Grandioso capítulo
absolutamente a guardar en videoteca, con algunos otros que aquí citamos en
ocasiones. Inmensas interpretaciones de los actores, en especial de Blanca
Parés, Selu Nieto, Carlota Baró, Jorge Pobes y Carlos Serrano. No sé ni por donde empezar. Se me descacharra todo el
argumentario. La emoción me embarga y todo ha sido hoy rigor, sadismo y
emoción, llanto, con una contención soterrada habida cuenta del horario, que no
nos ha salvado de caer en la tentación de la lágrima. Sin querer establecer
analogías con el presente, cuanto de él había ya entonces. Lanza brutal contra
dos mujeres contestatarias por parte de unos cabestros primitivos y con
sospecha que su “chola” no funciona por falta de aceite.
Las dos secuencias de la
violencia agresora, me han puesto el pelo como escarpias. La visión de lo
horrendo hacia los seres que más quiero, las mujeres, aún en la ficción, me
hace coger la carabina incluso contra la invención y el fingimiento de la
trama. Hubiera hecho como en “La rosa púrpura del Cairo”, de Allen, meterme en
el plasma y darles dos lechazos a “Fernando” y a “Aníbal". Insuperables los dos
actorazos y, repito, muy valientes para los tiempos que corren que con tanta
justicia penalizan la agresión vil y cobarde a las mujeres y que da repugnancia contemplada incluso artísticamente.
Hubiera cogido al puto tullido pegando a mi “Mariana” y lo mando con mi fuerza
física que no es poca al interior del pozo de la “Casona” y después lanzo una bomba nuclear. Y a “Aníbal” le cuelgo del cinto
para apalear a su frágil esposa, niña violentada constantemente por este loco.
Como “Alfonso” que por poco le suelta un puñetazo en sus cínicos morretes y una
patada en la pierna mala y peor al asesino y torturador de “Fernando”, verdugo
martirizador de peor desvergüenza y más negra conciencia.
La idea de lo horrendo hoy
materializada en PV. Que ya se daba en los tiempos de “Pepa” y el martirologio
al que la sometieron. Entonces, nadie se quejaba. Pero existía, que nadie
se rasgue las vestiduras ahora. Algo adosado a la barbarie de este País desde tiempo
ha. Tratada con mucha inteligencia, censura atroz hacia el repulsivo hecho y maldad. Dos diabólicos y
sus malvados comportamientos nos han puesto nerviosos. Una costumbre amoral y
repulsiva de pegar a los supuestamente inferiores, cargando las tintas en la
angustia de estas pobres desheredadas, sobre sus lomos, los golpes y la ira de
unos impotentes sobre la bondad de las buenas mujeres.
Aunque este ortopédico de
“Fernando” del pito apagado ya puede andar con cuidado, que mi “Mariana” se
“cepilló” a uno por menos bailes de Foxtrot. Y la “Rita” lleva una agresividad
contenida que cualquier día aparece el cuello degollado del otro jumento letal.
Los dos acaban en las Fallas quemados por dos falleras mayores. Un capítulo de
duelo de actores, un deleite para los que amamos PV.
A mi “Mariana” no le hacen
desdecirse de su “no” a pesar de la treta muy bien urdida de “Quintina” y de “Hipólito”.
No le hacen cambiar de postura, en una deliciosa secuencia precedida de otra entre
“Quintina” y “Nicolás”, los mimos que debe de dar a la cámara su novio del chasco.
No se deja seducir por lo milimetrado que tiene al personal en su ubicación
ante la cámara. Ni la percha magnética del grácil y florido cameraman. Todo, vendido por "Hipólito". Les ha
reprochado que, el ardid, hubiera sido armado sobre un esqueleto tan facilón
emotivamente, tan tramposo concatenadamente y con tan pintón y apañadito argumento de venta para meterte una ganga de
técnico retratista en instantes de amor.
Blanca Parés estaba soberbia.
En su encuentro con el penado de amor, en sus manifestaciones de registros, ha
pasado por tantos matices que parecía Henry Fonda, salvando las curvas, en “Hasta que llegó su hora”. Se lleva el premio de interpretación. A más “rol” en
Blanca, más osadía interpretativa, soltura que coge Blanquita, mejores textos y
libertad interpretativa, atrevimiento para desarrollarse y crecer como sabíamos
que haría ella cuando apareció en el río de PV, de ciega que casi se ahoga y nosotros de emoción.
Todas las secuencias que interpreta estarán mejor o peor, pero son mágicas.
Toca las fibras sensibles de nuestros respectivos cerebritos. A cada cual, las
suyas. Es muy de aventura medieval en sus registros, en su mirada es de
Chaplin. Épocas, dos, en la que se respiraba una atmósfera viciada pero con genuino
sentido de la maravilla.
Recomiendo sin reservas el
visionado del capítulo. Un tête-a-tête con excelente química, buen compañerismo
y dirigido con grandísima corrección y eficacia sin estridencias.Y sobre todo a Blanca Parés cuando siente tan de verdad el cosquilleo del amor como que es algo maravilloso.
Sigo recibiendo algún privado
que otro sobre mi lenguaraz desconsideración a Alejandro Sigüenza. Incluso, me dicen que
deje de hablar de él en esos términos. Lo siento, pero siguen sin comprenderme.
Incluso me hablan de boicots a mis escritos y que ya practican algunos por lo
que me cuentan. No creo que disloco a la persona, me cuido muy mucho, ni que
hago de su vida privada o de su ser consustancial algo ridículo o perversamente
atentatorio contra su intimidad.
Pero he disfrutado en la secuencia final con el sueño de “Conrado”. He
recordado uno de mis filmes favoritos que tiene una música que me rechifla: “La
leyenda de la ciudad sin nombre” de Joshua Logan. Que la vi, con mis
padres, cuando era un niño, en el
antiguo “Gran Kursaal” de San Sebastián. Aquellos que atravesaban el charco
para establecerse en territorios donde la leyenda situaba a las mayores vetas
del oro. La fiebre de los errantes del
“Paint your Wagon”. Lee Marvin, Clint Eastwood y la inolvidable Jean
Seberg. Auténtico minero como aquellos que ponían nombres a la lluvia, al fuego
y al viento al que llamaban “María”, que se pegaban lingotazos cuando la
soledad era su única compañera en los días de lluvia, que soñaban con el oro
puro y la riqueza. Puntazo de PV. Un poema de libertad y aire taciturno, por
ello que le contemplábamos a “Conrado” como un vaquero en su primera aparición
el PV. “Conrado” ha estado pictórico y sincero. Idealista, onírico y comienza a
enamorarse de “Aurora” y ella de él.
Se aproximan tiempos a PV de envidias supremas, obsesiones, locuras febriles y pasiones por alcanzar la riqueza más deseada por el ser humano desde siempre: La piedra del ORO. Seguiremos este episodio y el amor que nace.
Buena secuencia coral, iniciada ayer y muy bien resuelta.El linchamiento no llega a su próxima estación. Retorno a la cotidianidad hasta que se descubra que puede haber oro y... !Lo que puede suceder!!!!.
Peso de dos actorazos, los dos Marios. Interpretan como si nada. Lo que son las tablas. Parece de verdad por su pasmosa naturalidad. El personaje de "Mauricio" y su actor Mario Zorrilla, tiene un relieve polícromo que despista en muchas ocasiones, por sus salidas y lealtad asumida. Ayer, negando a "Gonzalo" el que fuera a la "Casona" como no hubiera querido "Su Señora". Hoy, con la bebida y la confesión sobre la alarma en PV y el intento de linchamiento a quien puede resolverlo, el padre" Anselmo" demuestra las atávicas entendederas de este personaje criado entre señores. Sin gran solemnidad y con total seriedad discurre este momento de la foto.
!Jesusa!. Que te van a pillar en zapatillas por casa y sin haberlas pagado. Agradezco a Inma Gamarra su atención para conmigo ayer. Su apellido me dice mucho porque una de las pocas personas de los viejos tiempos de la radio donostiarra, que vive y me conoce muy bien y me aprecia, Félix Gamarra de Radio San Sebastián, quien me enseñó mucho de radio y a transmitir el Festival del cine, tiene ese apellido.Como yo le llamo cuando le entrevisto "El gran Gatsby". A él le dedico hoy el artículo.
Excelente secuencia, donde todo estaba milimetrado.Una perfecata estructura narativa y una situación explicada en imágenes punto por detalle. La família y un leve juego cómplice ante un malvado malnacido.
Chantajista de lujjo que usa hasta de la extorsión para vender trajes y colocarse de Star System por entre las calles y plaza de PV. !Gran Maribel Ripoll!.
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