Vive como un príncipe y miente como un bellaco de la plebe. Es el puto amo en la cárcel; bien poagado y además estimado y caloríficamente mantenido en gastronomía y servicios. Cada cierto tiempo inventa otra historia más sobre lo que todos callan: lo que sucedió en verdad con la pobre Laura Luelmo. Y así pasa el tiempo, caiga quien caiga. Se sigue descojonando de todos porque se lo permiten. ¿Por qué le toleran esta burla constante a las instituciones y al honor y desgracia de unas víctimas? Alguno deberá explicar mucho sobre este desfase entre la justicia y el folclore.
Un auténtico honrado en la cárcel, Bernardo Montoya, que cobraba,
a parte de su sueldo, 280 euros por labores de mantenimiento y tenía acceso a lugares
muy restringidos. Privilegiado de la
justicia y policía en los permisos en los que ni acudía a presentarse, cambia
la versión sobre la muerte de Laura Luelmo. ¿Pero no se encontraba la novia de
Montoya estaba reclusa en la misma prisión de Huelva, antes de que Bernardo
fuera trasladado a Sevilla II, Morón, y
había sido trasladada de ala tras intentar ponerse en contacto con él?
Seguimos sin saber casi nada del asesinato de Laura Luelmo ni tampoco conocemos
la versión policial y la autopsia del caso. Lo escribimos aquí que este caso
estaba enmarañado, que nadie contaba la verdad y que nos llevaríamos sorpresas.
La última acaba de llegar. Yo no es que
sólo no creo a Montoya sino a nadie ya. Ni al forense, ni a Bernardo ni a la
policía.
El forense, desde su desaparición, daba tres días hasta su muerte,
entre el 14 0 15 de diciembre. Luego resulta que murió a las pocas horas de ser
secuestrada, que tampoco está nada claro lo que sucedió. Las múltiples
versiones del secuestro jamás han sido corroboraras o negadas por la policía. El
tema de si ya no estaba en la casa de Bernardo la mujer, o se encontraba cadáver, cuando la policía
entraba en la casa de Laura, tampoco quedó claro; ni cuando la dejaron tirada
en el monte; ni la última conexión de móvil desde un paraje alejado y extraño
al recorrido. Ni cómo o dónde la secuestraron. O donde la asesinaron, cómo y en
qué lugar murió o cuando la encerró en casa.
Ni si hubo violaciones o sólo una; ni tan siquiera cómo murió y ahora ya
no sabemos a ciencia cierta ni quien la mató. ¿Y la policía que tiene que aportar al respecto
ante tanta mentira de Bernardo? ¿Por qué se hace la longuetas? El cuerpo encontrado en el barranco de La
Mimbrera, según la autopsia, presentaba un gran golpe en la frente que provocó
la muerte. Pero la chica en principio no falleció el miércoles 12, el día que
desapareció, sino dos o tres días después, el 14 ó 15 de diciembre. Pero
tampoco la policía, negando la autopsia menciona esos días, habla del mismo día 12 y en el cual fue llevada al barranco. Y seguimos sin saber nada de si
en esos días, Laura, estuvo secuestrada o agonizaba en el monte.
Pero ya esto último es de escarnio público. Yo suponía que la novia de
Bernardo se encontraba en prisión. Los investigadores confirmaron que el
viernes 14, el sospechoso, viajó a la cárcel de Huelva para mantener un vis a
vis con una presa, so novia. Resulta que en la última versión de Bernardo, su novia,
Josefa, se presentó en casa aquel día de la desaparición de la profesora, y
golpeó a Laura en la cabeza, por celos, y con un martillo acabó con la vida de
Laura. Anteriormente había declarado que habría aprovechado ese encuentro del
supermercado con Laura para engañar a la mujer y llevarla hasta "un
callejón sin salida" con el propósito de agredirla sexualmente: "En
cuanto se alejó un poco yo corrí a por mi coche. Me monté y dando un rodeo
llegué primero al callejón. Allí esperé a que llegara". Montoya relata así
cómo agredió a Laura: "Sin decir palabra, la agarré y golpeé con violencia
su cabeza contra el maletero de mi coche. Quedó inconsciente en el suelo. Tenía
una cuerda en el vehículo y aproveché un trozo para atarle las manos a la
espalda". Los resultados de la autopsia y las pesquisas de los
investigadores están hoy en entredicho de igual modo, datan su muerte entre el
14 y el 15 de diciembre, es decir, dos o tres días después de que se le
perdiera el rastro. Pero también en el mismo día. Y seguimos sin saber cuándo
ocurrió ni como la muerte de Laura. Y ni tan siquiera que explicación tiene que,
Laura, apenas llevando nueve días en el
pueblo, había comentado a su novio que se sentía observada por un vecino que
resultó ser Bernardo Montoya, quien sacaba una silla a la puerta de su casa
desde la que podía ver todos los movimientos de la joven, que se sentía
inquieta. Y a nadie le preocupó lo más mínimo.
Que un asesino fantasee y enrede es lógico, no justificable, pero lo
más grave es que la GC aún no ha dado su versión de los hechos. ¿Qué sentido
tendría mentir por parte de Bernardo sobre quien asesinó a Laura, si su novia
según la G.C., el mismo día en que según el forense habría muerto Laura, Bernardo
Montoya acudió a la prisión de Huelva para mantener una vis a vis con su novia,
interna en ese penal? Ello queda desmentido de inmediato, que su novia asesto
los golpes mortales sobre Laura. Bernardo puede contar lo que desee, lo grave
es que la GC no informa de nada. Dicen que Montoya aparcó su coche junto a un
contenedor en las proximidades de la cárcel, por lo que la Guardia Civil trata
de averiguar si tiró allí alguna pertenencia de la víctima u otro objeto que
pudiera incriminarle, pero las imágenes de las cámaras de seguridad del centro
penitenciario no han confirmado este hecho.
Ahora un escalón más para seguir el tal Bernardo fabulando sobre que “el
marrón” no se lo va a comer él. La última versión acusa a su novia, Josefa, que por cierto todos pensábamos se encontraba
en la cárcel, y a un funcionario de prisiones le ha narrado la nueva odisea. El
día en el que Laura murió, que por cierto seguimos sin conocer cuál fue ese
día, Josefa, que pensábamos estaba en la cárcel, se presentó en casa de
Bernardo. “Que Laura le preguntó por un súper, por cierto confiesa Bernardo no
la había visto jamás, y que Josefa discutió con Laura por celos, acusándo a
Bernardo de alquilar una casa enfrente a cambio de relaciones sexuales”. “Que como
había salido recientemente de prisión, no quería líos, agarró a Laura y la
maniató a la espalda", continúa explicando Montoya. Continua Bernardo cómo
“Josefa entró en la habitación con un martillo que tenía guardado en una caja
de herramientas y le propinó a Laura un golpe en la cabeza. Laura seguía
pidiendo ayuda entre leves quejidos y Josefa le propinó dos nuevos golpes que
acabaron con su vida. Josefa y yo discutieron qué hacer con el cuerpo, y
acordaron transportarlo en el maletero del Alfa Romeo". “Que, tras acabar
con la vida de Laura, decidieron pasar la noche en casa de la madre de Josefa.
Una historia increíble pero narrada y como esta tendremos más de 300
más. Josefa lo desmiente dijo que “se encontraba asistiendo a un comedor
público en el que come y duerme todos los días", y que, además, lleva
cuatro años sin ver a Bernardo Montoya. Por su parte, la madre, también ha
desmentido la nueva versión del detenido; ha negado que pasasen aquella noche
en su casa y ha corroborado la versión de su hija.
¿Me puede explicar de una vez la G.C. cuál es la versión suya de lo que
realmente sucedió? ¿Fue o no fue a ver Montoya a su novia a la cárcel? ¿Tiene
novia o no? Es que es imprescindible conocer la narración de los hechos. ¿Es
incapaz la G.C. de ofrecernos algo que se parezca aunque tímidamente a lo que
acaeció? ¿Por qué no lo cuentan? Otra rocambolesca versión añadida y más burla a
la sociedad y afrenta a la familia. Ahora ya comprometiendo a Laura en
trasiegos sexuales. ¿Dónde está la policía? ¿Qué dice el juez? ¿Y este
individuo gozaba de tantos privilegios? Muchos debían de ser porque, hoy, aún continuamos
sin conocer absolutamente nada de lo sucedido y no existen más que dudas y
nadie las aclara. Mentiras desde luego pero que algo tapan y ocultan. Ya dijimos que este caso no estaba cerrado y
que olía fatal. Y que Bernardo se permite estas licencias de cachondeo absoluto
porque algo sabe y está protegido.
La cuestión no es ya que Bernardo mienta y confabule historias cada día
más terroríficas, es que se le permita ello mientras es alimentado a cuerpo de
rey y mantenido como un emperador en la cárcel lujosa de Sevilla II. Cocina
exquisita supervisada por cuatro cocineros y con menús, sometidos a diario a
control médico para garantizar el aporte calórico y la dieta equilibrada, y
donde se desperdicia mucha comida. Concretamente los platos de cuchara vuelven
a menudo a cocina enteros, ya que hay internos a los que no les gusta y
prefieren tirar de economato o comer solo un plato. ¡Y a vivir y a mentir! Que
los pobres españoles pagan desde el sueldo, el restaurante a elegir, pasando
por la piscina, el ordenador, la biblioteca digital y hasta el Squash.
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