Lo que no es cuestionable es que la exhibición de filmes se encuentre ausente de estrenos en salas de países donde se producen y que Netflix no acepte que esos filmes puedan
llegar a los espectadores de cine y sólo acceder a sus suscriptores. Y que no se
llegue algún acuerdo. ¡Señores de los Goya! Ni cultura, ni feminismo, ni nabos, ni filmes progres o
comprometidos, ni gala de Cine patrio. Negocio de Netflix. Y lo anuncian con un
desahogo absoluto. El negocio es redondo. Pagamos filmes españoles del presupuesto público, 30 millones de Euros el año pasado más las contribuciones a las televisiones privadas, y la pasta gansa se la lleva Netflix, cuatro productores que no arriesgan nada y unos pocos actores, siempre los mismos, mediocres y deslenguados. que pronuncian de pena el castellano la mayoría, con la ruina de la exhibición. No es justo.
No sólo va a arruinar a los cines esta plataforma sino que, además, es
un bluf, incompleta y de poca repercusión en muchos países. acoge un pequeño rango
de producciones entre productos a escoger. Tiene sólo publicidad y se infiltra
en lugares que, sólo por su proyección nominal, parece le realzan pero ofrece
poco y casi nada de nada. Muy incompleta carece de clásicos, musicales,
entretenimiento, filmes antiguos, ni tan siquiera series de garra actual que
escarba en festivales, como el penoso y muerto de hambre de Donostia o en los
lamentables Goya. Faltan filmes muy conocidos que dan caché a una plataforma que se precie; carecen de
conciertos y aunque juega con el precio más económico como la carísima
Movistar, resulta cara y poco competitiva.
En el pasado Festival jugó con una imagen agresiva que no por ello más
interesante en cuanto a sus productos. Al escándalo. La producción española “Fe
de erratas”, de un Borja Cobeaga al que le gusta hacer broma con los crímenes
de ETA y hasta dar un toque de sentimiento a los terroristas, y que se pudo ver
en streaming poco después de finalizado el Zinemaldia. Un filme repugnante y
fascista donde se recrea el horror sanguinolento de carne arrancada de pobres víctimas,
un terror que nunca debió darse y que jamás se justificará, que no debía
presentarse como humorada negra sino como un documento estremecedor de crímenes
horrorosos. Si los cines ya están vacíos, me contarán ustedes con estos oportunistas
que los dejarán con una sesión al día.
El juego es infiltrarse en festivales, con series y filmes de medio
pelo que sólo tiene eso, su actualidad y poco más, dejando como un erial allí
donde podían presentarse. Pero es que es peor, ocurre con “Élite” que se
interrumpe su posibilidad de verla hasta el 2019 aunque se esté ya rodando y
como sucedió con “El Ministerio del Tiempo” que no se podía contemplar en la
TV1 internet hasta que en meses llegue a Netflix. Es todo postureo y marketing,
el de un más que inventado Video Club que usa de productos flojos,
promocionándolos como altavoz, con una inusitada publicidad dentro de una
estrategia de inversión en contenido europeo que , como apisonadora, acabará
con el cine no ya de barrio sino de Multicines.
A pesar de todo lo pretendido, esta plataforma no tiene mucho enganche.
Pero sí que está introduciéndose de modo oportunista en Festivales cuyos filmes
importantes se pueden ver en streming. Incluso
de modo pirata como sucedió en Cannes con “Ojka”, que midió fuerzas con filmes
sin haber pasado por salas de exhibición, en una Francia de alta protección a la
distribución.
Cuando escucho a los vividores del cine español hablar de “cultura” del cine: ¡Oiga, NO! Negocio duro y pelado y encima con nuestra “pasta”. Por supuesto se han hecho con los Goya, cuyos filmes están ya en esta plataforma; filmes subvencionados por todos y que se verán menos en los cines. Esto es lo que el cine español de los Goya no cuenta. Que la fecha de exhibición estaba prevista para el 3 de febrero y ya Netflix tiene colgados varios filmes, entre ellos “Pieles”. “La llamada” llegó el 29 de enero. “El autor” llegará en breve. “Amar” ya se encuentra. Y “Handía” el bodrio sobre un gigante del país vasco perseguido en su lengua, en muy breve tiempo.
Cuando escucho a los vividores del cine español hablar de “cultura” del cine: ¡Oiga, NO! Negocio duro y pelado y encima con nuestra “pasta”. Por supuesto se han hecho con los Goya, cuyos filmes están ya en esta plataforma; filmes subvencionados por todos y que se verán menos en los cines. Esto es lo que el cine español de los Goya no cuenta. Que la fecha de exhibición estaba prevista para el 3 de febrero y ya Netflix tiene colgados varios filmes, entre ellos “Pieles”. “La llamada” llegó el 29 de enero. “El autor” llegará en breve. “Amar” ya se encuentra. Y “Handía” el bodrio sobre un gigante del país vasco perseguido en su lengua, en muy breve tiempo.
Es una polémica donde, como aquellos que acampaban alrededor de una
ciudad y, mientras todo se derrumbaba, ellos, sobrevivían y asomaban como
triunfadores, aquí ocurre parecido. No
es cierto que invierta en cine; hace caja a cuenta de la exhibición. Y los
festivales, lejos de ponerle freno, le colocan la alfombra. Y que se les meta
en la cabeza que es incompatible Netflix con el sistema tradicional de
exhibición. Aunque Francia les ha puesto cortapisas que para acudir a Cannes,
cualquier filme, deberá comprometerse a ser distribuida en cines franceses. En España,
no. Ni el Donostia o los Goya. Todo para ellos
y no se puede consentir porque ello supone una colonización inadmisible
del cine y de la necesaria libertad y derecho a la exhibición en cines patrios.
Festival de Donostia incumple sus propias bases: vendido ya
descaradamente a Netflix, algunos de sus filmes españoles vienen de Toronto y no son
estreno mundial de nada y se incluyen filmes de Sección Oficial que participen
en plataformas. Y además Rebordinos lo presenta como un éxito innovador. Nada de las bases se cumple. La gran pregunta es ¿Cuánto ganan los
festivales por dejarse querer por Netflix? Es evidente que estrenada antes o
después, como avance o posibilidad posterior, la gente ya no va al cine y que alguien
se lleva “parné” con Netflix.
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