Enamorado embobado, perfecta reconstrucción de lo tontos que somos los hombres cuando nos enamoramos que ponemos gestos tan bobalicones como este de "Conrado". Sonrisa que disipa tristeza, sonrisa de lado alado que es un rostro brutal de un gigante enamorado. Sonrisas que hace amar a esa persona, que ha llenado todo el vacío y tristeza de "Conrado" y que le salva de tantos llantos y dolores, una sonrisa que es la vuelta de todo lo que se creía perdido para siempre.
Flojillo capítulo, el último que comento ya que desde mañana me dedico al Festival donostiarra y hasta la finalización del mismo no escribiré sobre PV. Ha carecido de bastante interés y destaco algunos rostros durante la tarde que me han conmovido algo, lo demás muy delicuescente y hasta incluso a los actores se les notaba cansados y haciendo esfuerzos sobrehumanos para dar cierta credibilidad al lánguido capítulo. Tales el caso de Selu que se nota compagina la serie con otros trabajos y se le encuentra algo agotado y con poca chispa.
Se nos ha hecho "Hipólito" un madrugador e intrépido cartero que con mal o buen tiempo es el mejor cartero de PV, un ser muy bueno que además lleva a su chica, al lado, como una herradura. mientras crea momentos de realismo y fantasía casi de clásicos de viñeta animada.
"Mauricio", un rostro perfectamente suspicaz al que no le pilla de sorpresa lo que "Inés" pide a "Fe" porque es el testigo mudo de lo que se urde en las catacumbas de la "Casona" sin poderlo revelar y además haciéndose el no enterado.
Mario Zorrilla domina su tiempo en la secuencia, suficiente para ver las grietas de donde se cuelan las crueldades y se filtra la mano negra en este siniestro lugar, las rencillas, las órdenes impuestas, y las dependencias enfermizas hacia la maldad como modo supremo de como discurre ese tiempo entre muros infernales en el que se ve inmerso y no puede nadie salir de él ileso.
Tal vez el mejor momento de la tarde, una "María" reculando con sorpresa cunado aparece "Aurora" en el "Jaral". Finura y encantamiento en la souplesse del movimiento en Loreto. Una gran elegancia en el movimiento dentro del espacio que avizora la pulcritud en sus modos y el sibaritismo estético de esta buena actriz donostiarra.
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