LEÍDO EN SU DÍA POR 23.453 PERSONAS
Aunque realmente ya había nacido hace dos años, Carlota Baró en PV, hoy ha despuntado para el cinematógrafo la actriz “Maríana Castañeda”.
Sin saber que interpretaba realemente, con sutileza, pasmosa naturalidad, sin estridencias, obviando de exageraciones y ripios, con gran realismo, mirada de ensueño, agudeza visual, querida por la cámara, ojos en ristre, simpatía a raudales(como Carlota en la vida real que es, como aquella grandísima actriz de doblaje que era Mercedes Mireya, la voz de Ingrid Bergman y de Joan Fontaine, muy muy simpática), creíble, verosímil, con total limpieza, con diligencia, empeño, sorprendida porque le gusta, en el cine mudo, entre las calles del pueblo que le vio nacer, ha nacido una estrella “Mariana Castañeda”
Carlota es lo supremo. Lo venimos diciendo hace año y medio y algunos , menos cada día, siguen poniendo reparos. Despliegan las dos, “Mariana” y Carlota, una exhibición gestual y de birlibirloque con sus ojos que no desmerece de los mejores momentos de las más grandes actrices del mudo que te vampirizaban; como Theda Bara por ejemplo y que hoy llevaba, Carlota, un vestido similar al que mostraba Theda en aquel film: “Salomé” de Gordon Edwards. Parece pelotillero pero no lo es en absoluto. Hoy bordeaba la dimensión más elevada de su arte, actuando como si nada porque lo lleva dentro. Carlota nació para el cine. Roza lo sobrenatural en este arte y en cómo lo comunica. No hay una actriz como ella en Europa, heredera del silente, la tataranieta de las grandes y guarda el testigo de los mejores años del celuloide. Es la usufructuaria de todo el esplendor y glamour que ocultaba la Meca del cine. Es la fiduciaria de aquella raza de mujeres impresionantes que expresaban con el cuerpo, desde la mirada encañonada hasta las manos trémulas, que extendían los abrazos, que mostraban los arrojos y penaban los desengaños, que las marcaba la violencia contra ellas y que repartían un gran amor que encandilaba en su limpia mirada nostálgica, cuando los silencios y el cine mudo eran elocuencia en la soledad inmensa de su alma, cuando el desparpajo era salud, cuando las mujeres eran bellísimas y talentosas, raras perlas a descubrir, cuando la armonía y la conmoción eran: EL CINE Cuando aún no había nacido esta catalana a cuidar porque es única: Carlota Baró. Hoy lo ha demostrado en su plenitud y en su hábitat: EL CINE.
Grandísima secuencia con otra soberbia protagonista: Maribel Ripoll. Son los cómicos y los esperpentos. Federico Fellini a tope, cuando se cumplen veinte años de su fallecimiento. El costumbrismo satírico de los negados y de los payasos que no caen en cuenta de lo representan. "Dolores"/excelente Maribel Ripoll, exagerada, pintarrajeada circensemente entre un viejo bujarro y un Casanova con problemas de próstata y en decadencia nobiliaria, de cuando el rey XVI huía, patética, que parece un mujerhombre esperpéntica, surrealismo e hipérbole para no parar de reírte, saludando a la cámara como quien gira las manos chillonamente para que le veamos un anillo grueso y barato que lleva, demoledora secuencia de una nostalgia inconmensurable que se transmite en los primeros paseos y vuelta al ruedo ante el cameraman pero que luego casi un se queda con aquello de matar al payaso por lástima. El grandioso Federico Fellini. Los payasos en esta sociedad no tienen el mismo éxito, tal vez por la ingenuidad sana y entretenida en exclusiva de los viejos tiempos de velada melancolía.
Maribel Ripoll ha sido hoy una perfecta interprete de la crueldad de la vejez que, si no la sabes llevar, te hace ridículo y una estantigua, un hazmerreír por la decrepitud mostrada. Federico Fellini. Es el humor, la farándula, lo desoladamente estrambótico, las hipérboles más crueles y lo burlescamente onírico que se podía soportar en su tiempo.
Por no mencionar al hijo de "La Dolores", la asaltacunas, como la copla aquella de Calatayud, "Mauricio", un Mario Zorrilla que se sale estos día por entre la ropa. Que respira una frescura cool cream, un cachondeo, una sobrada sanísima y una energía vitalísima. El testigo de cargo en la "Casona", la mano sibilina para liquidar conflictos, el pretendiente joven de la anciana "Dolores", el novio frustado de "Mariana", el guardaespaldas de "María" y el guarda jurado de "Francisca", la amenaza fantasma de algunos desalmados, el chantagista que pensaba ya en su jubilación, el banco a donde van los dineros de "Fernando el violador", el capataz del rancho, el justiciero de enfremeras psicópatas. Un hombre orquesta y un actor inemnso en la "peli". Es como "La Leyenda de Cable Hogue" cuando en el Far West asoma el automovil y el retrato se exponsoriza y desde su solitario puesto de diligencia ve transcurrir la vida de los pintorescos y tiene que adaptarse a los nuevos tiempos, humanizandose y siendo fiel a sus principios.
Por no mencionar al hijo de "La Dolores", la asaltacunas, como la copla aquella de Calatayud, "Mauricio", un Mario Zorrilla que se sale estos día por entre la ropa. Que respira una frescura cool cream, un cachondeo, una sobrada sanísima y una energía vitalísima. El testigo de cargo en la "Casona", la mano sibilina para liquidar conflictos, el pretendiente joven de la anciana "Dolores", el novio frustado de "Mariana", el guardaespaldas de "María" y el guarda jurado de "Francisca", la amenaza fantasma de algunos desalmados, el chantagista que pensaba ya en su jubilación, el banco a donde van los dineros de "Fernando el violador", el capataz del rancho, el justiciero de enfremeras psicópatas. Un hombre orquesta y un actor inemnso en la "peli". Es como "La Leyenda de Cable Hogue" cuando en el Far West asoma el automovil y el retrato se exponsoriza y desde su solitario puesto de diligencia ve transcurrir la vida de los pintorescos y tiene que adaptarse a los nuevos tiempos, humanizandose y siendo fiel a sus principios.
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