miércoles, 7 de febrero de 2018

CRÓNICAS MUTANTES: LOS GOYA: EL NEGOCIO DEL VÍDEO CLUB NETFLIX


Lo que no es cuestionable es que la exhibición de filmes se encuentre ausente de estrenos en salas de países donde se producen y que Netflix no acepte que esos filmes puedan llegar a los espectadores de cine y sólo acceder a sus suscriptores. Y que no se llegue algún acuerdo. ¡Señores de los Goya! Ni cultura,  ni feminismo, ni nabos, ni filmes progres o comprometidos, ni gala de Cine patrio. Negocio de Netflix. Y lo anuncian con un desahogo absoluto. El negocio es redondo. Pagamos filmes españoles del presupuesto público, 30 millones de Euros el año pasado más las contribuciones a las televisiones privadas, y la pasta gansa se la lleva Netflix, cuatro productores que no arriesgan nada y unos pocos actores, siempre los mismos, mediocres y deslenguados. que pronuncian de pena el castellano la mayoría, con la ruina de la exhibición. No es justo. 


No sólo va a arruinar a los cines esta plataforma sino que, además, es un bluf, incompleta y de poca repercusión en muchos países. acoge un pequeño rango de producciones entre productos a escoger. Tiene sólo publicidad y se infiltra en lugares que, sólo por su proyección nominal, parece le realzan pero ofrece poco y casi nada de nada. Muy incompleta carece de clásicos, musicales, entretenimiento, filmes antiguos, ni tan siquiera series de garra actual que escarba en festivales, como el penoso y muerto de hambre de Donostia o en los lamentables Goya. Faltan filmes muy conocidos que dan caché  a una plataforma que se precie; carecen de conciertos y aunque juega con el precio más económico como la carísima Movistar, resulta cara y poco competitiva.


En el pasado Festival jugó con una imagen agresiva que no por ello más interesante en cuanto a sus productos. Al escándalo. La producción española “Fe de erratas”, de un Borja Cobeaga al que le gusta hacer broma con los crímenes de ETA y hasta dar un toque de sentimiento a los terroristas, y que se pudo ver en streaming poco después de finalizado el Zinemaldia. Un filme repugnante y fascista donde se recrea el horror sanguinolento de carne arrancada de pobres víctimas, un terror que nunca debió darse y que jamás se justificará, que no debía presentarse como humorada negra sino como un documento estremecedor de crímenes horrorosos. Si los cines ya están vacíos, me contarán ustedes con estos oportunistas que los dejarán con una sesión al día.


El juego es infiltrarse en festivales, con series y filmes de medio pelo que sólo tiene eso, su actualidad y poco más, dejando como un erial allí donde podían presentarse. Pero es que es peor, ocurre con “Élite” que se interrumpe su posibilidad de verla hasta el 2019 aunque se esté ya rodando y como sucedió con “El Ministerio del Tiempo” que no se podía contemplar en la TV1 internet hasta que en meses llegue a Netflix. Es todo postureo y marketing, el de un más que inventado Video Club que usa de productos flojos, promocionándolos como altavoz, con una inusitada publicidad dentro de una estrategia de inversión en contenido europeo que , como apisonadora, acabará con el cine no ya de barrio sino de Multicines.


A pesar de todo lo pretendido, esta plataforma no tiene mucho enganche. Pero sí que está introduciéndose de modo oportunista en Festivales cuyos filmes importantes  se pueden ver en streming. Incluso de modo pirata como sucedió en Cannes con “Ojka”, que midió fuerzas con filmes sin haber pasado por salas de exhibición, en una Francia de alta protección a la distribución.


Cuando escucho a los vividores del cine español hablar de “cultura” del cine: ¡Oiga, NO! Negocio duro y pelado y encima con nuestra “pasta”. Por supuesto se han hecho con los Goya, cuyos filmes están ya en esta plataforma; filmes subvencionados por todos y que se verán menos en los cines. Esto es lo que el cine español de los Goya no cuenta. Que la fecha de exhibición estaba prevista para el 3 de febrero y ya Netflix tiene colgados varios filmes, entre ellos “Pieles”.  “La llamada” llegó el 29 de enero. “El autor” llegará en breve. “Amar” ya se encuentra. Y “Handía” el bodrio sobre un gigante del país vasco perseguido en su lengua, en muy breve tiempo.


Es una polémica donde, como aquellos que acampaban alrededor de una ciudad y, mientras todo se derrumbaba, ellos, sobrevivían y asomaban como triunfadores, aquí ocurre  parecido. No es cierto que invierta en cine; hace caja a cuenta de la exhibición. Y los festivales, lejos de ponerle freno, le colocan la alfombra. Y que se les meta en la cabeza que es incompatible Netflix con el sistema tradicional de exhibición. Aunque Francia les ha puesto cortapisas que para acudir a Cannes, cualquier filme, deberá comprometerse a ser distribuida en cines franceses. En España, no. Ni el Donostia o los Goya. Todo para ellos  y no se puede consentir porque ello supone una colonización inadmisible del cine y de la necesaria libertad y derecho a la exhibición en cines patrios. 

Festival de Donostia incumple sus propias bases: vendido ya descaradamente a Netflix, algunos de sus filmes españoles vienen de Toronto y no son estreno mundial de nada y se incluyen filmes de Sección Oficial que participen en plataformas. Y además Rebordinos lo presenta como un éxito innovador. Nada de las bases se cumple. La gran pregunta es ¿Cuánto ganan los festivales por dejarse querer por Netflix? Es evidente que estrenada antes o después, como avance o posibilidad posterior, la gente ya no va al cine y que alguien se lleva “parné” con Netflix.



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