LA BELLA Y TRISTAN

Maravilloso capítulo de hoy. Sublimes los actores. Lo he titulado así, porque me ha recordado mucho a “La bella y la bestia”, casi parecía de cuento lo que nos han narrado hoy, de modo exquisito por añadidura. La esencia de lo que son, para mí, los cuentos visuales, esta tarde en PV.

Hace un año, en el tiempo televisivo, por estas fechas de agosto, se desangraba “Pepa”/Megan, en uno de los más sublimes momentos que no se volverán a repetir, tan fácilmente, en la carrera de la actriz: Cuando acabo patéticamente mirando al vacío, sin ver ya la luz; con el cielo desplomándose en su rostro; incorporándose fugazmente al más allá, mientras sostenía en brazos a su hija que nacía con la aurora, tenía fuerzas para ello. Se le apretaba el cuello y fallecía. Fue enormemente emotivo. La sangre estancada y los labios palidecidos. Amoratada, sin que el dolor la devorara y  con cara tranquila. ¡Inolvidable! Megan Montaner. Con su hija “Aurora” y su “Tristán” en los últimos momentos. Ni la muerte de “Txanquete” causó tanta conmoción. Justo, en ese lugar, se ha producido el milagro del encuentro entre el padre y su hija.

Han estado los dos, Ariadna y Álex, insuperables. Únicos, en la historia de la televisión en el estado. Han creado un dificilísimo hado mágico y nostálgico de velo sagrado sobre templo de lo que es, en resumen, la vida y la muerte: Pasar y llorar. Imágenes plagadas de tristeza y de verdad. Un romanticismo púdico y llevado hasta la elegancia más suprema. !Qué bien ha estado realizado todo este encuentro!. En este escenario menos macabro que en el ayer, convivían, la naturaleza más salvaje con los más puros sentimientos de los seres humanos, esos que nos demuestran que existe el “alma” en nosotros. De no existir ese “soul” no se podrían vivir emociones como las de hoy.  Ni se podría sentir que, "Aurora", no era la causa de la desgracias, sino el motor de la vida que sigue.

 

Incluso, ha sido un momento tan perfecto técnicamente que, la luz del sol del mediodía, daba al conjunto un acabado suave y melancólico, casi etéreo. El gran eterno femenino y desconfiado de “Aurora” y esos ojos al vacío de “Tristán”, abriéndose a la verdad, han estado maravillosos.  De "Oscar". Había tanta soledad en esos ojos llorosos de Álex que, según avanzaba la confesión,  ganaban en sosiego y se trasmutaban en una fotografía de su gran amor por aquellos dos seres, la que nació  y la que falleció allí mismo, en la “Peña de la Quebrada”. !Que grande actor es Álex Gadea!. Corrían las lágrimas, mejillas abajo, en Ariadna, buscando abrirse al perdón.

Una atmósfera hechizante, no sé el por qué,  que me ha trasladado a cuando, de niño, en el Liceo Francés, poníamos el oido compañero en aquellos cuentos inmortales de Jean Cocteau, Leprince de Beaumont o de Charles Perrault cuando, desde un aula del Paseo de Francia de San Sebastián, mirando por la ventana, imaginábamos ocurrían cosas fantásticas, en mundos lejanos, quiméricos, pero románticos a tope. Y que la vida se arreglaba, como hoy la relación entre los "protas".

Lo de hoy ha sido un regalazo para todos y todas que nos dejamos subyugar por la imaginación. Por esas ilusiones románticas de antaño y que ha sido grande porque, todos los minutos del perdón, han estado cronometrados por el embrujo. El amor convirtió a “Tristán” en bestia. El amor lo ha hecho bello de nuevo, como siempre fue, noble y leal que decía “Mariana”/la inmensa Carlota Baró. Por cierto, hoy, en la recriminatoria a la pareja clandestina, ha estado de "Oscar"  y no exagero. Ya que lo dicen algunos, es mi favorita. Si no, veanla de mayor sin serlo pero que lo parece, cargada de intuición atávica, hablándonos del peligro que nos acecha cuando atravesamos la linea que nos separa del delirio. !Ay es na! Carlota.

“Aurora”, ha descubierto del por qué de la angustia existencial y de la mirada triste de su padre. Y le empieza a aceptar como un inmenso hombre que le está demostrando que, no por abandonarle, le ha querido menos. La tuvo entre sus brazos, chiquitina, en una parto memorable. La trajo al mundo en la "Cañada", al tiempo que se apagaban los ojos de su esposa. Después, no quiso hacerle  pasar por el trauma del suicidio. Siempre la amó.

Ha habido momentos de altísima adrenalina. El ramo de flores donde fenecía “Pepa”. La visión de haber sido causa de desgracia, su nacimiento, en “Aurora”. Toda la confesión de “Tristán” y el perdón fundido en el abrazo final. Pero, sobre todo, la razón por la cual iba al bosque. Para que, en compañía de lobos, fuera despedazado por ellos para acabar en el infierno o en el cielo. Toda aquella turbia y enmarañada desesperación, tenían ese maléfico final. Acogía, todo aquel trajín, este afilado deseo de sucumbir a la dentadura de los lobos. Ha sido tan tenebrosamente romántica la secuencia, que hasta refulgía en ella, sin mostrar un choque gótico en la imagen, entre lo oscuro y dramático, un aire subversivo de altísimo copete que recordaba, en su  narración siniestra,  algo al Neil Jordan, en  su “En compañía de lobos”. 

 

Hoy hay que felicitar a todo el equipo de PV, porque han creado un mundo estético con carga de profundidad sentimental. Un homenaje a los otros estados de la mente, a los que absorben la sesera sin cuestionarse  la verdadera razón de las cosas.

Toda una exquisitez demostrada en la resolución de algo que, antes de que existiera el cine, se contaba en los cuentos. Sabiéndolo construir, en el capítulo de hoy, en perfecto ensamblaje entre la narración de relato de hadas y su plasmación cinematográfica, hecha como la tortilla ganadora, la de “Quintina”/la pizpireta Blanquita Parés, basándose en proteínas hormonadas e ingredientes suculentos. !Bravo! por "Quintina" e "Hipólito". Siempre he pensado que, esto de las suegras, se iba a acabar un día u otro. Prescindibles y lo más lejos posible. !Es lo que hay para ellas!.

Siempre he defendido PV porque, cuando se ven estos momentos, sinceros, inocentes, tan bien interpretados, al compararlos con la televisión basurienta e incluso blasfema, con brutales efectos especiales fascistas, indiscriminados, estos otros nos inoculan algo que no hace daño: El amor que lo perdimos y lo que dejamos atrás cuando éramos más jóvenes y las gentes que ya no están con nosotros en Navidad. Cómo era aquella televisión, aquella vida antes del neofascismo televisivo y cinematográfico actuales,  los días felices dentro de una honesta vertiente creativa, limpia y llena de reconciliación.

No ha tenido desperdicio lo de la “tortilla”. Al margen de la de “María”, incomible pero por razones de poca atención en la elaboración de la misma, muy y más que justificado por otro lado y que muestra que, la gastronomía, está muy reñida con las escapadas amorosas, porque distraen y se baten mal los huevos. Las demás tortillas, he supuesto que estuvieran bien cocinadas con ingredientes no alternos. No, como sucede entre algunos bares de la Parte Vieja donostiarra, que resulta una fritada "collage" con trozos de patata verde y troceada de diversas  formas, o sea de los recortes de maternidad que sobran cada día o semana, cortados de modo diferente y que se juntan para no tirar,(!que"ajquete"!). Donde aparece pimiento en moho, entre la tortilla de patata, o trozos de espárragos macilentos en la tortilla de jamón con escaso jamón. Tortilla a la "koxkera" con precios de San Luis Potosí. Secuencia coral muy bonita y muy bien conjuntada, con todo el elenco de actores y figurantes, que se entrecruzan entorno a una amable mesa con tortillas. 
Saludos a la delicada Sandra Martín, la mama de "Alfonsito".

Dedicado a todo el equipo de PV, en especial a los actores, actrices y figurantes, por el capitulazo sin desperdicio de hoy. Y a mi compañera radiofónica, Sophia, que ha venido desde Madrid y que está con nosotros.