Como cobarde reconoce Odón que fue, debería haberse marchado de la política por su indigno comportamiento con las machacadas víctimas de ETA. Lo dice él ahora en campaña electoral cuando reconoce lo que calló; es más, apartó a los que entonces denunciaban su indigno comportamiento.
Muchos recordamos sobre los años duros y de plomo de la violencia con la que ETA ensangrentó Donosti y poblaciones de su radio más cercano. Y nos jugamos entre otras cosas que, él y su camarilla, nos expulsara del Ayuntamiento para transmitir eventos como el del "Cañonazo" o nos negara información; entre otros motivos porque le denunciamos en la emisora que mientras trapicheaba cobardemente con los radicales y pactaba gobiernos (como el último con filo radicales), nos señalaba como "sospechosos" de ideologías peligrosas y nos borraba de la información en la Ciudad, negando la información a a nuestros oyentes. Nunca le importó lo suficiente el estar con absoluta entrega volcada hacia las víctimas de ETA, tomando las decisiones más gravosas para mostrar que la autoridad arropada a las víctimas y a una doliente Ciudad que estaba aterrorizada. Fueron muchos los asesinados pero él fue un cobarde y hoy, a través de un acto y mesa redonda bochornosamente electoral sobre recuerdos de aquellos duros años, en un debate en la Plaza de la Memória, nos dice que se dejó "llevar por el miedo, la prudencia y la falta de valor", que ni él o la sociedad tuvieron el arrojo de movilizarse y que no tuvo valor.
Nunca Odón ha hecho nada, como ahora reconoce tampoco entonces, salvo por puro interés. Y yo no le creo; además da igual, los muertos no volverán y su cobardía no se puede cambiar ni disculpar.
Recuerdo haber ido a transmitir actos a favor de las víctimas, que nos costaba insultos y que nos llamaran de fachas para arriba y él callado vendiendo suelo y siendo muy laxo con esta gente que era más apreciada por él y defendía sus ciertos derechos para llegar a la paz de ellos, que a gente que no respaldamos su política oportunista, frívola y nada rotunda a la hora de condenar los asesinatos y las amenazas. Él y sus seguidores nos han despellejado hasta grados de casi aniquilarnos a muchos que no comulgábamos con eso de lo que ahora, con descarada hipocresía, se culpa mea culpa para ver si levanta un poco al PSE en Donosti, que está bajó mínimos precisamente por su culpa.
Fue un yuppie que por su gravísima culpa dejó que la Ciudad se desvertebrara y acojonara, que imperara el miedo y el terror porque el silencio suyo fue capital para que la violencia continuara con total impunidad. Las periodistas que no apoyamos esto y le denunciamos las pasamos canutas. No nos defendía la autoridad de la Ciudad. Él, Enrique Ramos, nos borraban de las redes y nos cerraban las puertas porque derivó hacia un silencio que le vino muy bien como todo, jabón por aquí, espuma por allá, humo más acá y vaselina por todos los lados.
Que ahora se jacte de la libertad que tiene de pasear sin escolta se lo debe no a él ni a los de su camarilla, sino a periodistas y algunos políticos que se dejaron la piel para que este señor pudiera hoy estar tranquilo (aunque antes ya lo estaba él) y seguir haciendo repugnantes campañas como esta para ver si cae algo.
No fue rotundo. se calló. Siguió con la Fiesta Grande con un muerto caliente porque nunca se enfrentó con la radicalidad como debía a haber hecho. El cobarde de él sólo castigaba a los que decía éramos de ideas "sospechosas". Por su culpa, y lo ha reconocido Izaguirre al llegar a la alcaldía que se encontró con odio, heridas sin cerrar porque cuando un gobernante se hace el simpático y se escora a radicales (muy del PSOE hoy) la sociedad es de los violentos y los sencillos tienen que esconderse. Ni comió ni dejó comer. Se dedicó a vender suelo, construir y dejarnos dos sospechosas operaciones, una de ella la de "Illumbe" condenada por el juez por dedazo ha sido nefasta para la vida comercial de Donostia.
Él sabía que dando jabón lagarto adiestro y siniestro, viviría tranquilo y podría llenar la Ciudad de cemento. No tuvo valor para defender a las víctimas y condenar a ETA con rotundidad. Ahora, tarde ya, lo que cuenta, no es en absoluto creíble y no vale para nada. No puede cambiar la historia y mostrar con lágrimas de cocodrilo lo que no siente y no tuvo alguna intención de condenar en firme. Censor de todo lo que no sea su ideología oportunista, era más amigos de Batasuna que de la prensa que condenaba la violencia. Silencio de corderos, marimandoneo de ETA y jamás una eficaz y obligada deslegitimación de la violencia. Su desgarro actual es una pantomima.
Donostia donde más víctimas de ETA ha habido más víctimas de Euskadi y el alcalde pasteleando. Al final Odón ha demostrado es un pobre hombre que se aferró al cargos por encima de todo, no podía vivir sin él y que con tal de sobrevivir plateaba cosas tan opuestas y contraofertas para mantenerse.