Que no se preocupe “Martín",
antes “Padre Gonzalo”, que el Señor le perdonará e incluso le reservará un
terrenito privilegiado en el Cielo, porque dejó valientemente unos hábitos corruptos, abandonó tras de sí
toda la mentira puñetera de un cilicio inhibidor, para besarse conmocionado con su grandísimo amor: “María”. El fin de los seres humanos: !Quererse!.
Sublime mentira al descubierto, desnudada de su faja reductora y
opresiva, engañufla que asfixiaba a dos seres enamorados pero ya libres; al
albur de los sentidos, sin esclavitudes porque, esta tarde en PV, se ha gritado
a hurtadillas que, el amor entre una mujer y un hombre, aparte de santo y de p.m., sólo
puede ser libre para ser grande. Pasando de todo. Sólo ellos dos. Inestimable secuencia final, con su dosis de
inocencia en el descubrir del sexo como si fuera la primera vez, pero con el
ardor del fuego contenido durante meses, ya experimentado otrora y ahora en explosión nuclear. Redime a los dos
actores, en el guión y en la interpretación; un tanto ñoños últimamente y cambia posible protagonismos en el
futuro, que se ven llegar, en pro de que, nada, resulta tan complicado y tan emocionante,
como cuando dos se quieren.
El amor es cosa esplendorosa,
y no porque lo dijera aquel filme aburrido de Henry King: “La colina del adiós”. Porque
amar y perder, siempre es amar y ganar. Esta tarde, muchos y muchísimas, se habrán sentido conmovidos por esta secuencia
donde se ha contado, con lloro narrativo, cómo surgió y se ha confirmado ese
misterio y esa inexplicable atracción entre dos seres, entre ellos dos. Nadie lo sabe. Hasta yo, que
soy incrédulo sobre estas efusiones, me he sentido “touché” y me han colocado
fuera de combate. No hay nada más espontáneo que
el sano amor anárquico y de contrabando.
Romanticismo espléndido. Dos
bellísimos actores, un chico algo desmejorado últimamente y una donostiarra
elegantísima y sensual (así la considero a Loreto porque es una actriz más de sensaciones que procuran placer, incluido el espiritual), han protagonizado este rejuntarse como necesidad vital
de retomar lo que, las circunstancias equivocadas, derivaron por un sendero
morboso y torturador. Aparejar la sublime obsesión de volver a estar juntos. Descubrirse, aún amados, en miradas que fusilan. Porque, su púdica moral, no les había permitido acercarse y sus rostros simulaban cautelosamente, sin lograrlo, ocultar la hermosura del fuego de sus entrañas. La
música de Alex, arrebatada, ha inundado la pantalla reseñando la espera que
culmina; la sonrisa que brota de nuevo; la mirada que se transforma en
refulgente; el recuerdo que es nostalgia bendita; el aire entre maderas que da
calor a la pasión. No eran “José y María” en la carpintería. Eran “Martín y
María” y ayer tuvieron al niño Dios entre sus brazos y miradas amorosas.
Para llorar esta tarde, por algo tan
hermoso. Ante el amor que ha avanzado entre dos seres que no se reconocían en su destino juntos. !Cómo se transforma todo!. Corazón y sinceridad y la evocación de aquel pasado, génesis
del misterio de la vida. Esplendor romántico. Gentes de buenísimo corazón, unos
“cielos” que sólo pecaban de amor entre ellos. Romanticismo en fresco que no pasa por el “Colmado”. Un tono
magistral de los dos: Loreto y Jordi, en transmitirnos un inolvidable amor que
lo tenían en cuarentena. Ha explosionado. No hay nada justo injusto bajo el cielo, cuando dos se aman de
verdad.
¡Bueno!. Los demás, campeando, sin comernos un “rosco”. Ni tiempo
habemus. Esperemos en las vacaciones, alguna aventura que pueda ser tan
impulsiva y nutritiva espiritualmente de este tan hondo calado. Felicito a los
dos actores por su gran trabajo hoy.
Sí que se me ha encendido un
“yuyo” algo macabrillo. No se ha podido evitar en la secuencia, soberbia, de
“Francisca” ante “Tristán”. Una enigmática frase que me ha estremecido. “¡Ojalá llegue el día que lo olvides por completo!”. Me
ha sonado a funeral. A algo dicho en la antesala de un óbito, en el magma de
una atmósfera lúgubre y con relación a un final intempestivo y a su imaginería en prosa. Retumbaba a
víctima por sorpresa. Esta tarde he tenido una extraña sensación, he escuchado
a lo lejos que las campanas tañían a
muerto en PV. Sonaban a óbito. Muy lento, espaciado, lúgubremente. Transmitían sentimientos profundos de tragedia.
Quizá estuviera predispuesto, es que mañana, como lo hemos comunicado ya
en este Blogger, Esther, Vidente profesional, tiene algo que revelarnos sobre
PV. Y aunque yo no creo en esas tragedias por clarividencia, nunca se sabe.
¡OH!. Selu y su discípula, mi
muy apreciada Blanquita Parés, eran el contrapunto macondo a tanta desazón
sudorosa en el PV de estos días de calor caluroso. Una “volada” del genial “Hipólito”,
versátil cantante en el escenario, marcando con sus jotas achispadas a lo de entre “Aragón la mesonera” y su “Nobleza baturra”. ¡Baturrico mío!. No sé si
pasaban por Estella, que es una Ciudad que me encanta. ¡Mañico mío!. Como
ocurre con la jerga mañica, aunque más en castellano neutro, tampoco se
entendían los “protas”. Selu es un tío grande de la escena, a pesar de su
juventud. Esta tarde tenía la maestría de un baturro profesional y sin baile
regional, que es más difícil. Y no era sólo una “boutade” de un momento folclórico. Recogía, entre los
actores, tanta gracia en el cantante
(Selu camaleón); albergaba tanta
sencillez de la vida “Puentevejera”; impregnaba tanta ternura en la
chica que quiere aprender a escribir (maravillosa Blanca Parés), que ha sido de
lo más taquillero de la tarde.
Preciosa glosa que ha realizado Blanca Parés, a ella que le gusta el cine, supongo que habrá visto los "Tomates verdes fritos" de Jon Avnet, representando como en el filme, a esa mujer que no se amilana ante alguien que comete injusticias. Al contrario que su suegra que bien pudiera ser la protagonista de "Patatas verdes fritas", por lo lianta y usurera, acaparadora y mezquina, por lo llena de lacras y colmada de prejuicios racistas que se encuentra, egoista, sinvergüenza y teatrera.
Preciosa glosa que ha realizado Blanca Parés, a ella que le gusta el cine, supongo que habrá visto los "Tomates verdes fritos" de Jon Avnet, representando como en el filme, a esa mujer que no se amilana ante alguien que comete injusticias. Al contrario que su suegra que bien pudiera ser la protagonista de "Patatas verdes fritas", por lo lianta y usurera, acaparadora y mezquina, por lo llena de lacras y colmada de prejuicios racistas que se encuentra, egoista, sinvergüenza y teatrera.
He respondido arriba sobre el por qué yo veo sensual a "María". Ante varias personas que me lo han preguntado.
También quiero manifestar, ante un "privado" cortés (el otro día tuve otro similar) que me preguntaba si tenía algo contra Sandra Cervera. Yo, personalmente, nada. De hecho, también la destaco en ocasiones. Si ella tiene algo contra mí, élla sabrá. Por mi parte, siempre, mucho respeto a su trabajo y ninguna deseo de importunarle.
Por cierto, hay algunos que me buscan sentimientos hacia dos actrices de la serie. Agradezco que pregunteis lo que querais y que manifesteis vuestras cuestiones. Gracias!
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