Brillante final del capítulo de hoy. Con ese momento previo al baile que parece lo hubiera filmado André Hunebelle, de corte y palacio, con toda esa carga artificiosa que extiende una capa de polvo y da un aire rancio como se palpa en estos salones donde la decadencia, la hipocresía y el mamoneo abren el apetito. Ese disfrazado es justamente el necesario para conseguir un fin engañoso y artero. El mérito es de Pablo Guerrero por haber construido esta majestuosidad rancia, gratuita, tosca y nada vital sino moribunda de la aristocracia pueblerina.
Todos los personajes, perfectamente emplazados, son la cara visible de la decadencia y de la frivolidad, incapaces de sumarse a los nuevos tiempos, cadenciosos momentos, irritantes con una "Francisca" que sabe que todo aquello no puede continuar. Lúcida mujer que quiere liquidar un matrimonio porque ese mundo desaparece y la pasión lo arrumbará completamente frente a lo más ancestral que no se despega junto con los privilegios adquiridos en una época convulsa que la Restauración no podía ya parar por mucho tiempo.
Bellísima secuencia que peanuncia el mundo de los señores feudales que toca a su fin, el nacimiento de una alta casta burguesa que intentaba firmar matrimonios de conveniencia con la aristocracia arruinada y enseñoreada que aseguraría el poder a los ricos y pondrían las bases de la sociedad capitalista, en tanto que los procesos revolucionarios convulsionaban el país, con atisbos socialistas de levantamientos de obreros y campesinos. Al tiempo que otra burguesía, más plebeya y de menor proyección social ("Conrado") surgía como contrapeso de este caótico país.
La clase media como contrapunto de equilibrio en la lucha de clases, con unos personajes como los del "Jaral" entre dos mundos, sin encajar en ninguno. para el que quiera haber entendido la lección de esta tarde, historia pura y dura, ahí estaba entre imágenes de fiestas horteras, vestidos rotos, desamores, traiciones, vividuría, farsa, canapés, cofias, cenicientas y chicas a las que les estigmatizan con ceniza en la frente como venganza personal e intransferible. Un corolario de realidad carpetovetónica, una amalgama de instantes y sensaciones, pasiones y sinsabores de modo depurado y descaradamente hermoso. Me ha gusta mucho. No por la realización únicamente sino por el contexto en el que se mueve la peripecia vital, la manipulación de los sentimientos al alcance del poder y la trampa que se cierne sobre los más humildes
La narración de un gran desencanto con referencias a esos folletines British de amos y sentimientos entre gentes humildes y cierta clase sin mucha clase inmersa en una decadente sociedad. Y el capítulo de hoy ha sido para mí un referente emocional, elegante y respetuoso con esa tradición británica, donde destacaban entre este ambiente obsesivo y teatrero: María Bouzas, Fariba Sheikhan y Aída Flix.
Toda la secuencia ha tenido un poso amargo, frustrante y doloroso sobre el discurrir de aquellos tiempos de una España, similar a la de hoy, con el alma vendida y la razón fusilada.
Tenemos que ir despidiendo a Loreto y a Jordi. El guión no les ha hecho justicia. también es cierto que los guionistas se encuentran en ocasiones con imponderables que muchos actores proponen, pero les dejaron dormitar con el carrito del helado en la última temporada, sin gracia y sin pasión, su drama romántico y muy válido quedó reducido a un comadreo metomentodo sin más relevancia. Ellos guardaron la dignidad y con Loreto se ausenta la elegancia y el saber estar, la cara familiar que era ya como nuestra pariente de la tarde; con Jordi se va un actor que ha mejorado muchísimo y un amante que podía haber dado más de sí; con los dos parten tantos momentos de empatía y complicidad, de tiempo luchado para compartir con todos los honores y libertad el amor de sus vidas.
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