Retomamos las crónicas de "Amar es para siempre" que dejamos hace ya un tiempo. Seguimos opinando que, la serie, gana interés en esta temporada, es absolutamente objetiva sobre el tiempo que narra en modo costumbrista y de reivindicación social y política, y rotundamente desapasionada y honesta. Los años 60 en España y sus clases sociales, aquella década apasionante, en su prisma político, social, económico, musical, cultural o religioso, era eso que se relata con absoluto espíritu de crónica agridulce y fidedigno retrato de un tiempo en el que ya se preparaba la Transición; la llegada del "Borbón" y la traición de todos los partidos a sus presupuestos políticos; la renuncia a su lucha por un país de cambio y el preludio (que queda perfectamente narrado en la figura del personaje de "Alonso" muy bien interpretado por Miguel Ángel Muñoz) a una traición sin escrúpulos y a la llegada del arribismo y de la corrupción moral, social y política.
El tema de "Novoa" tiene hoy un especial relieve y un interés inusitado. Si Carlos Saura en su "El jardín de las delicias" nos mostró un despiadado retrato de la burguesía española en los 50, en aquel periodo de autarquía económico y de dictadura, "Amar es para siempre", en esta temporada nos muestra aquel liberalismo económico al que era empujada la economía española en años en los que, el aislamiento, no era ya lo más rentable económicamente. Comenzaban las expansiones y algo muy incipiente que hoy ya se ha desmadrado a nivel mundial y que se llama "globalización". Y este ensamblaje patético de Novoa" a "Haussman" es un ejemplo de lo que llegaba y que hoy es un drama que ha aniquilado, no sólo la humanidad en la empresa, sino que ha diezmado a las clases medias e industrias que terminan marchándose de sus propios países para fabricar más barato y explotando a pobre gente mientras los nativos se van al paro.
Estos aristócratas facinerosos y que fueron franquistas hasta la médula, como "Alonso", se emboscaron en la apertura económica creando un puente con empresas de otros lugares y asentando el culo en quien mejor les ofrecía poder seguir, en plan "democrático", chupando del bote y acaparando poder y dinero: con el "Borbón" y lo que ya se planteaba como solución a una España sin Franco, pero con las cavernas franquistas y los poderes fácticos intactos. Un año después, en el 69, se produjo el nombramiento de a quien llamaban "el supositorio (porque lo iban metiendo) y la llegada del OPUS al gobierno. Franco cedía socialmente algo a medida que se dinamizaba el proceso productivo interno y, como ocurre con "Novoa", con las fusiones y el proceso aperturista que se traducía con la ganancia de grandes márgenes de productividad antes imposibles. "Alonso" era un pájaro de muy a tener en cuenta y el impresionante enfrentamiento con "Jaime", ante un padre atónito y una secretaria absolutamente desconcertada (muy profesionalmente interpretado por Nancho Novo, Mariam Hernández y Javier Pereira), con "Alonso", es algo que hoy continua en el mundo obrero por la globalización. Es lo que ya con el dinero llegaba: productividad, dictadura empresarial y quitar a la empresa familiar de aquel su entorno humilde pero muy humano. Hoy, "Haussman", habría además habría acabado en Corea. Es la historia del capitalismo en España y de una pantomima política que montaron para darle cobertura cosmética.
También iremos parcelando nuestras críticas al unísono de lo que veamos. Dramática esa persecución a los abogados, la impunidad de la policía Político-Social, su ocupación de la universidad, sus torturas, allanamientos y esa cruel secuencia de "Nuria Salgado", hoy tumbada en el suelo en un registro porque me da la gana. Así como la inquina que tenían a abogados, jueces y fiscales y que acabó hace cuarenta años con el asesinato de los abogados de Atocha. Los chivatos que navegan entre varias aguas, como "Maroto" (Gorka Lasaosa, un actor muy natural y casi perfecto interpretando). Actores muy bien escogidos y excelentes. Y me decanto sobre todo por aquella niña que un día, en un lejano Festival de San Sebastián, nos alucinó siendo "Ana", en "El espíritu de la Colmena": Ana Torrent.
Actores de la talla de Mariona Ribas, encaja ese perfecto ejemplo de mujer trabajadora empresaria que se hace de hierro y tiene su corazoncito, en una sociedad como aquella con tantas dificultades para poder hacer frente a un nuevo rol en la sociedad, hoy más asumido pero entonces, inalcanzable. La actriz Katia Klein/"Fiona", emancipada, tal vez enamorada, desea dar un beso que es discretamente rechazado por "Esteban", el médico del Vietnam. y "Yuste", enorme Carlos Heredia, es el clon exacto de aquel "Billy el Niño", amenazante, torturador, cínico, capaz de cualquier atrocidad. Un esbirro vomitivo y que iba por libre además.
Sorpresa pero si quieres que te diga estás mejor aquí, mas en tu ser que en Puente Viejo. Enorme artículo que analiza desde todos los aspectos la vida de España en aquel tiempo. Un abrazo
ResponderEliminarComparado con tus escritos de Pv esto es canela en rama. Había cosas que no entendía bien pero las he vuelto a leer y es apasionante tu relato. Tienes una cultura inmensa.
ResponderEliminarHe incorporado otra foto de Ana Torrent en el Festival de San Sebastián de 1.973.Conocí a Ana entonces. Yo hacía practicas de periodismo en aquella 21 Edición. Ganó Erice y fue un año apasionante. Liz Taylor llegó con retraso y se montó una bronca. Fue mi debut, una experiencia única.. Descubrimos aquel "Un toque de distinción", "Paper Moon", Premio a Glenda Jackson y a Françoise Fabian por una película de Claude Lelouch, "La Bonne Année", con Lino Ventura que me encanta. Ese año estuvo Ana Torrent. Tendría 7 años. Era muy tímida.
ResponderEliminarQue fotos tan bonitas de Ana Torrent. Se nota que le aprecias mucho u muchas gracias por escribir con tanta claridad sobre España.
ResponderEliminar