¿Quieres casarte conmigo?. Una originalísima manera de pedir la mano, concatenando la bendita insubordinación de una mujer. Una formula que seguro ha encantado todos los espectadores. Un momento muy diferente al de otras declaraciones en PV. Veremos la semana cual es el final de este momento y conclusión. Quizá previsible pero seguro que no forzado y del que tal vez no podamos esperar sino un "si".
Momento declarativo que ha sido una sorpresa porque nadie se lo esperaba aunque era casi inminente tal y como ocurre después de haber vivido el drama de un envenenamiento y encontrarse al borde de casi suponer pedida a tu mujer amada.
Una originalísima primicia inicial que nos lleva por un camino previsible con el valor de ser una historia que es fácil y reconocible porque suele ocurrir de verdad.
Una buena declaración a la que no estamos acostumbrados en las telenovelas pero muy válidamente muy romántico.
Por cierto con un valor añadido de tratarse de unos personajes resolviendo una situación de modo atípico para la época. No son el vivo retrato de los personajes de aquella España de principios del siglo XX. Me ha gustado mucho, por su validez, sorpresa y sinceridad.
MAGNÍFICA SECUENCIA DE LA TARDE:
"EL PERDÓN DE LOS PECADOS"
ACTORES: JORGE POBES, MARIO MARTÍN Y ENRIC BENAVENT
Momento de altísimo nivel, conjuntamente con el dialogo entre "Francisca y Mauricio" del que hablaremos el domingo. La dureza de lo que uno hace, imperdonable, magistralmente recreada por Jorge, unida a la poesía del perdón mas inapelable siendo misionero de enfermos y purgando la infecta vida entregándosela a los demás que te necesitan.
El perdón entre imágenes tremendas en la leprosería, algo sobrenatural como bellísimo. Uno de los momentos más hermosos, lúcidos y generosamente humanos de PV. Servir al sufrimiento de unos horrorosos leprosos, transmite una pureza, unas ganas de vivir y ser perdonado, es de tal dignidad y entereza que transforma la secuencia en un canto a la vida.
La radiografía de las heridas de "Anibal" y la terapia para curarlas. El el más que nos ha inferido la vida y es la respuesta sensible y compasiva que perdona los pecados cuando ayudamos a otro ser humano en situación de debilidad.
Este momento nos hace razonar, pensar, reflexionar sobre las acciones que podemos tomar un día, difíciles cuando se vive con comodidad, siendo misioneros en la difícil tare de una colonia de leprosos. Un mal incurable la lepra, contagioso y mortal.
Una especie de Padre Damián que llevara al cine Luis Lucia, tomando Jorge la valentía y el heroísmo de aquel sacerdote que uso de su vida en ayudar solidarizándose con los enfermos y excluidos sociales.
Todo un paradigma de la corrosión social. De hecho no existe tanta diferencia entre el mundo y las leproserías. El mundo es una leprosería espiritual pero donde nadie se sacrifica y come al vecino. No existe esa resignación asumida que encontrará "Anibal" en aquel lugar que le devolvió la vida y que necesita gente para hacer el bien y que le implicará en la práctica de soulager al enfermo.
No nos damos cuenta pero vivimos entre llagas y pústulas de las que olímpicamente pasamos. Que devoran los espíritus sin alivio posible porque no quieren ser curadas sino esconderlas. En la leprosería "Anibal" encontrará la verdad y el gran perdón. Allí, en se lugar, no se venerará esa enfermedad, como en el día a día de nuestras conciencias que se envidia, allí no se huye de ella, en nuestro cotidiano, sí.
Secuencia austera, sencilla e ingenua. Muy del cine de los 50, de buena gente y mejores sentimientos. Donde la vida es menos complicada de lo que luego la hacemos y que reúne valor y sentido del docudrama real. Una recreación desgarrada y sobrecogedora con un Mario y un Enric insuperables que desbordaban humanidad, realzando la decisión argumental en la secuencia narrativa. De emoción contenida que no ha resultado sensiblera o ñoña.
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