CUANDO EL AMOR MANDA EN PUENTE VIEJO

Que quede claro que no voy a dejar de escribir sobre el serial de "Puente Viejo". No les voy  a dar esa alegría a algun@s ni esa misma tristeza a otr@s. Os prometo que el lunes estaré. Sólo que me he cogido unos días de descanso en mi trabajo que aprovecharé para reflexionar sobre el modo en el que escribiré mis artículos, su extensión y su inclusión o no en ciertos muros.

Será algo más o menos así:

ACTRIZ DEL DÍA:  Maribel Ripoll

Por su arrojo interpretativo sin estridencias aunque estruendoso. Por despachar con total credibilidad a una viciosa y pésima profesora, una "Nicanora" que debía besar por donde camina esta familia que les abrió sus puertas con inocencia y "cuartos" y que abusó de su confianza  al enredar al pobre "Hipólito" en una historia manipulada sobre un inexistente interés sexual del mismo hacia ella, una "lagarta" a la que araña, "Dolores"como madre, porque sólo ella es quien tiene facultades y poderes para criticar a su nuera (momento antológico) y nadie más. Simbología inmensa donde la loba es ella, "Dolores"; la otra es un cordero degollado por los premolares de la "alcaldesa consorte" que le pega un muerdo a la absoluta falta de ética en la beata, una mojigata  que pierde sus papeles al carecer de fingimientos creíbles para engañar a unas gentes de un pueblo aparentemente fácilmente manipulable.

ACTOR DEL DÍA:  Rubén Serrano

Este momento en la cárcel nos ha dejado boquiabiertos  por su gran espectacularidad dentro de cuatro paredes húmedas y desconchadas. Gran Rubén que es un personaje absolutamente dinamitero. Ha conseguido crear una interpretación sublime con material excrementicio a su alrededor, tal cual es el canalla que ya experimentaba una sobada con la lengua a "Aurora". Ferozmente ultrajada ella por este baboso, apelando de ese retorcido y pornográfico modo a su fibra de amor más sensible, se conmueve pensando en la pobre en boca de este asqueroso, tiembla y le vomita a puñetazos. Dominio del momento y pelea absolutamente a convencer. Espléndida secuencia, muy negra en sus entrañas y dentro de la mejor tradición del cine carcelario y televisión criminal donde siempre pesa ese hálito de reyerta y castigo, con sus fugas y convictos.

LA SECUENCIA DEL DÍA Y SUS ACTORES: BLANCA PARÉS Y SELU NIETO

CUANDO EL AMOR MANDA EN PUENTE VIEJO.

Una visión dulce de unas relaciones tratadas con ternura y muy dignamente. 

Lo que hasta hace poco era un acoso hacia un inocente buen marido, cargado de santurronería y estrambote, acaba en esta feliz secuencia con un triunfo del amor sencillo y matrimonial, cargado de melancolía y buenos sentimientos, afirmando esa nostalgia que une estos benditos que nacieron el uno para la otra y a los que les unen tantos recuerdos y sentimientos de amor verificados cada día y que son infranqueables. Blanca esta soberbia estos días. Yo no me suelo fijar tanto en clamorosas interpretaciones declamatorias como en estas a las que los palmeros dan menos importancia y que se encuentran algo aisladas pero son de muy esforzada interpretación y sublime melancolía, donde experimentamos un mundo emocional y un viaje imposible ya pero añorado a nuestro pasado.

Blanca y Selu, a pesar de su juventud lo han sabido transmitir como ya unos ancianos de leyenda.

Neorrealismo costumbrista y cine de un buen Berlanga o Bardem. Fernando Fernán Gómez y Analía Gadé,  de Manuel de Juan (aquel gran actor de doblaje, de voz clara, que siempre hacía de padre de Analía) y de Elvira Quintillá.

Un homenaje  a la fidelidad de los enamorados; a cuando nuestros bisabuelos se conocieron; a todos los que saben superar las tentaciones y duermen por muchos años juntos y calentitos después de perdonarse siempre y ver como crecen sus hijos en el cuarto de al lado; a los que apechugan con lo poquísimo que tienen y son felices e inocentes en su pareja de dos mientras ven nacer a sus hijos; a quienes declaran constante amor mientras venden garbanzos o velas. A los que se les pasa la vida y se les arruga la piel y van contando a los biznietos sobre cómo era su vida en aquellos días en los que, en PV, aún no había llegado la electrónica y las calesas trotaban por los caminos repletos de bandidos, en aquellos años 20, cuando las lobas en celo acechaban a los maridos, esperando la luna llena y aullando en la plaza del pueblo para ver por donde podían hincar.

Ellos dos, Blanca y Selu, son los merecedores del premio como mejor secuencia e interpretación de aquel maravilloso costumbrismo en tiempos de pocos recursos. Y porque la lección que transmite este momento es que, a pesar de transcurrido el tiempo, con referencia a la óptica actual, no han cambiado casi nada las costumbres y las luchas por mantener a la gente que se quiere, unida. Aunque disfrutemos de ciertos progresos tecnológicos, que no lo había en aquella España de 1921, la cartografía de rencuentro con aquel pasado es más próxima de lo que parece; en su punto de humor inocente dentro de aquel descarnado realismo ante los problemas domésticos, casi los mismos que ahora y en cuestión de cuernos y supervivencia matrimonial.

Pocas secuencias de PV nos han explicado cómo eran de bonitos los amores de las gentes de los pueblos (ni los amores de "Pepa o de algunos otros), los sentimientos y las condiciones de vida real, la esperanza y la redención, los sueños, anhelos y frustraciones, cuando los enamorados vivían dichosamente, casi de lo poco que tenía y recogidos sobre sí mismos, y la desilusión y el desencantamiento podía llegar hacia ellos, borrando aquel color rosa que "Quintina" reconocía por su olor distinto.