¡Cómo era aquel Puente Viejo que ya no volverá!
Momentos de la bella y trágica historia de amor entre "Pepa y Tristán", ya escritos, no publicados y adaptados para este agosto. Alguna persona me dice que hable del hoy, estoy de vacaciones y no escribo sobre la actualidad hasta septiembre. Así era aquel PV.
Otros de aquellos sublimes momentos de amor entre hermanos, con beso incluido y rechazo que marcaron el drama honestamente planteado y con gran dignidad, que cimentaron los momentos del fuego ardiendo de la pasión entre los dos enamorados cuando su parentesco hacía rechazable cualquier contacto carnal.
Se emitió llegando las navidades del 2.011, una época de diciembre repleta de ilusión y aire navideño cuando los programas de la tele acompañan con otra fantasía. Fue grande este momentazo y muy digno, como todos aquellos otras circunstancias que siguieron al calvario de no poder amarse ni en secreto estos dos amantes anhelantes en los que la pasión, el dolor y el gran amor que se seguían profesando alcanzaron consecuencias imprevisibles.
Desde lo más extremo del amor irrumpió esta situación de hermanos, este horror repudiable y que provocó secuencias inolvidables y estratégicamente demoledoras. Provocó una desolación inconmensurable, al invertir los papeles de ellos por su consanguinidad supuesta, complicándoles la conciencia hasta hacerles sentir culpables constantemente porque, hermandad aparte, los sentimientos ni se apagan ni se destruyen.
Enorme naturalidad entre estos desgarros y una intensidad dramática que adquirió tintes históricos en la televisión, por su novedad, y la valiente honradez y castidad con la que se plasmó.
La realización es perfecta en esta secuencia, los actores insustituibles, el crescendo de la acción agobiante y descorazonador, como se requería y el desenlace que hoy conocemos, muy triste.
No era habitual en la televisión retomar estos amores entre hermanos que asi lo creían, historias familiares con este tinte rompedor, adecuado a todas las edades por su decencia y recato, tan bien dibujados y dramatizados. Y destaco estos efectos traumáticos que desatan estas situaciones, que se dan en la vida, sobre todo mostrados con tanta convicción y fuerza, química más necesaria que nunca, entre Megan y Álex.
En esta época que añoramos hoy, ellos dos, se amaron en silencio sin gestos formales y más allá de lo censurado por su vínculo sanguíneo, una mor que es pecado a los ojos de los hombres pero que se asume con cierta comprensión aunque, sobre todo en "Pepa", como en esta secuencia y el beso, se rechace de plano. La presión social era fuertísma y los tabúes absolutos. Pero que muestra, con coraje y maravillosa interpretación, la fragilidad del inmaculado orden y la imposibilidad de dejar de amar a pesar de la moral impuesta.
Es un momento grande de amor prohibido, de relacione que se pueden producir secretamente, una pasión transgresora y un loable capítulo que no oculta la negación de ver esa realidad incestuosa dentro de una familia quebrada por la pasión que sintieron cuando eran o no parentesco.
¡Qué épica aventurera esta esta!. ¡Que cacho romanticismo propone!. Frente a los seriales de amores chicles entre adolescentes o decadentes en la madures, este serial, en sus mejores días, cambió a los personajes bellos, aburridos, como en época postmoderna, cerrados en sí mismos, frívolos e indiferentes a su entorno, moviéndose constantemente en lo actual para satisfacer lo más espontáneo y cambiante los transformó en amantes eternos y apasionados sin límite más allá de la vida.
Momento que es un puñetazo a la cara por ser un tema infrecuente y que nos procuró tantos momentos inesperados y que nos convulsionó emotivamente, sacudiéndonos visceralmente ante tan buena televisión.
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