Odón Elorza es un donostiarra engreído políticamente que se cree más que todos. Sus "pelotas" así se lo hicieron creer. Hace unos meses, a una representante de Andalucía, Noelia Vara, le reprochó con desprecio que “para ser andaluza era más educada que él”. Más educado que él, es cualquiera. Y más tolerante y respetuoso y humilde. Un hombre de una agresividad contenida, rencoroso político, que reprocha de eso mismo a los demás. Él si tiene un talante: el de una pretendida autoridad absoluta, poder sin límite, el de la intransigencia y la autocracia. Fue un cacique progre en Donostia del que jamás supimos con certeza en que partido militaba por cierto. No cree en nada que no sea él y sus ambiciones. Dice chorradas que su claque las transformaron en estudios sesudos de alta honorabilidad democrática y generosidad personal, volcada siempre en los demás. Era un hombre sacrificado por San Sebastián. ¡Un cuento! Y está hundido desde que ya no es alcalde. Y se le nota en su provocación constante y belicosidad sin venir a cuento.
Eso de país decadente se lo podía haber dicho a los donostiarras que le
pagamos el sueldo durante veinte años en los que vendió casi todas las
hectáreas negociables a las empresas constructoras. La casta política corrupta
española y vasca pocas lecciones de democracia puede dar. Él, mucho menos que
nadie porque gobernó con una altanería y soberbia absolutas. Ya de por sí mismo hablar de un país “indecente” y “decadente” por el
asumido o no derecho a consulta sin tutela estatal, me parece una manipulación y
un agravio a los trabajadores de ese país que ni pinchan o cortan en el Estado de Partidos y sus consensos oligarquicos. Decirle a Odón, enorme oligarca despótico
de San Sebastián que fue, que lo que unos políticos dictaminen o no desde sus
aparatos, es lo que indica el nivel de indecencia y de decadencia del Estado y no una buena gente. El país, es
algo que le viene muy grande a este alcalde trilero y palabrero que acuñó
aquello de “lo que vamos a hacer” y que nunca hacía; es el conjunto de los
trabajadores y a no confundir jamás con
la política de unas oligarquías (de las que él forma parte) que se encuentran
incrustadas en el Estado y que no representan a los súbditos. Serán indecentes
ellos, nunca el país.
Siempre me ha sorprendido la lenguaraz visión de la política despegada
que manifestó Odón siempre: como si la cosa no fuera con él y nunca había
gobernado, erigiéndose en moralista de la democracia y en pequeño dictador de
Donostia. Fue un alcalde tan sectario que a las mujeres de una emisora local
les prohibía el acceso al balcón del ayuntamiento para transmitir el “Cañonazo”
al inicio de la Semana Grandes donostiarra. Con saña y odio mandaba a la
guardia municipal impidieran el paso a unas chicas humildes; sólo porque le
criticaban en esa emisora, mientras que él y su periodista pelota se reunían en
el despacho para intercambiar información. Hoy los alcaldes son más criticados;
en su tiempo hizo lo que le dio la gana.
De municipios sabe mucho Odón. Y de escándalos que empañaron su
inevitable final con el de “Illumbe”. Cometió una ilegalidad tremenda con
aquella polémica instalación de ocio y que tuvimos que pagar los
contribuyentes. Pudo ser un caso de prevaricación enorme, la concesión sin
concurso, y nunca jamás asumió responsabilidades. El país no tuvo la culpa pero
lo que hizo Odón puede ser considerado como mínimo una indecencia. Cuando hable
de ellas, que se acuerde de “Illumbe”. Nunca asumió responsabilidades ni su
majestad despótica dio explicaciones y satisfacciones que merece la ciudadanía.
Esa fue su decencia. Asegurarse el contrato con los Chopera y las corridas, en
una génesis de negocio de comienzos de los 90, en la que participaron el PNV,
el PSE, PP (era muy amigo del PP aunque se opusiera años después a la investidura de Rajoy) sobre “Garbera” e “Illumbe
que fueron denunciados ante los tribunales. Querían sacar dinero por los toros
y acabaron saliendo algunos del ayuntamiento tras muchos años y sacados por
quienes pactaron la operación y les dieron la espalda al final cuando intervino
la justicia. Una oscura operación denunciada por una empresa de exhibición, que
obligó a cerrar el complejo y cuya responsabilidad indudable fue la de este actual
moralista Odón Elorza sobre la decencia política, participando descaradamente en un pelotazo
urbanístico acordado entre varios partidos, a sabiendas de las enormes
irregularidades que presentó y que ni las sentencias paralizaron sino que intentaron
mantener, consolidar y tratar de legalizar lo mal hecho. Con el agravante de
que quisieron pagar la deuda con venta de patrimonio municipal y aprovechamientos
urbanísticos, y proceso del que ni las sentencias paralizaron. Ellos continuaron a lo suyo. Odón es el menos adecuado para
hablar de decencia y de “descuidos” de la democracia. El mayor descuido es que,
en listas, pueden ir gentes como él, premiadas por fracasar y que confunden "El país" con el Estado de Partidos.
Pero es que además se inventa lo de democracia participativa cuando en
su ayuntamiento desclasó a todo aquel que no era de su cuerda. Todo, con una
demagogia barata sobre el “repensar de la democracia e impulsar nuevas ideas de
esperanza”. ¿De qué hablas Odón? ¿Tanta desesperada necesidad tienes de salir a
la palestra desde que te quitaron el chollazo del ayuntamiento? Menciona sobre
una democracia de calidad cuando representa a un oligarca que le enchufó en una
lista cerrada para el Congreso, ofreciéndosela como salida a un fracasado ex
Alcalde, y está tan alejado de lo que se entiende por un Régimen de poder
democrático con libertad política, sin listas cerradas y doble vuelta o
representante de una Nación. ¿Participativa? ¿Sin el hecho de la libertad política colectiva? ¿Qué comentas tan meliflua y oportunistamente Odón? Que no se puede elegir al poder
político, ni echarlo, proponerlo tal vez. Y resulta que este individuo ve como “gobernanza
fuerte y liderada” al ayuntamiento de Madrid que es un caos en todos los
departamentos; lugar de poder, según comenta, descentralizado y macanudo.
Hace
tiempo tenía que haberse ido con Herri Batasuna o Podemos y dejarse de esconder
en no sabemos muy bien tras que disfraz al final y su partido que le ha
permitido todo y ellos sabrán por qué. Decadente es él. Demagogo y vividor
político. Falso políticamente como Judas. Déspota que usaba del ayuntamiento
como de su cortijo al que impedía el acceso si no eras de no se sabe muy bien
que tendencia. Y que acabó con otro escándalo: el de “las basuras”. Y fue uno
de los responsables de la parálisis de la incineradora que, ahora, tanto nos
está costando; más de 9 millones de
euros.
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