Antes de nada el felicitar a
dos excelentes profesionales del casting: Yolanda Serrano y Eva Leira,
responsables del reparto de PV. Atinadas, ojo clínico, saben hacer coincidir al
personaje con el actor o actriz adecuados en una selección infalible. Ellas son
de lo mejorcito de este país en la selección de actores y actrices.
Esta tarde me ha sucedido algo muy
habitual en la radio, cuando desde la inmediatez de las ondas, teniendo ya el
programa preparado con un perfil del mismo y una escaleta casi sacralizada, surge una última noticia y
cambiamos el comienzo y gran parte del informativo por la urgencia e interés de un suceso o un dato acaecido
hacía unos instantes. Me pasó aquel día espantoso del 11-M, como mayor recuerdo
de mi vida, cuando yo y mis dos
compañeras de entonces, Elena y Vicky, empezamos a llorar según nos llegaban
las noticias y se nos iba desgarrando el alma cuando llegaba la confirmación y
los espeluznantes datos de una matanza jamás aclarada y que cambió un Régimen
por otro.
Mi artículo de hoy se iba a
titular “Estrella ambulante”. Pero un sobre con unos dineros, enviado cada
mes a un tal “Don Julio” para que a
unos niños no les falte de nada, me hace coordinar otro título, ya que no me
fío que, “Conrado”, sea un transeúnte tan errante y solitario como se confiesa
ante “Aurora”. Tampoco un mal tipo. Una preciosa secuencia conjuntamente con la
de los hermanos huérfanos y solos. El momento entre el matrimonio desastrado
de “Aníbal” con “Rita”, que va deformándose hasta el patetismo. La del Cowboy
del amanecer en PV y la de la vuelta de “Raimundo”, saltándose las alarmas para acompañar a
ese sentimiento y mujer a la que una enfermera, de momento y por supuesta
psicopatía, la tiene arrinconada en un recoveco de una estancia angustiosamente
pálida. Ariadna, Rubén, Jordi, Selu, Jorge y Charlotte, Enric, María Bouzas y RamónIbarra e Inma Gamarra,
conjuntamente con un guasón Mario Zorrilla, burlándose de la autoridad, son los
destacables.
El artículo de ayer elogiaba a
un genio de PV que está ahí todos los días y que hoy la ha sembrado y recogido
con vuelta a la plaza y burro dando una coces: Selu Nieto.
No era el grandioso Donnald
O´Connor porque esta mula no habla, cocea,
pero casi le tratan por igual de lunático que al “prota” del film de
Lubin. Y desde luego no es fuente de información ni de seguimiento, solo de
tozudez a la contra. Capítulo que viene como anillo en estos días ya que, la
preciosa mula, ha hecho como parte de la justicia española, retroceder y dar
chance a favor de los "bienaventurados" delincuentes. Gran dislate de los
benditos “Mirañar”, en una secuencia en la plaza con un “Mauricio” interpelando
burlonamente al guardia emburrizado, con un énfasis y tramoya de teatro
clásico. Cuando en el teatro los personajes se entregan en dar a conocer,
mediante el monólogo, la narración de los hechos, situaciones y sensaciones que
se están generando en la historia que se quiere contar. Me recordaba a algunos
momentos de aquel peculiar Sancho Panza que Mario Moreno interpretó en “Don
Quijote cabalga de nuevo” pero sobre todo a tantos “Quijotes” que agarran lo
que pueden y se ponen a la faena porque, el miedo, no va jamás en burro.
Eficazmente cómicos, Enric y Selu, desarrollan y ponen en práctica ideas
caciquiles tan excéntricas como la de este burro que pegaba patadas en un lugar
que desconoce en naturaleza por tratarse de una bestia bella pero bestia. Momemtos peligrosos para lo actores con la burrita mosqueada.
Preciosa tela de araña que
teje mantis de amor entre “Conrado” y “Aurora”. La confesión de Conrado termina
poniendo una mirada entre mística y ultra amorosa en “Aurora” y “María”
reflexiona vitalmente sobre ese misterioso determinismo que hace que, lo más insospechado e improbable, rodee al ¿por qué se conoce a
las personas? y al ¿ por qué nos enamoramos de personas absolutamente ajenas a
nuestra dirección y de camino opuestos que nos tropezamos por puro azar?.
“Conrado”, por su parte, parece va construyendo sus sueños, destruyendo
ilusiones a base de ir dando bandazos por el mundo sin rumbo fijo ni una meta
clara aunque en su estilo errante, con mochila y aventura inesperada. Un
personaje aparentemente repleto de carencias pero con un buen escritorio y parné.
Pero tengo que reconocer que
las dos mejores secuencias han sido la desarrollada entre “Anibal” y “Rita” y
la de los dos hermanos, solos y que un día se deberán despedir, cuando mi
hermano se fue de casa por primera vez, que diría Serrat.
Jorge Pobes rebaja miradas,
las gradúa sabiamente, y su crescendo dramático de paliza y violencia se
desvanecen para asomar como un manipulador que pasa a otra fase en la tortura, no necesita de la violencia porque el
peligro puede haber pasado, intenta empatizar con su esposa sin cargar el
cinturón pero ya es intragable la digestión de tal sujeto y de la situación de
perdida de respeto total, de desencuentro y desamor, lo que por otro lado le va bien al juego que continua
el torturador(“Rita” sigue en casa, aislada, con la cara quebrada) pero con un
“Aníbal” que no puede alcanzar eso que es lo que más queremos los hombres: que
nos amen por nosotros que las amamos a ellas y les damos todo y no por los
zurriagadazos o para satisfacer el ego machoide de la “Quebrada del Lobo”, algo
imposible cuando una mujer dice “No”. PV no es un serial de hombres, creo yo,
sino de mujeres que tiene muy claro su deseo, sea el que es y a la vista está.
Hoy, Jorge, parecía lelo, fingimiento. Obnubilado pero con el mismo pelaje y
catadura moral de siempre, porque se las
ve que no va a disfrutar de las
urgencias de la carne como él quisiera gozar, que no fuera con una muñeca
de hínchale y se va a quedar con un par de sumarias secuencias de ver como la
lavan la ropa y le ponen un plato de gachas en la mesa. Con o sin zurribanda.
Le lanzaba un bombón envenenado pero no cuela ya.
Dos huérfanos en compañía,
pero faltos de la compañía de sus padres. El guión y los intereses
contractuales nos privaron de ellos. Una secuencia muy sencilla y emotiva.
Creando un fantástico imaginario sobre el futuro de “Aurora”, llegando a
nuestro sentir a través de unas razones absolutamente emocionales y
universales. Un choque entre el frío de lo que deja el ayer que se marcha y la
calidez emocional de la unión de estos dos dignísimos hijos de “Pepa Balmes”.
Casi corren en paralelo a aquella mujer en ideas, rebeldía, orgullo,
situaciones y sentimientos. Son muy sentimentales y sus actores han bordado
este momento. Jordi y Ariadna.
Muchas gracias a Mario
Zorrilla por la entrevista concedida. Creo ha sido magnífica, no por mí sino
por el hombre informado, inquieto y culto que es Mario que da un juego
radiofónico descomunal. Le deseo mucha suerte en Ámsterdam y agradecido a PV
que me haya dado la oportunidad de conocer y tratar a una gran e inmensa
persona como él.
A destacar también a Inma Gamarra, Ramón Ibarra y a la fenómeno
televisivo María Bouzas en la comprometida y onírica secuencia de la clínica.
Feroz, agria, romántica, misteriosa, agria disección de la vida ante la
enfermedad y la incapacidad, el universo de los amores casi manicomiales y de
los rencuentros entre perturbadores personajes. Es elogiable que se saque tanto
poder expresivo, tanta aparente maldad y enfermiza psicopatía, tanta belleza y
amor, tanta literatura, de una lástima tan grande como le acaece a “Francisca”.
Un saludo a Javier Abad. Nunca lo he dicho pero y en alguna ocasión he puesto alguna foto mía a la edad más o menos la del Javier de ahora, y nos parecemos. Eso me dicen en casa. Yo algo más guapo.
Os dejo con la grabación de esta mañana en este enlace.
No hay comentarios:
Publicar un comentario