De todos los delitos cometidos
impunemente por el señorito “Fernando”,
sin dudarlo, el más execrable ha sido la violación. Hoy, hay que felicitar a Sandra Cervera
porque ha sido la protagonista más convincente y convencida de justicia
ante las monstruosidades que, un tarado impotente, le he infringido a la carne
de su carne. Aquella mujer, “Emilia”, que llevó nueve meses en el vientre a
“María”, que por poco le cuesta la vida el parto, destrozada al conocer lo que fue vilipendiado su ser de las entrañas, de semejante
horroroso modo en el hoy, por un ser asqueroso, un aberrante sexual que desgarró
descarnizadamente a una mujer indefensa, a su hija, un ser abyecto, truculento, sañudo, sin sentimientos y un asesino de su padre si se hubiera
consumado el crimen en la cárcel, aquella madre llora de modo inconsolable.
Sandra es una actriz de
mantener el tipo diariamente y de momentos brillantísimos, como los que ha
desarrollado como la mejor amiga de
“Pepa”, como madre y como vidente umbilical y tía de la hija de “Pepa”, este
último, un “rol” que se ha dejado de lado, con lo que de emotivo podía haber
resultado, así como son inexistentes las relaciones entre el “abuelo” y la nieta “Aurora”.Pero los momentos con Ariadna, descubriendo y reconociéndola como hija de "Pepa" fueron preciosos.
Momento entre Sandra y Loreto
de la verdad. De fantasmas que toman cuerpo a través de las palabras. El inicio
de un cerebral melodrama con cuentas pendientes, de castigo al violador, de ira
en una madre que iría a la cárcel con tal de eliminar al bestiajo de
“Fernanpito”. Es el universo femenino doloroso y mancillado, son esas
conversaciones íntimas que gravitan entre madre e hija y a las que pocas veces
nos adentra una cámara de televisión. Las mujeres son supervivientes natas que
lamentan las miserias más grandes del hombre animal. Las mujeres son seres
espirituales recorridas por fantasmas palpables e impalpables. Conmovedora
secuencia, gran momento, tristísimo, que nos imbuía en ese planeta oscurísimo
habitado por una deforme maléfico que ha incinerado la inocencia y los buenos
sentimientos de una criatura que se encontraba en soledad y que, esta tarde, le
ha confesado todo lo que ha llorado y padecido. Una mujer, “María”, que ha
abrazado la lucidez de contar lo sucedido, con toda la melancolía que anida en
su alma rota por todo lo que, sin saber cómo, ha perdido en su adolescencia.
Excelente secuencia de grupo en
el arranque del capítulo. Es Pirandello y los fundamentos del teatro moderno.
Es la espera de los personajes, de pie, colocados meticulosamente en un espacio
que les da vida y una correcta ubicación en esta secuencia coral. Es cada
historia que se vive: los chismes, el enfrentamiento, el desamor, la ira, la
verdad, las tristes aventuras de unos infortunados, nadie puede negar en este
tipo de teatro el derecho a la vida de cada uno de ellos, existen más allá de
la pantalla. Es una simbiosis perfecta entre un frío rol a interpretar y el
espíritu y desventura que viven en algún lugar más allá del escenario y de sus miserias.
Buen gusto y sensibilidad televisiva difícil de encontrar en nuestras tardes o
noches.
A lo mejor del teatro filmado
de Agatha Christie. La cámara estaba colocada en el preciso lugar para entender
sobre cómo iba la historia, sobre lo que iba a ocurrir en unos instantes en la
espera y llegas del anfitrión, que se ha dejado el corsé de bailarina y parece
hasta un galán de revista del “Apolo” del Madrid de los años veinte. Y un
durísimo enfrentamiento agrio entre “Fernando” y “Martín”. La nobleza frente a
una mente maquiavélica y muy aguda, en una casa que resulta claustrofóbica para
todos, no sólo el caserón de la “Casona” sino sus alrededores y todo el pueblo.
En estos lances Jordi me gusta más sobre todo en su capacidad de dramatizar con
soltura, de implicarse máximamente como el mayor enamorado de la humanidad que
defiende al ser que más quiere y en peligro de extinción ante las brutalidades
de su marido.
El cerco al violador comienza.
El destino suele jugar en contra de los deseos en numerosas ocasiones, sobre todo cuando se bromea con él. Una inmersión muy bien llevada por Jorge Pobes y Javier Abad en la burla de lo que, jugando sin riesgo, acaece sin remedio: el mal y la enfermedad, asomando la maldición de la familia. Un derroche de sugerencias, de sensaciones entre ellos dos, hermanos, que hacen reflexionar y que los reunen de nuevo, más plausibles y empáticos. La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. Sin remordimiento alguno actuó "Ánibal", hizo una apuesta con un farol de su muerte y puede pagar fatalmente por la presencia real de la misma en su cuerpo,en este momento. Ironía y sarcasmo y la burla punzante del destino. El dialogo ha sido conciso y muy sentido, de una vuelta atrás ya imposible. La mentira artificiosa del protagonista se ha vuelto contra él, sin piedad.
Impresionante Jorge Pobes. Estoy segurísimo del fututo prometedor de este jóven actor. Hoy estaba de rompernos a llorar.
Gran verdad de "Mauricio": "Desprecios, sólo de su señora". Fortachón y adinerado ahora gracias al bobo de "Fernando", no hay quien le tosa ahora. El "Mesía" puede acabar en un catártico final a base de mamporrazos. Miquel Peidro, guionista, descubrió una similitud física entre Bud Spencer y Terence Hill, con Mario Zorrilla y Carlos Serrano. Es cierto. No sólo en lo físico, también en esa dualidad que existe entre la fuerza descomunal de los primeros y la audacia manipuladora y sagaz de los segundos.
Gran verdad de "Mauricio": "Desprecios, sólo de su señora". Fortachón y adinerado ahora gracias al bobo de "Fernando", no hay quien le tosa ahora. El "Mesía" puede acabar en un catártico final a base de mamporrazos. Miquel Peidro, guionista, descubrió una similitud física entre Bud Spencer y Terence Hill, con Mario Zorrilla y Carlos Serrano. Es cierto. No sólo en lo físico, también en esa dualidad que existe entre la fuerza descomunal de los primeros y la audacia manipuladora y sagaz de los segundos.
No hay nada sino interés en todas las secuencias entre estas dos actrices: María e Inma. En esas sospechosas exploraciones de la enfermera en el tratamiento de cura de la catatónica. Los sentimientos y la mala "gaita" de la "Paquitapasmá" a flor de piel. La dentadura de "Jesusa" que muerde. Cosas que nunca sabemos lo que en la intimidad les dicen o infringen a los pacientes, si bellas o terribles. No exento todo de cierto olor ajugueteo intelectualmente mórbido. Un ruina humana de mujer cañon que fue la terrateniente entre perturbadores juegos, desvalida en su perplejidad ceruminosa, propulsados por un situación excéntrica, ambigüa y truculentamente desalmada.
Para una madrileña guapísima Sheila que cumple 29 añitos.
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