¡Que tiempos! Que ya no volverán
Aunque no es peluquero, también se llama Nicolás y es retratista en sepias y marrones. !Nicolás!. Peluquero y que usaba el sombrero cortando y ondulando el pelo por delante y por detrás con un compás y un lapicero, que cantaban los entrañables donostiarras “Los Xey”. Con los besos de “Mariana” no he podido sino rememorar aquella letra musicada tan cachonda de aquel conjunto músico vocal donostiarra que recorrió el mundo entero con preciosas canciones y sonidos maravillosos, pegadizos y muy irónicos y siempre donostiarras. Por cierto, vaya mi recuerdo para Xavier Olaskoaga, quien lo creara en Errenteria, al que tuve la tristeza de entrevistar pocas horas antes de que falleciera, una mañana en su plaza de Errenteria, en un programa especial con gentes del pueblo y que moría pocas horas después. Él nos legó a la emisora una inmensa colección de discos originales vinilos de los “Xey”, de la marca “Columbia”, que guardamos con grandísimo cariño en nuestra gran discoteca.
Ha sido un programa de grandes y gratificantes sorpresas, penosas muchas de ellas, no por conocidas algunas desde la complicidad del espectador, menos duras al saberlas en sospecha de los interesados. Con “Candela”, con “Mariana”, con “Francisca”, con “Aníbal”, con “Mauricio”, con los conjuros galleguiños..... Intuyéndose por unos actores protegidos e ingenuos a los que el guión les había concedido una dosis de ternura e ingenuidad a prueba de tópicos y pensamientos comunes e inocentones. Me ha gustado mucho el capítulo. Un capítulo cruel en muchos momentos, implacable, él más fuerte en algunas semanas a excepción de los momentos de duelo y de dolor.
El sueño de la razón de “Candela”, con una pávida y translucida Aída de la Cruz es de lo mejor de esta tarde. Realmente ha sido la incriminación de una mujer, catatónica por su desgarro en la convicción que sus chanchullos con “Jacinta” alargaron hasta el camposanto el soplo criminal a la asesina de su hijo. Momento de una verdad y una hondura, excelso en Aída una vez más, poderoso momento en el que se revela el alma rota de una mujer que descubre entre las tinieblas del sueño, la verdad de lo ocurrido. Hondura emocional y un modo de la mente de defenderse, aunque sea hurgando en el dolor, de los malos recuerdos que le atormentan.
!Ojo!. La maldad con maldad se descubre y se sana. Es que está escuchaando todo y hoy no ha podido evitar extremecerse cuando ha escuchado lo de los "dinamiteros". Lo que los buenos sentimientos no taladran, sí lo pérfido y los peores recuerdos. Algo se oculta. Esta oye y escucha.
Un halo de confusión en gran parte del capítulo. Convincente Alejandra/”Soledad”. Ella y Boré/” Terence” se desenvuelven muy bien en las escenas de grupo, se integran en las mismas de modo geométrico, elegante y perfecto e, individualmente, rozan la maestría en esos perfiles individuales cuando se callan y se entienden en su código íntimo al tiempo que, el espectador y los familiares, quieren ahondar en algo que ocurre entre ellos. Son muy comedidos y dignos ejemplos de esas apariencias que son sostenidas por el discreto caparazón facial de la sorpresa ocultada.
Humor cruel, sarcástico y en sordina majara. “O Conxuro” de dos gallegos de PV que, en el catre familiar, pueden hacer de todo. No en vano, lo dice el padre, que dos hombres en la cama, dos hombres son. No es cualquier cosa. Los hombres también se gustan en un momento determinado y entre tantos trasgos e diaños, coruxas e sapos, puede que te creas que eres “Maruxiña” alelada por el desgarrador pico de la lechuza de tu padre. Que ya pasó. Geniales los dos “Mirañar”. Que los amores encamados entre hombres dicen que funcionan como una explosión cristalina, repleta de emoción, sin nada de vergüenza, tocados por viriles picos rectos y muy alargados. Un 10 a los dos actores, entre unas mujeres que no podían dar crédito, Maribel y Blanca, a esos maridos gallegos tan calentorros y “peazo” morenotes a los que un conjunto en rojo y medias negras, en una placentera siesta conxurada, les sentaría de lo más plum cake.
"The great Busiiines in the Casona in the Puente viejo village of poors" que diría la Botella. Me alegra que a Mario Zorrilla le alarguen la interpretación últimamente.Le reubican mucho mejor de lo hasta ahora visto.
Se nos ha ido la “Mariana” de los últimos y largos meses. Cuelga el cilicio, pulveriza sus prejuicios, rasga sus miedos, hace añicos su falta de creencia en las relaciones para con los hombres, se acaba la cuaresma, dinamita su falta de confianza en los bárbaros mostrencos, se planta en ternura y se lanza a los labios de “Nicolás”. Para mi gusto, no ha estado mal, pero Mario Zorrilla besa mejor, muchísimo mejor, a Marisol Membrillo en “Crustáceos”. El sendero de la redención, de sacrificios hasta el tuétano, nos ha hecho contemplar un principio de enamoramiento, super bonito y tan actual, imperecedero, como los que nos hemos enamorado en la época del teléfono móvil. Para “Mariana” y para el aparente adolescente de mozo golosinado, ha sido, y más en esa “Casona” de cadenas y grilletes, un brindis al mejor amor de tórtolos y un beso mediterráneo que pocas veces hemos visto darlo a la actriz. Algo suave y timorato, todo hay que decirlo. Un poco constreñido por el poco excesivo ímpetu del galán de las flores. Dos medio maduros en una secuencia que ha sido discreta, no muy apasionada, muy bien interpretada por Carlota y Alejandro, pero sí suficientemente imaginada es ese retrato del nuevo despertar sexual y emotivo de la actriz principal de PV. Aquella gran señorita vapuleada por la vida amorosa, incapaz de superar su credibilidad, en el renacer de una nueva pasión por otro hombre, ha caído rendida ante un hombre que le dice que “Te quiero”. Ya lo decía Richard Harris, en “Camelot”, en la voz del llorado Ernesto Aura, que “al corazón de las mujeres se llega: amándolas”. A destacar hoy en Carlota, no podía ser menos, la contagiosa expresividad de unos ojos que hoy dibujaban el corazón pletórico y que disparaban ilusión como los cañones de San Sebastián. Hoy “Mariana” ha celebrado la vida, aunque a veces la existencia haya sido mezquina y ruin. Así fue como, en el otoño de 1920, perdimos a “Mariana” y ella ganó un retratista en blanco y negro y algún gris y marrón más que otro. Aunque mientras hay vida hay esperanza, y sigo albergando muchas dudas sobre este tan bien hablado Sigüenza, de habilidad notoria para dar aire a las palabras de compromiso, entresacadas de manual a un ritmo adecuado. Algo esconderá inconfesablemente también.
Excelente Jorge Pobes. Ya les dije que, el personaje, metido en la piel de un actor de teatro que me gusta, la situación manipulada presentada, iba a resultar de un dramatismo para nada como algunos fans creyeron ver en esta familia de “los lecheros”: unos chicos de relleno, que sobraban, de imagen indeleble, infectados de hormonas y ñoñeces para atender a quinceañer@s salidorr@s. Pues el mundo ha reventado en esa casa y hay que salir por la ventana. Denuncia amplia del machismo de “Aníbal” y muestra de aquellas víctimas expiatorias, como “Rita”, entre desasosiegos y alcahueterías mezquinas, la “Dolorosa”.
Impresionante secuencia muy dificil de interpretar con tal pasmosa verosimilitud. Muy bien Carlos Serrano
Dedicado, ya que lo hemos mencionado, a Xabier Olaskoaga, me apreciaba mucho y siempre que me tropezaba con él en Donosti o en Errenteria, me daba buenos consejos sobre lo que debía hacer en la vida esta del periodista, que es un desbarajuste total. Y un abrazo a su pueblo de Errenteria, al que ya vamos poco pero que lo guardamos en el corazón, donde tenemos más de 17.000 oyentes que nos quieren mucho como nosotros a ellos.
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