Mario Zorrilla es uno de los actores que, trabajándolo desde hace años, acumulando experiencia, más despega de PV en su proyección interpretativa. De los pocos que tendrá un futuro cada día más sólido en la interpretación y un hueco entre los grandes actores. Hoy, en dos secuencias, absolutamente dispares, lo ha demostrado. Desde cesa filosofía práctica y tierna sobre el pensar y el actuar, muy del cine de Nicholas Ray. En ese momento sublime con "Bosco" en la faena del campo, un agricultor sabio, "Mauricio", Un momento exquisito en lo plástico y escénico que se despliega como una sabia máxima ante la ofuscada cabeza de "Bosco".
Un Mario en esta primera secuencia introspectivo, meditativo, de excelente factura teatral y de una soberbia interpretación, ciclopea, de género auténtico, de tipo duro y sensible, inteligente y sagaz, sacrificado a la posesión de esa diabólica abuelita "Montenegro" y a sus salpullidos maléficos, infectados, de los que sabe guardarse y silenciar cuando le conviene y aún le queda tiempo, entre experiencia cumulada y silencio obligado, a aleccionar moralmente a su nieto "Bosco" de modo natural y nada solmene ni trascendente, con gran ternura por cierto en semejante hombrachón..
Las dos secuencias son magistrales. La segunda, en la que hace huir al profesor de esperanto, un Xavo Giménez que tiene muchos tics del cine mudo, de Ben Turpin en concreto, es magistral. Exhibe Mario todo el abecedario de los celos y hace nacer en el serial de PV un celosón profundo y desértico, encargado de proteger a "Fe" como un arcángel desvinculado de las filas de la sin misericordia "Montenegro" y transformado para la ocasión en "El coloso de Rodas" o en "Terminator" de vara ligera y fustigante.
Mario Zorrilla, actor espabilado que a pesar de su fortaleza roza siempre la ironía y lo intelectual, desempeñando funciones dramáticos cómicas que en nada son planas o rozan lo insulso y lineal. Los papeles que le encomiendan son de una enjundia referencial a los grandes clásicos de aquel cine de género, genuino y sabrosón.
Mario es una bendita anomalía cinematográfica y una persona cojonuda, es un amigo y le quiero. Sus interpretaciones tiene una colosal presencia de factura bellísima que nos traen a la memoria momentos y actores del mejor cine de todos, el de aventuras. Se arriesga en interpretaciones de las que soñaba frente al mar de Castro, provocativas, rupturistas y arriesgadas. Nos lleva nada más verle, a terrenos donde su sola presencia lena la pantalla, con firmeza y convicción. Es un actor para mostrar lo exótico y también la complejidad de las relaciones afectivas tras la cáscara de lo aparentemente monótono e insustancial. Actor que soporta las perversiones ocultas, sin poder comunicarlas, y la rutina cansina de los mandados. Un actorazo.
PREMIO A MARIO MARTÍN, INSUPERABLE ESTA TARDE
Dos momentos antológicos, cuando muestra con un leve registro facial que sí conoce algo sobre "Pilar", algo que perturbará la paz y ante "Francisca" enérgico y solemne advirtiendo que la Iglesia no es cualquier poder y que sus advertencias, deben de tomarse muy en serio. Denso poso de justicia de sacristía, añoranza por el hermano preso en las islas, angustias y respuestas ligadas a ese moridero de perversión que representa la cacique, con la que se empieza a enfrentar ya todo el pueblo incluidas las fuerzas vivas.