domingo, 28 de abril de 2013

“ARGO” O COMO EL NO CONTAR NADA


Uno de mis últimos artículos en "Primeran.com"

“ARGO” O COMO EL  NO CONTAR NADA

El Zinemaldea pocas veces muestra empatía por lo que suele o puede ser reconocido internacionalmente, al contrario, aquí es despreciado olímpicamente.
Rebordinos, que está muy calladito durante once meses al año, salía a los medios para exultarse ante el film “Argo”, cuando nadie le prestó mayor atención en este Festival, no le tocó ni la pedrea a pesar de que se sabía que  iba a los “Oscar”.
A pesar de ello, es un filme nada reseñable salvo, con una descarado tramo  final muy americano y de telefilme, ya visto en el cine y  que resulta trepidante, salvo que es una película  entretenida en su conjunto y nada más.
Precisamente, por ello, la realidad de aquella época posterior a la caída del Sha no es diseccionada en la película, sólo se centra en la heroicidad de unos defensores del mundo libre jugándosela para liberar a aquellos rehenes de Teherán, refugiados en la embajada del Canadá, en 1979. Y la CIA es dudoso colaborara.
La progresía se ha aprestado a desear sea la ganadora y mucha de ella ha vertido unas lagrimitas de emoción recordando el Irán-prerrevolucionario y lo que supuso el derrocamiento de la monarquía en Persia. Pero lo entienden a su manera light, poco comprometida, esquemática. ¡Qué mejor que un filme intrascendente y reaccionario para  ello!.
Ni la revolución supuso algun avance social o económico y el aislamiento de la comunidad internacional. Ni participó el gobierno americano y se sospecha que la CIA anduvo detrás del golpe. Ni los revolucionarios eran tan básicos e idiotas aunque sí estaban muy locos. Ni la cooperación de occidente fue tal, ni ese estilo americano propagandístico de salvar a las vidas por encima de todo, cueste lo que cueste, es lo que sucedió. Un equipo de rodaje, una productora y un país, Canadá, atraen la audiencia para seguir la película, sin más censura o crítica hacia  unos americanos gubernamentales que se dieron de baja sin escrúpulo.
Decepciona, es un filme con presupuesto poco escueto, concebido como un telefilme de episodio especial de serie de televisión con su lógico desenlace narrativo sobre un hecho real y verídico, “Argo”, muestra una situación ficcionalizada.
Sin embargo, venía con aureola y se quedó de vacío en Donosti. Rebordinos anhelaba ganara este filme, cuando fue menospreciado entre nosotros por los filmes de los de la “ceja” y su reivindicación anti-Rajoy para la que usaron nuestro dinero público y las bañeras de hidromasaje del Hotel.
Siempre, nuestro Festival, mirando por el ombligo de  unos cuantos sectarios y dando cobertura a sus apaños, mostrando su pequeñez de miras y su cortedad comercial. Sacrificando un premio que daría prestigio a nuestro evento por una egoísta proyección de intereses propios y espurios.
La prensa española, salvo excepciones, es enormemente exagerada con Ben Affleck. Incluso raya el amaneramiento. Un actor que ha hecho dos filmes como director, “The Town” y “Adiós pequeña adiós”, aunque muestra su vigoroso  talento innegable y con su lenguaje sabe traficar con una moralidad turbia y extraer material fascinante de sus historias complejas, en el primero, o conoce cómo urdir en el alma para saber ocultar secretos, como en el segundo, no podemos compararle a Eastwood o a Redford. Hay que dar tiempo al tiempo. Éste, es el más flojo de los tres mencionados.
Es un film muy light, muy al uso del muy poco comprometido cine de hoy. Desde luego ni se le hubiera ocurrido  hacer un filme cañero, como aquellos demoledores del sistema de hace décadas o de aquellos otros anteriores de desencanto ante lo que nunca fue tras la guerra mundial, para presentarse en los “Oscar”. No lo hubieran admitido. Hoy se usa de todo como para salir de paso y ser simple para poder dormir bien por la noche.
 No se puede comparar con los filmes realizados en los 70 por Lumet, con sus thrillers de denuncia y corrupción de estamentos, en absoluto. Ni admite semejanza con el hipnotismo de Alan J. Pakula y sus laberínticos filmes con asesinatos políticos como “The Parallax View y su terrorismo interno entre una película  ambientada dentro de un filme. Nada de esto. Lo bueno ya se acabó.
Al final la crítica poco comprometida habla de tocar las fibras sensibles y sublevar la emoción.
Las revoluciones se hacen para, desde un absoluto optimismo antropológico, decir que, los que las ganan, son incuestionables. Y todo lo que no sea reverenciar la brutalidad que sobreviene, es fascismo.
Pero la historia que no cuenta Ben Affleck es que la revolución tuvo su génesis cuando, los Estados Unidos, comenzaron a deteriorar las relaciones con Irán a raíz de la crisis del 73. Dejaron a Irán en manos de una oposición de islamistas y de sectores religiosos del país que impulsaron la revolución y la caída de la dinastía de Pahlevi y de la política modernizadora de su revolución Blanca.
Lo que no disecciona Ben Affeck es que, posiblemente, la CIA colaboró en la creación de la república Islámica, que se le descontroló y que fue un fracaso enorme en su política exterior que acabó en la humillación del asalto a su  embajada y del pasotismo posterior para rescatar, desde el gobierno, a los rehenes que estuvieron cautivos vergonzosamente 6 meses. Olvidados del gobierno y con orden expresa de abandonarlos a su mala suerte
De nada sirve que fuera castigado Carter en el 80. Ni sirve ya el arrepentimiento del error. El país interrumpió su camino a la occidentalización y es un peligroso lugar de bárbaros armados nuclearmente hasta la cabeza.

José Ignacio Salazar


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