Nada menos que sacada de aquel film de “Cortina rasgada”, la enfermera “Jesusa”/Inma Gamarra, convincente actriz, podía representar a la bailarina checa o a la duquesa Polaca del film de Hitchcock, nos ha salido radicalizada y bolchevique luchando contra las clases momificadas y en decrepitud irreversible. Venganza, calabozo, juicio sumarísimo y castigo ejemplar para temor del proletariado. Y de paso se queda con la comida y con lo que se arrample.
Secuencia del mal pérfido y perverso contra una pobre catatónica que la encadeno con la escena casi final, la del bien que le procuran a la Bella Durmiente esas cartas de amor y esa “Madame Bovary” que le lee un romántico existencial, apático y de pocas emociones, viejo y marcado por el lirismo individualista, condenado a no separarse del trágico amor de su vida, inaprensible y real: "Raimundo".
Me ha recordado la lectura de la obra de Flaubert, en su efecto terapéutico, a aquel momento de “Blanca Nieves” y su dulce despertar. A aquellas tiernas voces de Jorge Lagunes y de Lupita Pérez Arias en las canciones del “Canto” y de esa otra tan bonita de “Mi príncipe vendrá”. Secuencia muy melancólica, de ritmo contemplativo y mirada íntima. ¡Grandiosa María Bouzas!.
Precisamente me han chocado esas lecturas etéreas de Flaubert a una cacique, ya que la obra es una despiadada crítica a la burguesía provinciana y rural del XIX. Pero en esto de recuerdos y de amores perdidos por la idiocia, todo son lloradas y da mucha pena lo que dejamos atrás. Una obra que retrata a los señores rurales como holgazanes y unos egoístas. De su codicia, mezquinos que se alegran de la desgracia de los demás y si son de los pobres, más aún, porque ansían su exterminio que otros ocuparán su lugar. Aunque hoy han prevalecido en la habitación verde aquellos ideales románticos y exceso de fantasía que nunca llegó a cumplirse. Me ha dado mucha pena ese cuadro entre una mujer que fue bella y arrojada, un existencialista liberal cultivado y peleón y este final de entierro de lozanía y de fuerza vital. Hoy Ramón Ibarra hacía un poco de demiurgo omnipresente, como James Mason en el film de Minnelli, que acompaña a aquella mujer en sus emociones y sentimientos que parece son presagiados y provocan reacción.
Magnífico actor que se esfuerza muchísmo por dar cerdibilidad a su minusvalía y a seguir siendo el villano que ha tenido que hacer cosas muy feas para sobrevivir. Una creación magnífica de Carlos Serrano, que encuentra belleza en su ser basura, en sus goteras de maldad y en su desesperación e impotencia.
PENA QUE UN AÑO DESPUÉS EN 2014 ESTE MISMO SEÑOR A QUIEN SIEMPRE HEMOS CONSIDERADO, SE QUEJARA DE SU PRSENCIA EN LA PORTADA DE MI LIBRO, QUISIERA NO SE PUBLICARA Y ME BORRARA DEL TWITTER. ¡QUÉ IMAGEN CARLOS!
Emoción en el plasma televisivo. Los que nunca mueren, los héroes de los melodramas descansan en sus tumbas antes de volver a la batalla. Son inmortales. Descarga de adrenalina, recuperado por la videoteca para sus fans por unos instantes. Alex Gadea.
Han sido las dos mejores secuencias, unidas a esa tercera del recuento de añoranzas que procuran los objetos y los espacios sobre el ser amado que vivía entre esas paredes y que es ausencia peleona ya. ¡Grande Aída!. Recordando de igual modo los días de aquélla boda de hace un mes que se truncó en tragedia. Aída a quien cada día aprecio mucho más porque supera en técnica y emoción a la mismísima incuestionable Megan Montaner, tiene, demostrándolo hoy en su breve aparición, un estilo impresionista, ultrasensorial y embriagador. La comparo mucho con Olivia de Havilland, tiene esa carita, esa expresión, esos ojos, aún sin la preciosa voz de su doblaje que hacía Elvira Jofre, Aída, mantiene unas constantes hacía la dulzura y la remembranza del amor pasional en muchos filmes de Olivia, más allá de la muerte incluso, que en ocasiones pedía ser la amada del héroe, más allá de la prohibición y de lo más enfermizo.
Híbridos de dos caldos, “Los Mirañetas” que están majaretas. Dentro de poco vamos a tener a Manolo guarda urbano, “Hipólito”, no en la Cibeles sí en PV. Tan chalados como infalible era tu terror pelmazo, terror gore de descoyunte y al uso de varios estilos de comedia en los que el lenguaje y los razonamientos admiten cualquier despropósito falarae. Enric y Selu desbordantes siempre, sin rigor, sin rodeos, rebosantes de intensidad paranoica y de funambulismo escénico y grotesco. !Fantásticos!.
¡Menuda se encuentra Mariana!. Bueno, un poco solamente. Pero mantiene, cabreada, más interés en su intacto talento visual que se los lleva de cámara a sus admiradores e incondicionales, en mayor número cada día y sobre todo en Italia. Aunque tenga momentos más o menos transcendentes, Carlota es un portento y lo quema todo. Hoy, ni la Silvana Pampanini en su gran eficacia de interpretar y mirar con los ojos al respetable, en aquellos filmes de Abel Gance. Tiene un ramalazo monumental Carlota y hay que cuidárselo y promocionarlo. Respetarle y dejarle que trabaje y no molestarle. Ella lo hace todo. Y nosotros... a disfrutar y luego a levantarse del sofá de casa, hasta mañana el próximo capítulo. Que sigan practicando con esos ojazos que son su vector personal mientras discurre su eje emocional entre fidelidad a su sobrina, sufrir martirologio por los sinvergüenzas que resultamos los hombres(mucho peores que la "Paca"), demostrar al televidente de Europa que es una amazona de lo cotidiano, grande y noble y una chica muy simpática. Y su noviete, “Nicolás”, con un compás y un lapicero, busca su redención en la confesión de ese su amor verdadero más allá del juego privado de estrategia cinematográfica, intentando inyectar una generosa ración de credibilidad a sus besos que fueron un calentón en medio de la noche esteparia de PV..
Desconfiado Padre "Anselmo". Otra treta que setá apunto de decsubrirse, como la del contrabando de licor y los negocios patateros de "Terence". Un Mario Martín del que no vamos a decir que es bueno, es buenísimo.
Toda una lección ilustrada que nos brinda el actor sobre las debilidades humanas puestas al descubierto entre tanta virtud de ambigüedad en "Olmo". Lo del "Mesía" es ya pura pornografía emocional de raiz para con un anciano sacerdote que ha puesto su firma por él. "Olmo" acabará muy mal. Va a saco, entre cáculos marrulleros y tapujos más falsos que Judas.
Felicidades a Loreto, nuestra donostiarra, por este final brillante. Rojo como el amacecer de cada uno de nosotros a la vida fuera del útero.
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