Inma Gamarra EN NOVIEMBRE EN URDIN IRRATIA.
La "Jesusa" de "El secreto de Puente Viejo"
"Se
atrevido, se diferente, se poco práctico, se cualquier cosa que asegure
tu objetivo y tu visión imaginativa frente a los jugadores seguros, las
criaturas comunes, los esclavos de lo ordinario".(Peter Lindbergh)
En esta ocasión os voy a dar un poco de optimismo, un poco de mágia en estado puro, un poco de, por que no, buen "rollo".
Llega
la primavera y con ella os quiero presentar a una actriz, que
afortunadamente es muy conocida para muchos de vosotros, pero que quiero
darme el placer de mostraros sus/mis fotos:
Inma Gamarra.
Inma
tiene un curriculum abrumador, ha participado en numerosas series de tv
(Lobos, Hospital Central, Policias, etc), y en más de una decena de
obras de teatro. Actualmente podeis encontrarla en un novedoso proyecto
teatral, "Teatro en serie" que consiste en la representación de una obra
por capítulos, no os lo podeis perder.Filmography
Actress (8 credits)
2002
Hospital Central
(TV Series)
Mujer embarazada
Mujer embarazada
- Un día libre
(2002)
... Mujer embarazada
(as Inma Gamarra)
2001
Siete cafés por semana
(Short)
2000-2001
Policías, en el corazón de la calle
(TV Series)
- Luchando cuerpo a cuerpo con la muerte
(2001)
... (as Inma Gamarra)
- El fantasma del beso delincuente
(2000)
- Despierta. Calla. Escucha
(2000)
... (as Inma Gamarra)
- Junto a mí, sin cesar, se agita el demonio
(2000)
... (as Inma Gamarra)
- Te forjé como un arma
(2000)
... (as Inma Gamarra)
1998-2000
Compañeros
(TV Series)
- Hacemos un buen equipo
(2000)
- No te fallaré
(1998)
- Sin despedirme
(1998)
1998-1999
Médico de familia
(TV Series)
Mónica
Mónica
- Estado crítico
(1999)
... Mónica
(as Inmaculada Gamarra)
- A propósito de Poli
(1998)
... Mónica
Inmaculada Gamarra
EN URDIN IRRATIA SAN SEBASTIÁN 108.0 FM en Noviembre.
Conecatremos con Madrid para que ustedes conozcan a una actriz increible.
Nuestros ex-alumnos Inma Gamarra y Fran Calvo en TEATRO EN SERIE!
INMA GAMARRA EN DON JUAN TENORIO
“Don Juan Tenorio” de José Zorrilla.
Reparto: Ramón Langa, Lidia Palazuelos, Karmele Aranburu, Carlos
Domingo, Antonio M.M., Emilio Morales, David Carrio, Daniel Ghersi,
Susana Garrote, Ángel Garralón, Inma Gamarra, Marta Malone, Guillermo
Berasategui, David Díaz, Laura Barta, Ana Santos-Olmo, Rebeca Sierra.
Versión y Dirección: Juan Polanco. Dirección de verso: Karmele Aranburu.
Coreografía: Raúl Cassinerio. Escenografía: Mónica Florensa y Juan
Polanco. Espacio sonoro: Jorge Muñoz. Vestuario: Mónica Florensa.
Dirección técnica: David Linde. Producción: Concejalía de Cultura del
Excmo. Ayuntamiento de Alcalá de Henares y de la Empresa Municipal
Promoción de Alcalá. 30 de Octubre de 2011. Huerta del Obispo. 20.00
horas.
Don Juan Tenorio es la pieza más representada
en la historia del teatro español. Curiosamente fue la primera obra de
teatro a la que asistí. Me cuentan mis padres que tenía 15 meses cuando,
sentado en la silla de paseo, viví con entusiasmo mi primer Don Juan en Alcalá,
esa fiesta anual del teatro itinerante con fastuosos escenarios
repartidos por el casco histórico y actores desplazándose entre el
público a caballo. Era el año 1986. Oficiaba Antonio Guirau de director,
con Tony Isbert, Amparo Larrañaga y Gracita Morales a la cabeza del
elenco. Por supuesto no recuerdo nada del montaje. Sin embargo asistir
con puntualidad año tras a la cita con Tenorio durante el puente de
Todos los Santos ha sido una experiencia fundacional que ha forjado mi
sensibilidad de espectador y que sembró en mí, desde muy pequeño, la
pasión por el teatro.
Por razones que probablemente no obedecen
al criterio ni a la crítica, sino a la fascinación del pre-adolescente,
diré que las tres producciones que más atesoro en mi memoria fueron la
del año 1997 (con Guirau de nuevo como director, Luis Merlo de Don Juan,
Silvia Marsó de Doña Inés y Carmen Rossi en el papel de Brígida) y las
dirigidas por María Ruiz en 1999 y 2000 (en la primera Jesús Cisneros,
Yolanda Arestegui y Carmen Rossi como actores; en la segunda Pedro María
Sánchez, Arestegui y Berta Riaza). La soberbia luna llena ascendiendo
sobre las estatuas del cementerio con la que Ruiz dio cierre a su
montaje en 1999, y esa misma luna, convertida al año siguiente en
proyección hiperrealista para ambientar la escena del diván en una de
las más tórridas y memorables versiones del clásico, fueron uno de los
muchos detalles que me impactaron (aunque debo añadir que la plataforma
hidráulica de más de diez metros iluminada por unos puntos de luz que
parecían espermatozoides a la carrera, plataforma con la que Don Juan y
Doña Inés subieron al cielo al final de esa versión, me enseñó que
siempre es posible afear un montaje de matrícula en los últimos
minutos).
Desde esas versiones estelares hasta ahora han cambiado algunas cosas. El Don Juan en Alcalá
ha sido declarado «Fiesta de interés turístico regional».
Paradójicamente, desde tal nombramiento en el año 2002, las producciones
cuentan cada vez con menos medios: las grandes escenografías y
vestuarios de Cornejo, los actores más hot de la temporada, los
elencos multitudinarios, los caballos, las carrozas, la animación por
las calles a cargo de las compañías teatrales locales, la música en
directo de la Schola Cantorum, o el coro de monjas
procesionando por la terraza neogótica del Palacio Arzobispal han ido
desapareciendo gradualmente. El carácter itinerante de la fiesta, uno de
sus rasgos de identidad, se ha reducido también considerablemente en la
última década, hasta el punto de que ahora el espectáculo está
confinado al espacio de la Huerta del Obispo y, en el caso de este año, a
un único gran escenario dividido en tres cuerpos.
La crisis se nota, qué duda cabe, pero la falta de dinero no tiene por qué ser un freno a la creatividad.
Por lo tanto, será mejor dejarse de
recuerdos y nostalgias y centrarse en la producción que Juan Polanco y
su equipo nos ha ofrecido este año.
Ya van tres ediciones firmadas por
Polanco. En esta ocasión el director nos lanza desde el programa de
mano la siguiente batería de preguntas: «¿Se imaginan un Don Juan en
Alcalá con los versos de Zorilla e inspirado en una tragedia griega? ¿Se
imaginan el espíritu de Eurípides cabalgando sobre el Don Juan Tenorio?
¿Por qué no bucear en los orígenes mismos del teatro para valorar la
esencia del drama y destino de Don Juan?»
A priori se trata de un planteamiento
provocador aunque quizás un poco desconcertante. Vivimos sumergidos en
una cultura teatral híbrida, desde luego; las fronteras entre los
géneros y las disciplinas artísticas se han vuelto, como diría Zygmunt Bauman, líquidas. Sin embargo lo relevante sería preguntar: ¿de qué forma puede la tragedia griega enriquecer e iluminar un «drama fantástico-religioso» del romanticismo decimonónico?
¿qué convenciones del teatro griego son transplantadas específicamente a
este montaje?, y por último ¿cuán efectivo es el resultado desde un
punto de vista estético?
Empecemos por el medio, enumerando los
elementos que a mi ver Polanco toma prestados de la tragedia ática: 1)
una concepción ritual del teatro; 2) el uso de un coro de actores,
entendido en su aspecto coreográfico más que declamatorio; y 3) la
utilización de máscaras.
Estos tres elementos están
interconectados entre sí: las máscaras con su simple presencia en el
escenario ritualizan; el ritual necesita de los oficiantes del coro para
ser actualizado; el coro emplea las máscaras como marcador de su
identidad colectiva y las máscaras permiten que sus miembros, al
despojarse de ellas, se individualicen y conviertan en otro personaje de
la historia.
Todo esto quedó perfectamente resumido en
el primer momento del montaje. Una inmensa tela ondulante que cubría
todo el escenario, latiendo como un corazón, dio paso al cuerpo de
actores congelados en una instantánea maravillosamente plástica:
ataviados con ricos ropajes de época (el vestuario de Mónica Florensa
hermosísimo y muy bien pensado), sus rostros cubiertos por máscaras
mezcla Carnaval de Venecia con Commedia dell’Arte, aparecieron los
miembros del coro. Los espectros cobraron movimiento. Tres jóvenes
canéforas vertieron con lentitud y ceremonia el contenido de sus jarras.
Fina lluvia de arena sobre plata bruñida. La ofrenda estaba hecha. El
espacio teatral dispuesto para que comenzara la representación.
Entonces apareció Don Juan y profirió el
celebérrimo «¡Cuán gritan esos malditos! / ¡Pero mal rayo me parta si en
concluyendo la carta / no pagan caros sus gritos!»
Aquí comenzaron los problemas.
Estas fantásticas líneas con las que se
inicia la obra fueron pronunciadas y recibidas en medio de un ritualista
silencio sepulcral. El «Libertinaje y escándalo» con
el que Zorilla subtitula este Acto Primero, el vino, la fiesta, el
carnaval, y sobre todo los gritos, no estaban por ninguna parte. Los
malditos parecían haberse quedado afónicos bajo sus máscaras. Y esa
falta de escándalo, de lubricidad, de energía, de chispa y movimiento
fue en mi opinión una de las grandes omisiones del espectáculo. ¿Culpa
de la sobriedad ritual?
Hablemos ahora del coro, sin duda uno de los protagonistas del montaje. Integrado por 13 actores, en su totalidad alumnos de la Academia del Verso
de Alcalá de Henares, su función principal fue la de suplir la falta de
escenografía. Pero que nadie tome esto como un comentario frívolo o
despectivo. Al contrario, me parece que el trabajo que hicieron los
actores del coro fue sobresaliente: un trabajo a menudo invisible, como
debía ser, y por lo tanto muy poco agradecido ya que el gran esfuerzo
físico y mental que una tarea así acarrea pasa generalmente
desapercibido por los que observan desde más allá de las tablas.
A través de sus movimientos
coreografiados y de su posicionamiento estratégico en escena los
miembros del coro se convirtieron en mesas, en sillas, en la reja de la
ventana de doña Ana de Pantoja e incluso en el río Guadalquivir. Hubo
momentos deslumbrantes y otros que no tanto. La estatua-árbol (una
actriz del coro encaramada a una plataforma, con ramas en sus manos y un
larguísimo traje blanco cuyos pliegues daban forma al diván donde don
Juan acaba de conquistar a doña Inés) desentonaba allí como extraña
Reina de las Nieves en medio de una estética barroca de capa y espada.
Por otro lado, la creación de las esculturas por parte del coro en la
escena del panteón fue un soberbio recordatorio de cómo es posible hacer
magia sobre un escenario con medios reducidos. Y hablando del
cementerio, otro acierto de Polanco: el desdoblamiento del escultor en
cuatro actores cuyos cuerpos anticiparon la multitud de sombras a las
que Don Juan estaba a punto de enfrentarse.
*
Ya he mencionado los elementos sacados de
la tragedia griega y he apuntado el impacto estético en el montaje de
algunas de esas decisiones del director y el equipo artístico. Ahora me
gustaría volver la atención a los actores principales.
Empecemos por el personaje que da título al drama.
Cuando el Tenorio de Ramón Langa
comenzó a hablar en los primeros momentos de la obra pensé: «¡Dios mío!
¡El Ayuntamiento de Alcalá ha contratado a Bruce Willis para hacer de
don Juan!». Hasta anoche mismo desconocía el hecho de que Langa es el
doblador de Willis y de Kevin Costner en español.
Por cortesía de Fran Calvo, Inma Gamarra, Carlos Chamorro e Inma Isla en una escena de la obra
Por cortesí
Días como estos
“Días como estos” es la primera obra de TEATRO EN SERIE, dirigida y escrita por Luis López de Arriba e interpretada por Nacho Rubio, Inma Isla, Fran Calvo, Jorge Elorza, Inma Gamarra y Miguel Uribe. Una obra por capítulos que camina entre la comedia y el drama.“Días como estos” cuenta la historia de unos personajes que descubren que el cambio es el motor del mundo y que las oportunidades, esos trenes que pasan sólo una vez, esas puertas que se abren, están para aprovecharlas.
La primera serie de TeatroEnSerie “Días como estos” cuenta con su propia sintonía creada por el grupo musical Los Infumables. Sigue su música y la sintonía de “Días como estos”
Una obra de teatro por capítulos, que se desarrolla y representa en una
librería real. Este es el germen de “Días como estos”, primer proyecto
de TEATRO EN SERIE.
En la imaginación del autor empezó a dibujarse el
personaje principal, el librero, como alguien en conflicto con su propio
entorno, desordenado, cercano, con sentido del humor, pero melancólico.
El personaje tendría que enamorarse, en este caso de Ana, decidida y
literaria. En el proceso apareció la figura de Alberto, tan necesario
como Ana, amigo de Martín, y finalmente Elena, el contrapunto cómico, la
inocencia y la sorpresa. Además de los personajes teníamos el espacio
en el que se iba a desarrollar la obra, una librería real con una
identidad propia y un encanto especial, un lugar vivo en el que otros
personajes tendrían necesariamente que entrar y salir para entender
mejor a nuestros cuatro protagonistas, como en la vida misma.
Así se fue escribiendo el primer capítulo de “Días como estos”, prácticamente solo porque los personajes pedían contar su historia a gritos, personajes reconocibles, casi reales con inquietudes parecidas a las nuestras, en una ciudad parecida a la nuestra.
En esta primera entrega, había que presentarles y, a la vez, crear una historia que enganchara al público e invitara a seguir capítulo tras capítulo a nuestros personajes en la librería.
Después vino el trabajo con los actores, con el que se fue concluyendo el proceso de la dramaturgia y la historia fue creciendo y mejorando cada día. Resultó que Martín tenía una ironía y una conciencia del mundo que le rodea mayor de lo que podía pensar, que Ana cobraba una profundidad y fragilidad muy creíbles, que Alberto se alejaba del cliché del intelectual incomprendido para convertirse en un personaje original, tierno y ácido a la vez; y que Elena pasaba de ser un contrapunto inocente de los demás personajes a ser un personaje con luz, determinado y fuerte. Las aportaciones de los actores y la posibilidad de hacer pruebas del texto en los ensayos condujeron a una mejor cohesión del montaje y a alcanzar ese código propio, ese lenguaje nuevo, que todo montaje teatral y, en realidad, toda obra artística, debe tener. Y esto es sólo el primer capítulo de la serie.
Así se fue escribiendo el primer capítulo de “Días como estos”, prácticamente solo porque los personajes pedían contar su historia a gritos, personajes reconocibles, casi reales con inquietudes parecidas a las nuestras, en una ciudad parecida a la nuestra.
En esta primera entrega, había que presentarles y, a la vez, crear una historia que enganchara al público e invitara a seguir capítulo tras capítulo a nuestros personajes en la librería.
Después vino el trabajo con los actores, con el que se fue concluyendo el proceso de la dramaturgia y la historia fue creciendo y mejorando cada día. Resultó que Martín tenía una ironía y una conciencia del mundo que le rodea mayor de lo que podía pensar, que Ana cobraba una profundidad y fragilidad muy creíbles, que Alberto se alejaba del cliché del intelectual incomprendido para convertirse en un personaje original, tierno y ácido a la vez; y que Elena pasaba de ser un contrapunto inocente de los demás personajes a ser un personaje con luz, determinado y fuerte. Las aportaciones de los actores y la posibilidad de hacer pruebas del texto en los ensayos condujeron a una mejor cohesión del montaje y a alcanzar ese código propio, ese lenguaje nuevo, que todo montaje teatral y, en realidad, toda obra artística, debe tener. Y esto es sólo el primer capítulo de la serie.
Elena – Inma Gamarra
No recuerdo bien
los argumentos de las películas, ni de los libros, se me olvidan. Y no
se me olvidan de un año para otro, ni de un mes para otro. Veo una
película un lunes y el viernes apenas recuerdo el final. La memoria es
muy rara. Crees que recuerdas algo, pero luego no estás seguro de
haberlo vivido en realidad, a lo mejor no fue tal y cómo lo recuerdas,
hay cambios, hay ligeros cambios o cambios importantes. O sólo es algo
que has soñado, nunca se sabe…
EN NOVIEMBRE CON NOSOTROS DESDE DONOSTI
EN "PÁGINA EN BLANCO".
URDIN IRRATIA 108.0 FM
SAN SEBASTIÁN
Así se fue escribiendo el primer capítulo de “Días como estos”, prácticamente solo porque los personajes pedían contar su historia a gritos, personajes reconocibles, casi reales con inquietudes parecidas a las nuestras, en una ciudad parecida a la nuestra.
En esta primera entrega, había que presentarles y, a la vez, crear una historia que enganchara al público e invitara a seguir capítulo tras capítulo a nuestros personajes en la librería.
Después vino el trabajo con los actores, con el que se fue concluyendo el proceso de la dramaturgia y la historia fue creciendo y mejorando cada día. Resultó que Martín tenía una ironía y una conciencia del mundo que le rodea mayor de lo que podía pensar, que Ana cobraba una profundidad y fragilidad muy creíbles, que Alberto se alejaba del cliché del intelectual incomprendido para convertirse en un personaje original, tierno y ácido a la vez; y que Elena pasaba de ser un contrapunto inocente de los demás personajes a ser un personaje con luz, determinado y fuerte. Las aportaciones de los actores y la posibilidad de hacer pruebas del texto en los ensayos condujeron a una mejor cohesión del montaje y a alcanzar ese código propio, ese lenguaje nuevo, que todo montaje teatral y, en realidad, toda obra artística, debe tener. Y esto es sólo el primer capítulo de la sena obra de teatro por capítulos, que se desarrolla y representa en una librería real. Este es el germen de “Días como estos”, primer proyecto de TEATRO EN SERIE. En la imaginación del autor empezó a dibujarse el personaje principal, el librero, como alguien en conflicto con su propio entorno, desordenado, cercano, con sentido del humor, pero melancólico. El personaje tendría que enamorarse, en este caso de Ana, decidida y literaria. En el proceso apareció la figura de Alberto, tan necesario como Ana, amigo de Martín, y finalmente Elena, el contrapunto cómico, la inocencia y la sorpresa. Además de los personajes teníamos el espacio en el que se iba a desarrollar la obra, una librería real con una identidad propia y un encanto especial, un lugar vivo en el que otros personajes tendrían necesariamente que entrar y salir para entender mejor a nuestros cuatro protagonistas, como en la vida misma.
Así se fue escribiendo el primer capítulo de “Días como estos”, prácticamente solo porque los personajes pedían contar su historia a gritos, personajes reconocibles, casi reales con inquietudes parecidas a las nuestras, en una ciudad parecida a la nuestra.
En esta primera entrega, había que presentarles y, a la vez, crear una historia que enganchara al público e invitara a seguir capítulo tras capítulo a nuestros personajes en la librería.
Después vino el trabajo con los actores, con el que se fue concluyendo el proceso de la dramaturgia y la historia fue creciendo y mejorando cada día. Resultó que Martín tenía una ironía y una conciencia del mundo que le rodea mayor de lo que podía pensar, que Ana cobraba una profundidad y fragilidad muy creíbles, que Alberto se alejaba del cliché del intelectual incomprendido para convertirse en un personaje original, tierno y ácido a la vez; y que Elena pasaba de ser un contrapunto inocente de los demás personajes a ser un personaje con luz, determinado y fuerte. Las aportaciones de los actores y la posibilidad de hacer pruebas del texto en los ensayos condujeron a una mejor cohesión del montaje y a alcanzar ese código propio, ese lenguaje nuevo, que todo montaje teatral y, en realidad, toda obra artística, debe tener. Y esto es sólo el primer capítulo de la see Teatro eFran Calvo, Inma Gamarra, Carlos Chamorro e Inma Isla en una escena de la obra
Por cortesía de Teatro en serien serieTeatro en serie
Que bien jose ignacio debias de ir entrevistando a todos los de puente viejo pero ya se que muchos no quieren o te he leido algo así. Estoy esperando a Mario también que me gusto muchisimo y desde luego es un señor muy culto yo hasta le veo con mas interes ahora.Inma me gusta muchisimo sobre todo cuando se quita los zapatos es genial y como insulta a francisca. Preguntale si va aseguir mucho tiempo en la serie. Y para ti un besote de esta tu admiradora
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