PUENTE VIEJO Y EL MILAGRO DEL BURRO

¡Es demasié! No es ya no sólo creíble sino que es un descoyunto total. Cada día esperando la mayor barrabasada de un guión desplomado, el momento más freaky que está por venir, por no hablar de ese cura pintado por la brocha comunista con deje vasco a lo Chiquito de Arrigorri  que buenas voleas da (un histriónico y antinatural Miguel Uribe) y parece sacado de un frenopático caricaturizado de una iglesia que sin algún rigor se paseaba en plan yupi, en 1.924, con pantalones por esa plaza de PV que, indudablemente, ya no es lo que fue; vomitando sobre el pecado de manera que ningún telespectador da veracidad salvo para comprender el teatrillo iconoclasta que se han montado en ESDPV. Además se quema "El Jaral" hasta sus recuerdos más íntimos (para acabar con la estirpe de "Pepa"), los mendigos ven a la vírgen en las cercanías del pueblo como en Madrid se comentaba haber visto cómo Jesucristo se paseaba en burro por Vallecas supongo (por cierto una secuencia ideada de la "Viridiana" de Luis Buñuel cuando son recibidos por la "Doña" en "La Casona"); que si el matrimonio se acaba y "Emilia" se va a tierras malagueñas con un paracaidista que no sabemos ni quien es, ni que hacía, ni que tierras tenía ni cuando ni a quien las ha vendido.  Y que si vuelve con "Alfonso" auguro otro fracaso del guión y más coñazo a la tarde "Puenteviejina". ¡Un horror!

Cuando ya he visto el desmadre de la secuencia de "Viridiana" por poco me caigo de la silla por descojono sin límite. Esa pantomima del costumbrismo regional mezclado con la religiosidad más engañosa, pero en plan de quiero y no puedo, me han dado ganas de llorar de pena. Algo disparatado de secuencia gamberra, casi como de la Última Cena, una tarde de feria con enanos incluidos y con ese aire que rezuma el serial de concebir el lado más turbio de una religión (que choca con el anterior cura) muy a tono con la progresía que manda en los círculos actorales de Madrid. Con esa perversión de una religión que por cierto no vestía de cleriman, una identidad de mediados de los sesenta, y menos con santurrones como este desmadrado y nada apetecible de ver "Berengario". Un cura a la vieja usanza que saca los colores hasta las gentes de mirada más sucia y moral más corrompida. Un fetiche que se han sacado de la mano para hacer propaganda anticatólica en este progre serial del que se marchan todos los actores poco a poco y que nos decepciona tanto. Un guión que incita  a la perversión sobre la Iglesia e intenta convencer a los incautos de lo retorcida que es la Santa Madre Iglesia, cuidando mucho vestirla como hoy e identificándola ideológicamente con algunas de sus cavernas y perversiones de su lamentable ayer. Perversión de guardarropía.

Una Iglesia  a la medida de Podemos que retrata sin piedad los vicios de la derecha católica, de lo mala que es en el fondo la religiosidad, de la histeria del falso ascetismo y del exacerbado fervor religioso, una crítica destructiva porque lo que tiene que venir es "Mirañar" con su buen comunismo para todos los parias de la tierra, con su papá Lenin; todo desde el lado más truculento de unos señores que elaboran un guión que semeja a Nietzsche porque pretende, desde mi punto de vista, que revisemos la validez de nuestras creencias. Una religión descerebraba planteada con muy mala leche, anti-iglesia, que nos llena de fantasmas crueles y censurando nuestros instintos de sexualidad y ansias de intimidad y libertad. ¡Miren! Si quieren manipular... ¡Miren hacia otro lado!

Por lo demás un símil de este cura de "oye chico" lo podemos encontrar en aquel predicador genial del "Gospel de la Ciudad sin nombre" (Alan Dexter) o en el Per Oscarsson de "El último valle", pero con acento de Arrigorriaga. 

¡Es lamentable y grotesco!