"CAMILA" Y LA HIJA DEL ENGAÑO

Y parece ser que esa hija que los guionistas se han sacado del papel así sorpresivamente, para incluirla en una trama irreprochable y finísima hasta ahora, la de "Los Manantiales", se llama "Belén". Estamos ante una nueva falta de imaginación de los guionistas y a ese sistema acomodaticio al que hemos hecho referencia en ocasiones, en guionistas y equipo en general incluyendo a actores, que se rige por el mínimo esfuerzo imaginativo y el recurrir  a un constante "Déjà vu", ahora revolviendo en la historia de "Eliseo" y "Sol". Y es una pena que habiendo tenido una poderosa historia que contar con ese "Elías" incomprensiblemente descabezado de la trama en sus mejores momentos, nos hayan embarcado ahora en este culebrón barato con sus temas recurrentes-reencuentros inesperados, hijos perdidos, personalidades con equívoco que ocultan, amores de otro tiempo que vuelven de la tumba, macarras que amenazan- una estética cutre y kitsch, desmesurada, autoplagiada, que conlleva una negación del auténtico sentido de la serie, que carece de interés para gran parte de su público, aburre y cansa. 

No comprenden los guionistas ni productores que ese estereotipo de culebrón no es que ya no sólo no es bien tolerado por los televidentes fieles a ESDPV y exigentes de su calidad e interés anterior, que incluso entroncaba con las clases sociales y la lucha de la mujer por encontrar un sitio en aquella España de caciques y gobernantes corruptos; sino que, además, está "demodé" e hiere por estrambótico. Esta desmesura del culebrón tuvo su momento en los 80 y alcanzó su importancia porque educó  a una industria muy verde en España sobre la cultura del serial que había olvidado de los 60 y 70. Aquellas ecuaciones inquebrantables que propusieron los culebrones fueron dinamizadoras de culto y generaron aprendizaje. Y lo que ESDPV nos está proponiendo, en "Los Manantiales", es retroceder a aquella época ya superada, pero además, cargándose una trama extraordinaria. Se han cepillado una historia gótica y vampírica recurrente de los mejores tiempos de la tele en blanco y negro, con la llegada de otro macarra pendenciero y otro dramón agotador. No sé a ustedes pero a mí no me va. 

Lo dije hace tiempo que había que tener cuidado con el guión de "Los Manantiales", que los guionistas no son de fiar y han expulsado a muchos espectadores de la serie por su truculencia e incoherencia sin más, cerrando líos argumentales sin vergüenza o pudor y no saben continuar una historia; ese es el mal del cine español aparte de las subvenciones. De hecho lo que han hecho con el imponente "Elías", lleno de elipsis, que un día es encerrado, que parece que es el asesino, que jugaba un papel  que cobraba diariamente músculo y de repente lo matan, es el colmo. No se lo perdonaré jamás a la serie. Y como casi nadie les critica, pues se quedan tan anchos y siguen mirando a esas trucadas cifras de audiencia. Aunque reconozco que muchas veces los guionistas son víctimas de la producción; pero para ello cobran, para que les pongamos a caldo. Si tienen algo que objetar que se quejen a los de arriba.

No entiendo a que viene este aroma rancio perfume de culebrón y su factura fosilizada de estrambote dramón en el producto. "Los Manantiales" tuvieron un inicio de lujo, incluso decorativa y arquitectónicamente por su art déco y exteriores en la Finca del Campillo, pabellón de caza de Felipe II; una residencia tardo-medieval, en la vertiente meridional del Guadarrama, donde comenzó a tramarse una historia negra en la que yo vi referencias de la novela de William Irish "Waltz into Darkness" sin obviar la fría intensidad y los gestos auténticos, al estilo de "Anna Sullivan" de William Gibson, sobre todo en la chica muda. ¡Aquella era inmenso! Nos parecía la salvación del decaído PV por aquel tiempo. "Elías" asomaba anodinamente en su inicio y no presagiábamos la altura e importancia que adquiriría y su trágico final y tomadura de cabello echando al personaje de la serie. 

Era televisión de calidad, rodada en un ambiente palaciego, entre una mujer que llegaba misteriosamente de Cuba y que transmitía un erotismo morboso, y un hombre distante y enigmático que parece provenía de los Cárpatos; junto con el vampiro que por allí ya se paseaba sin hacerse mucho notar: "Elías". Algún guionista, de esos que no me pueden ni ver, pensarán que tengo mucha imaginación y que estoy zumbado; mejor ellos que la hubieran adquirido para dedicarse a esto del guión y no meterse en buenas historias plagiadas del cine y literatura y no saber salir luego del embrollo. Es que, además, y se nota descaradamente, con "Elías" fuera, la trama descae en picado. El personaje de "Elías" parecía sacado de aquellos románticos perdedores- il matto- esos terceros en discordía de "La Strada" o "Rocco y sus hermanos, que Fellini y Visconti inmortalizaron. Ese personaje y lo vislumbramos en los primeros escritos sobre esta trama, que padecería "amores extraños, enfermizos y profundos" que escribimos en abril de este año. Una historia de "love noir" que temíamos acabara  en algo vulgar, equivocadamente, pensando en un publico facilón y nada exigente que se lo traga todo. Y está llevada por el camino que lleva a la alcahuetería de PV y por el folletín más aburrido ya hoy y repetido, vulgarizando el tema de la otra personalidad (que no lo estaba en absoluto en el otro yo maquiavélico de "Elías"); punto de partida para reconstruir todo aquel eje neurálgico que llevaba la trama, ahora interrumpido, como un complemento efectista y de recurso barato para largar trama sin más. Se han lucido. Y es que cuando te metes en equívocos de personalidad y aparecen hijos que ni sospechábamos, se intercambian situaciones, se corre el riesgo de caer en errores y contradicciones cada vez más bochornosas; ante las cuales, los guionistas, en cada capítulo, no saben dar continuidad, se pasan la pelota y cada vez el globo de falsedad que rezuma todo, se hace más grande.

Sobre los actores, siguen siendo lo mismo y mi opinión no varía, Yara es una buena profesional y Maykol tiene mucha experiencia interpretativa, pero lo que les toca hacer no está a su altura y de hecho salvan el melodrama barato ellos dos. ¡Una tomadura de pelo y una gran decepción ESDPV!

DEDICADO AL CINE SAVOY DE SAN SEBASTIÁN QUE SE INAUGURÓ UN 8 DE OCTUBRE DE 1962 Y QUE LO CREÓ PATXI OSINALDE. Y A SUS TRABAJADORES: MARI, PACO SOLORES, RAFA, JAVIER GORRI, ÁLVARO OLAIZOLA Y PEDRO. SE CERRÓ EN ABRIL DE 1996.