ACTORES DEL CAPÍTULO A DESTACAR:
ABEL FOLK, RAÚL ARÉVALO, MEGAN MONTANER Y CARLOS BARDEM
Segundo capítulo y un bajón en la audiencia. Del 22,5% de su estreno al 18 % de pasado 2 de mayo. Y no creo sea debido a ciertas tramas manidas que se dan con topicazos incluidos en la serie. A destacar el alcahuete insufrible de Osborne como merma de audiencia. Pero es que en España, las críticas restan audiencia y te crean enemigos feroces. El Cuerpo Diplomático anda revuelto y pide a la TVE otra serie más justa sobre la realidad de las embajadas. Espero que no ocurra como con el "Cuentame". Además mucha casta política se ve identificada en los sobornos. Y hay que resaltar que personas aún en activo, hablan sobre que aún se quedan cortos en la serie con lo que ocurre en algunas embajadas.
Sobra mucho melodrama baratucho y tópicos y enredos que amilanan mucho la capacidad sulfurosa del planteamiento central. La mujer adultera, el "polvo" tórrido en el hotel con pasaporte olvidado, el novio que salva a la madre de un ataque sexual, la chica de la embajada que se acuesta con un compañero casado y a los que fotografían, el montaje burdo de la cicatriz en el hombre que aparece en la cama, la piel rasgada y casi sin desprenderse de la ropa interior, el callejón y el hombre apuesto.... Pero ello no deja de pasar a segundo plano y los mejores momentos los llevan el embajador y el constructor (Abel Folk y Carlos Bardem) con una Megan Montaner que aunque la tienen arrinconada como amante y trabajadora, ella destaca en su poco rol por su saber estar ante la cámara. Raúl Arévalo hace un papelón y Tristán Ulloa esta impresionante en su cobardía timorata y enganchado en el engranaje de la corrupción hasta el tuétano.
No me termina de convencer Belén Rueda tal vez por los tópicos a los que la ajusta el guión. Y Amaia Salamanca, nada de nada. No me parece que Úrsula Corberó haya estado a la altura de la prisión y desenlace aunque la realización logra prudentemente imbuir al telespectador en la tragedia vivida por la protagonista "Ester". Pero ya digo que Úrsula ha estado lejos de bordar un papel de agobio, de despersonalización, de terror, maltrato y humillaciones. Que es lo que se esperaba. Sí que destaco cuando Úrsula le abofetea a Maxi Iglesias (por cierto muy soso), me parece que el brío y el arrojo son un camino a seguir por esta actriz en los papeles que le den.
No me gustaría como en aquella serie "Sin identidad" que el mensaje de la corrupción se diluyera, en este caso entre cuernos y lloros nada creíbles.
El momento cruel de ver a una madre contemplar cómo pegan a tu hija a través de un móvil resulta muy melodramática y rompe ese esquema anterior que no abusa del impacto en la detención y prisión durante el resto del presidio.
Y en conjunto, salvo los actores citados y la potencia de la trama, lo demás es anodino y mediocre.
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