Impresionante capítulo el de
esta tarde. No sólo en su habitual acertado guión y excelsa interpretación,
sino en su simbología y en la mismísima realización, con esa increíble secuencia última con
Ariadna subiéndose al árbol, la aparición de un jinete que cabalga hacia la cámara, que parecía un híbrido del "Grupo salvaje" de Sam Peckinpah entremezclado con un Sancho Gracia del "Curro Jimenez", crepuscular y lírico, Rubén Serrano, conforman un
final de arquitectura y emoción impecables.
Un capítulo sobre las grandes afrentas que hacen rugir las tripas, supuestas o imaginadas pero que
han hecho del serial un lapso angustioso para algunos de sus protagonistas.
Antes de nada él felicitar a los actores, en
especial a Aída de la Cruz (maravillosa), Álex Gadea (impresionante en su
hundimiento), Ariadna Gaya (soberbia y en alturas), Iago García (parecía el triste don
“Greco”), Loreto Mauleón (delicada y enamorada), Carlos Serrano (actorazo de
televisión), Enric/Selu/Blanca/Maribel (con su grandioso ceremonial estrambótico) y
María Bouzas (la dulce áspid de dolorosa mordedura y de consecuencias
severamente tóxicas. Los demás muy bien, pero, estos, es especial.
SECUENCIA DE "OSCAR"
El tema del llegado a PV, con o sin teatralidad, maldad que se le supone a un ser tan pernicioso, supone de facto la ruptura que se experimenta sangrantemente entre el eslabón idílico alcanzado entre algunos personajes. Eso es de Pasolini. Cuando se ven despojados los humanos de algo sagrado o asumido como tal, ese personaje casi maligno que llega con cierto aire de hechizo malévolo, supone el desencadenarse circunstancias que vacían a las personas y les dejan prendadas al pie de los caballos, atravesadas por el dardo de una seducción que no resulta sino el follón padre al final. Y todo se embarulla y ya nada es igual. Como en el filme de Pier Paolo, “Olmo” no seduce a la “criada”. En PV “Mariana” que, sin racionalizar sobre la mentira ambulante, sólo con su escepticismo, esta tarde en sus miradas circunflejas, ha visualizado que no se cree nada del vínculo solidario que despierta "Olmo"y que mantiene unidos algunos en torno a la piedad hacia el “pistolero”. Carlota, con la maestría de lo sencillo que lleva puesto, los ojos, nos adelanta las inequívocas e irremediables consecuencias que tienen los actos que escrutan sus ojos. Todo está basado en un fino eslabón que, al desaparecer, puede suponer la autodestrucción de más de uno. Y “Mariana” lo radiografía.
El tema del llegado a PV, con o sin teatralidad, maldad que se le supone a un ser tan pernicioso, supone de facto la ruptura que se experimenta sangrantemente entre el eslabón idílico alcanzado entre algunos personajes. Eso es de Pasolini. Cuando se ven despojados los humanos de algo sagrado o asumido como tal, ese personaje casi maligno que llega con cierto aire de hechizo malévolo, supone el desencadenarse circunstancias que vacían a las personas y les dejan prendadas al pie de los caballos, atravesadas por el dardo de una seducción que no resulta sino el follón padre al final. Y todo se embarulla y ya nada es igual. Como en el filme de Pier Paolo, “Olmo” no seduce a la “criada”. En PV “Mariana” que, sin racionalizar sobre la mentira ambulante, sólo con su escepticismo, esta tarde en sus miradas circunflejas, ha visualizado que no se cree nada del vínculo solidario que despierta "Olmo"y que mantiene unidos algunos en torno a la piedad hacia el “pistolero”. Carlota, con la maestría de lo sencillo que lleva puesto, los ojos, nos adelanta las inequívocas e irremediables consecuencias que tienen los actos que escrutan sus ojos. Todo está basado en un fino eslabón que, al desaparecer, puede suponer la autodestrucción de más de uno. Y “Mariana” lo radiografía.
He recibido algunas críticas
reprochándome que me enredo mucho la vida, que veo visiones en un serial
sencillo y sin complicaciones y, de hecho, invitándome a que me vaya.
Difícilmente, me voy a ir de mi casa. El que no quiera que no lo lea. Yo no le
obligo a nadie. Pero... son indudables las referencias que se dan en PV, que no
hablo de plagios sino de sugerencias, por la profundidad de algunos temas sobre
los cuales, los actores y la cámara, dicen a gritos aunque parezca un culebrón
simple para algunos dignos televidentes. Lo mencionan en un serial plagado de
descripciones que, los propios actores, son capaces de hacérnoslo comprender, incluso por adelantado, de la mano
maestra de la realización. Rico telefilme en argumentos sugerentes y estímulos
visuales.
El box esta tarde. Secuencia
que demuestra bravura, calentamiento, pelea y donde de igual modo también
existe recitado. Fernando y Boré han plasmado mucho que el cine norteamericano
nos ha traído sobre el pugilato, con Kirk Douglas o Scorsese. La energía
violenta del combate, incluso en el entrenamiento. Siempre se piensa en algo
contra, para zurrar al contrincante. O se aprovecha una debilidad fomentada
desde las cuerdas para dejarle sonado. Hoy ha sido “Raimundo” que cada día se
escurre más de PV. Derrota en el Ring y
derrota en la vida. Un entrenamiento lleno de ego y de locura incontrolada y en
un ambiente vengativo, violento y lleno de falsedad, es lo que me pareció
siempre este deporte y creo que algo de ello había esta tarde entre estos dos
personajes que se intuyen mutuamente.
Los “Mirañar” están que lo bordan en hilo de seda, como “Los
Pekeniques”. La derrota de papi “Mirañar” y lo resultón que le ha salido el hijo
como competente secretario del ayuntamiento que se ha firmado así mismo la licencia de apertura, es
de tomarle el pelo hasta a la mismísima risa. Un descojono insuperable con todo este ceremonial
caricaturesco y antológico, basándose en paletadas y ternuras que nos insufla
unas ganas de vivir para seguir riéndonos y a no tomarse más la vida en serio.
No hubo entre “Pepa” y
“Tristán” una secuencia de tantísima altura como la de “Tristán” y “Candela”
hoy tarde. Aunque me crucifiquen, lo digo. Las rupturas con “Pepa” eran rupturillas comparadas con la vivida,
esta tarde, en el corazón de los protagonistas. El poso de melancolía que la
afrenta engañosa, supuesta, deja en el actor, es de “Oscar”. Cree que, su
novia, le ha engañado y ella asume dolorosamente que ha quemado la nave vikinga
donde va el amor de su vida. La bomba nuclear de lo que se calla por miedo, en
“El Jaral”; un suelo convulso por donde ha partido una honestísima mujer
destrozada, acabada, derrotada, hundida y agotada, que representa el papel
contrario al aparente de los cuernos y del desfalco. Una tela de araña
sentimental que lleva al precipicio. Maestros de la angustia, los dos
actorazos, con una resolución sofocante y tremenda ante nuestras machistas
retinas. Aída está impresionante y sus difamadores deberían pedirle perdón por
adelantado y de rodillas por mostrar, racistamente, hacia esta excelente mujer,
la peor lengua de cada cual y salir de esa su "sin hueso", basura mediática contra esta chica tan diva como la que más. Son unos
sinvergüenzas los que la han despreciado maledicientemente por fanatismo hacia
otra actriz, cada cual tiene su impronta y los mismos derechos de justicia
adquiridos.
Elena Martínez es muy
resultona y tiene desparpajo ante la pantalla. Su aire plebeyo, es como una
“Aldonza” reconstituida; no ha dejado
de ordeñar cuando se asea como una mujer de dulzura e higiene sublimes. Y lo
que conlleva ese acariciar una piel suave. Es un personaje de Truffaut. Hace
que todo parezca mas sencillamente enrevesado en una supuesta casualidad de las
cosas. Nada entre ella y “Anibal”/ un magnífico Jorge Pobes, es fortuito. Yo
que adoro el cine de este director francés, me he sentido muy a gusto en esa
secuencia, que no se trata de ver ombligos o vientres para los salidos, porque me ha recordado al director que me
enseñaron a querer en el Colegio Francés: Por su intriga en el argumento, como
en la casa de los “lecheros”, por su sensualidad y celos mal reprimidos, por su erotismo tan sinuosamente recreado.
Y atención que tenemos a un
Clint Eastwood de los 60, que recuerda Jorge Pobes, por su frialdad en la
preparación gélida de las tramas, en una historia con personaje caracterizado como tal.
Menudas miradas tienen Jorge y Carlota. De las que matan y de las que desean y
hasta de todas a la vez. Su “voyeurismo” del alma de los demás, vuelve las
tramas más peliagudas y super interesantes.
Afrentas que no se perdonan.
Las secuencias en “La Casona” en la habitación del pánico, tienen tanta
repulsión, acaparamiento, como asombro y belleza. Tiene una interpretación
preciosa por parte de Loreto, Carlos y maría. Es provocación pura y es desgarro
emotivo. Con la llegada de “Olmo” volvemos a desestructurar aún más al personal
de ese manicomio.
PD: Dedicado al gran actor de doblaje y amigo personal mio, siempre le defenderé piense como piense, es un amigo y ya está, hoy es su 80 CUMPLEAÑOS: Arsenio Corsellas/ Richard Burton
Te felicito de nuevo por la alta categoria de tu escrito José Ignacio. Decirte que soy un fervoroso admirador de Arsenio y que se que es amigo tuyo y se lo has demostrado no marginandole por las declaraciones que hizo en torno al independentismo. Como debe de ser. Se que tu entrevista fue mi criticada por dejarle el micro y que se expresara en total libertad y que varios le han dado la espalda. Eres un autentico profesional. sabes que algunos en Barcelona te ponen muy mal del mundillo ese que tu sabes mejor que yo, pero les das cien mil virajes en todo, sobre todo en cultura, voz, educación y respeto y en no ser un resentido envidioso de mala baba.Sigue así un fuerte abrazo gran profesional que eres
ResponderEliminarAdoro la manera que tienes de comentar los capítulos de Puente Viejo. Consigues plasmar en palabras las sensaciones, los recovecos que yo siento al ver esta serie y que ni yo misma soy capaz de explicar. Por favor, no dejes de escribir nunca. Recuerda : "Ladran, Sancho, luego cabalgamos". Yo también soy fan de Carlota, sus ojos "hablan" como en su momento lo hacían los de Pepa. Entiendo lo que dices de la escena de ayer entre Candela y Tristán, ha sido increíble. Esa mujer que intenta hablar pero sus labios están sellados y no puede hablar o tal vez no quiere, total ¿para qué?,ese Tristán que pasa del enfado, a la estupefaccion, al hundimiento..Y es cierto que nunca ha habido esa intensidad con Pepa. Siempre he tenido la sensación que Tristán ante Pepa se "encogía" a nivel de actor me refiero, parecía que Megan se lo comía en pantalla. Su sombra era demasiado grande. Sin embargo con Aída la cosa está más equilibrada. Ojalá le den más protagonismo a Mariana, con tramas que muestren su enorme sonrisa. También me parece que está desaprovechado Mauricio, salvo la trama con Efrén poco partido se le saca. Y no entiendo por qué no aparece su imagen en la cortinilla. Por último decirte que comparto tu admiración por Quintina, ha sido el descubrimiento de la temporada. Ah! Y adoro a María Bouzas, ese manejo maquiavélico del abanico que se trae últimamente es perverso.
ResponderEliminarPD. ¿te puedo pedir un favor? Prefiriría que pusieras el nobre del personaje junto al del actor (Loreto/María) porque no me sé el nombre verdadero de todos los actores y a veces me resulta un poco lioso al leerte deducir de quien estás hablando. Es sólo una sugerencia