viernes, 2 de octubre de 2015

"DHEEPAN" EL BUEN CINE QUE SE VE EN FRANCIA


Leslie Howard en la proa de un barco, ensimismado ante los acantilados de Inglaterra, en el filme "La Pimpinela Escarlata" de Harold Young, emocionado le pronuncia esta palabra a su compañera Merle Oberon¨: ¡England! Ahí acaba en "Dheepan", entre imágenes idílicas silmilares, la odisea de un guierrillero fracasado que ( y en una dura crítica a Francia) encontró la paz en esa gran isla democrática, libre y tranquila.
Aquí termina este filme que tiene de todo y que resulta poderoso, sincero, humano y entretenido unque el director le tuerza el rumbo hacia la mitad. La Palma de Oro de Cannes, la historia de una capitulación militar, de una familia ficticia en busca de papeles, repatriados a Francia desde el destrozado país de Sri Lanka, unas imágenes de desarraigo y de choque de cultura inmensas y una inmersión en el género B con referencias a aquel inolvidable  Charles Bronson y sus trallazos mitológicos de guardián de la justicia callejera en su cósmico "El justiciero de la noche" de Michael Winner.
Una crítica brutal al Ministerio del Interior Francés que confinaba los problemas, sin actuar, teniendo controlada una violencia aunque la misma se llevara por delante a pobres refugiados inocentes.


Comienza con un viaje inciático al estilo de Jan Troell en "Los emigrantes", para encontrar el sueño de tener un lugar en el mundo para estos derrotados de guerras sin sentido y devastadoras. Tiene mucho del western crerpuscular de entre los muertos que dejaron las conteindas, de la mitología clásica, de los que parten para encontrarse la guerrilla callejera como aquella otra guerra en la contienda Tamil.
El filme, que tiene alguna referencia preciosa a Renoir en su filme "Le dejeuner sur l´herbe" o en la "La ventana indiscreta" de Hitchcock, inspirado en la epistolar "Las Cartas Persas" de Montesquieu, muestra ese anhelo de salvación y triunfo frente a la hostilidad del mundo, en su país o en esa ciudad francesa dominada por la violencia. El mismo ambiente húmedo que se incrusta en las primeras imágenes de la derrota y repleto de cadáveres en pira cineraria, se vive después repetido en esa ciudad llamada con ironía  Le Pré (El Prado). Gusta ver esa ciudad de la luz, que es Paris, primer destino de "Dheepan", que asoma como una ciudad abstracta por un efecto bokeh de desenfoque hacia un fondo que se ve borroso y sólo asoma la luz de la diadema del vendedor de baratijas "Dheepan".



Una fabula social que acaba como serie B y Z pero que conecta con una venganza y otra matanza al estilo de la guerra de Sri Lanka. Desgraciadamente Jacques Audiard ha preferido ser al final, él mismo, dejando la coherencia, rompiendo con el drama social y político que bulle en el trasfondo de esta historia y que nos hace que sintamos en momentos esa doble fuerza que anida en el protagonista (un excelente  que formó parte de la lucha en su país con "los tigres de la liberación)) y nos imbuyamos de la poesía de esa cultura y de la violencia de sus fratricidas contiendas. Con un relato donde el amor es hermético, dificultoso, muy poco accesible pero sincero.


Y mencionar a  humillada en tareas, que representa ese lado fantástico de esas mujeres tímidas y fuertes que tienen que vivir como ectoplasmas con gentes que no quieren pero que deben hacerlo por los papeles. Una actriz repleta de silencios y de ternura que quiere salir pero que no puede en este mundo que presenta Audiard ( que es lo peor del filme) que esquematiza a unos actores que los mueve como en un tablero de ajedrez. Película muy recomendable a pesar de todo. Y nada que ver con el sobrevalorado "Taxi Teherán" , que ganó en Berlín, del aprovechado Panahi y que vimos en el Festival donostiarra.


¡Ya me hubiera gustado verla en la pasada decadente Edición del Festival donostiarra! Desgraciadamente,sólo hemos visto bodrios pretenciosos e intragables a excepción de "Truman" " 21 nuits avec Pattie" y "El Rey de la Habana"
.




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