Grandioso
capítulo, elegante y sutil sobre las dos esferas en las que vivimos,
unos y otros. Lo unos, que viven en el correr del tiempo y, los otros, los fantasmas que
habitan en una nebulosa esférica, a la
orilla de la eternidad.
"Tristán Ulloa”. Muchos años penó la muerte de la inolvidable “Pepa Balmes”. Aquella “comadrona con
título”, heróica deslenguada con razón, que tanta locura de amor suscitó por entre las gentes del
humilde “Puente Viejo”. El caballero que, por muchas leguas, con melancólico
aplomo y desesperanza irreversible, vagó desconsolado, buscando el resuello de
su amor perdido por entre la cañada y
lo inexplicable. Ayer, ya les advertíamos de un pulcro y precioso acercamiento
de “Tristán” hacia “Aurora”. Padre e hija se aproximan. Hoy, ha visto al
fantasma de su queridísima “Pepa Balmes”, en la mirada y el comportamiento de "Carmen", en lo de "soldado". Cuando el
ademán, la impronta, el desparpajo, su
lección de medicina, su arrojo, su lenguaje, en la ayudante de la confitera, le han traído, en el correr del
tiempo y en la “movida” de las vigas, el espejo de “Pepa”/Megan más cerca que
nunca. Lo ha tenido delante de sus incrédulas narices.
Se lo ha revelado su queridísima esposa; hablándole a través del
vivo retrato de su hija. “Tristán” ha estado melancólico, aterrado de suponer
en la recién llegada que, lejos de estar enajenada, es su parentesco. En esa
secuencia en la que se da la vuelta, reconoce, con videncia enigmática, el tiempo aquel y al ser querido
que se le fue. Es “Pepa” sin duda.
Cultivada, leída, pero con su enorme corazón y verdad en la palabra, coherencia
contra la maldad y con su decálogo de
enfrentamiento ante la injusticia. La nueva valerosa e intrépida hija de su
madre a la que, ni los “Puentevejeros” ni los espectadores, hemos olvidado en
absoluto. Una felicitación a los dos: A un ensombrecido Alex Gadea, que mira en el vacío con sus ojos, las sombras
que le llegan desde más allá de la eternidad. A Ariadna Gaya, que se ha
estudiado muy bien lo que debe representar, dramáticamente, en su justa medida,
sobre la evocación de lo que, en ella, hay de “Pepa”/Megan, pero embadurnada de
un arrojo intelectual y de una
sensualidad a flor de piel. Ariadna es un ser espiritual, absolutamente. Desde
que se marchó, Megan Montaner, hoy, magistralmente, en una elipsis paranormal,
ha vuelto a “Puente Viejo” y ha estado con los televidentes y con sus
compañeros de rodaje. Su ánima se encontraba allí, mostrando al asustadizo soldado, que es en lo que se ha transmutado
“Tristan”, el cómo los que se han ido están con nosotros, viven inmortalmente
en sus hijos; que descansan en la inteligencia de sus genes compartidos y que
los amores con ellos, no caducan nunca. Incluso, su presencia, anida entre
bastidores y entre los actores que continuaron en la serie. ¡Precioso!.
Ya les dije que es muy de John Ford todo esto. El pasado
que revive tomando protagonismo absoluto y devaluando el presente. El ayer es lo real y lo de hoy está tomado como secuela plagiada de aquello que fue inmenso. !Es todo tan misterioso
en la vida!. Incluso, este serial ,es un completo enigma. Toda una lección, hoy,
sobre la exploración en los arcanos del amor hacia una mujer evaporada
misteriosamente y del amor hacia una hija que comienza a aceptar porque ya es tangible. Son dos
tiempos, dos abismos; el ayer triste, inmaterial, no aprensible ya; el mañana, que resulta desconcertante y
puede traernos algo de lo que, la incomprensible desgracia y la tragedia se llevaron,
arrebatándolos.
Grandes amores de la historia, de la vida y de la literatura. Merecen estar entre ellos, en el olimpo, los de "Pepa y Tristán". Con Ares y Afrodita. Julieta y Romeo. Abelardo y Eloisa u Orfeo y Euridice.
Grandes amores de la historia, de la vida y de la literatura. Merecen estar entre ellos, en el olimpo, los de "Pepa y Tristán". Con Ares y Afrodita. Julieta y Romeo. Abelardo y Eloisa u Orfeo y Euridice.
En “La novia cadáver”, Tim Burton se preguntaba si se
puede romper un corazón que ha dejado de latir. Sí. Hoy se ha visto, el amor
más allá de la vida y la muerte. “Pepa” vaga por la dimensión física de
PV. “Tristán” le rememora en cada día de
su vida, sin separarse de la esperanza de reencontrar al ser más maravilloso
del mundo. Ha habido hoy miradas encontradas de sueños y recuerdos, reproches,
silencios y presagios, de tantas cosas que se perdieron entre los dos
protagonistas, por no haberlas vivido. ¡Excelente!. El capítulo de esta tarde. Me va a ocupar
casi todo el comentario. Que me perdonen los demás, pero me ha conmovido. Yo
también he vivido estos hechos, hace mucho tiempo, en otro lugar. No hay nada
como añorar lo que no se ha ,podido cotemplar con ella/”Pepa”. Lo que le llevó
a transfigurarse en un solitario amargado que deseó estar muerto en más de una
ocasión. Lo que se quedo, como testigo inmarchitable, en las hojas caducas que no se recojen
El amor jamás separó sus mundos, hoy se han reencontrado
fugazmente. Algo de “Carmen” ha creado
mágica fascinación, algo inmaterial e intangible, en su padre: Era Pepa Balmes”.Y "Rosario"/Adelfa Calvo se lo está diciendo.
Todo en Álex Gadea ha supuesto, hoy, una vigorosa
melancolía en la interpretación de su personaje. Ha visto la frontera del más
allá. Tantos años buscándola y la ha
encontrado cuando casi pierde su vida y cuando menos lo esperaba.
A destacar: Blanca Parés. Empecinada en aprender a leer
para merecer más a su “Hipólito” y labrarse un camino de libertad que surge al
unísono que traza las letras torpemente en sus primeras lecciones, como paso
previo para la comprensión y el
conocimiento. Comienza a valorar la
labor de la educación y no desea que, su ignorancia, le coma terreno y pasen
por encima de ella, algunas brujas “txoruas” como la “Dolores” de hígado. Y se
rebela. Y comienza a conocer la escritura,
que es el procedimiento imprescindible para aprender y tomar tus propias
decisiones sobre una base cultural. “Quintina” apuesta por el conocimiento. El
cual, como ocurre con “Aurora”, encontradas las dos actrices en el “Colmado” en
esta tarde, en un momemto alegórico, nos hace más libres y muy conscientes de lo que ocurre a nuestra vera. "Quintina" se ha hecho insumisa, pasa directamente a la rebelión en el gremio de supermercados y los valientes, tiemblan, porque se acabaron los apocados.
Mientras un sacerdote va por el camino, “Martín”/Jordi.
Un vagabundo que esconde una trágica historia de amor que revive
constantemente. Que escamotea un pasado trágico. Me ha recordado al cine de
Manuel Mur Oti, un director español muy mal tratado e incomprendido que habló
mucho en su cine de familias españolas que discurrieron en un costumbrismo
enternecedor. Que hacía vagar a sus
protagonistas austeramente por el camino hasta alcanzar un espíritu noble.
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