No sale mucho Javier Villaba pero sí que lo ha hecho en dos momentos; uno de los cuales lo comentamos aquí cuando "Ulpiano" y su "madre" asaltados en pleno campo en aquella su huida hacia un lugar al que acogerse y un mundo mejor. Y esta tarde, en otro, el de la carta, que tiene de su misma calidad humana y dramática. Y lo hace, también hoy, con total sencillez, sin ostentación ni estridencias. Hay algunos que se nos ponen solemnes, trágicos, que se escuchan a sí mismo, Javier no. Y está muy bien trazado el personaje, el hijo de una familia destrozada por un asesino, pobre, en un papel que resulta de huérfano querible y creíble. Retratado, desde su registro, con una humildad y encanto espectacular.
Su situación está tratado con absoluto realismo aunque parece un ángel del Génesis con absoluta entereza. Y tiene charme cuando, apenas sin hablar, muestra muchos detalles de su personalidad sin casi pronunciar una sola palabra. Da un aire entrañable y desvalido a la secuencia y a esa casa, que resulta un bálsamo en esa serie donde lo que no es un bodrio, es pretencioso o mal elaborado o huele a muerto con incienso de velorio. Con él desaparecen las obsesiones enfermizas por los óbitos de unos guionistas manipuladores. Es un personaje bueno e inocente al que no le dan mucho guión pero es suficiente para salir airoso.
Un personaje al estilo de los de los muy primeros tiempo de Pepe Moratalla que componía un retrato costumbrista de miserias y de dignidad ante ella, aderezado con dosis de ternura y humanidad y que contribuye al encanto de la serie. Es otro "Puente Viejo" alejado de una matraca perversa y enlutada, nada creíble ya, es un mosaico de buena gente joven, sincera y trazada con le sensibilidad de un poeta y con la honra de pertenecer al pueblo. Tiene candor, ilusión, sufre como cualquier adolescente que padece aunque no comprenda todo de su alrededor.
Y como nos referimos a Bertolucci en aquella su otra aparición, hoy tiene de aquel Buñuel cuando dejó de lado sus obsesiones anti-católicas, cuando aparece la miseria del pobre pueblo y sojuzgado y que subsiste frente a toda la patulea terrateniente y dictatorial del poder y sus tentáculos y que no merecen ser víctimas entre tanto arribista, sinvergüenza y de una sociedad con falta de escrúpulos.