombrosa. Una invención fantástica que nos llega a nuestras razones más emocionales. Tengo que reconocer que, para mí, es Carlota, no sólo la mejor actriz de la serie, sino de entre las mejores actrices del Estado.

 

Magnífica María Bouzas, asombrada ante una “María” que se acaba de enterar que “Aurora” es “Carmen”, con su constante fingir sentimientos que no se corresponden, ni con la realidad ni con lo criminalmente ideado. Pecado de la moral, la hipocresía, perdonada en lo social, por su gran virtud latifundista.

Dedicado a esas pobres víctima del "accidente" ferroviario. Disculpad el tono melancólico, pero estoy triste.No tengo buena tarde.