Está gustando mucho Ariadna. Preciosas dos secuencias desarrolladas en la pensión de la "Hilaria" con una actuación buenísima de los tres actores: Empar Ferrer, Ariadna Gaya y el excelente Álvaro Morte. Un estilo a lo Fernán Gómez, convirtiendo en retrato de lujo cualquier secuencia costumbrista de pensiones estudiantiles, el sentir alejadamente brutal de la universidad en sus alojamientos, con esos compañeros que te hacen sobrellevar los cursos y con los que siempre haces una relación casi fraternal, extrayendo la profunda ternura que inspira. Un retrato divertido y dulce de esa época de estudiantes muy bien plasmado. Toda una reflexión en clave simpática y buena de las despreocupadas vicisitudes de algunos estudiantes y del fervor en otros por sacar adelante los cursos. Vivir cotidiano de la subsistencia con la inteligencia que rezuman los estudiantes, usos y costumbres estudiantiles en un tono delicioso. Con ese eje central de una cierta subordinación burlesca de los discípulos
La secuencia de las cartas recibidas es maravillosa, es sobre ese divino amor a la distancia, contado en unas escuetas frases, apercibido por el alma, intemporal, que anida en las estrellas. Persiguiendo a ese fantasma que tiene uno en la calenturienta cabeza de la mujer que está lejos, que muestra con un candor visual y etéreo la pena de amor porque los enamorados no pueden tocarse ni verse sino solamente sentirse en las lectura de unos sentimientos. Hay tanta poesía en la distancia y medicina en unos párrafos de una carta escrita de puño y letra.
Bella y dulce secuencia, con toque sentimental y con una extraordinaria continuación, cuando "Aurora" arregla el brazo a "Hilaria". Toques sentimentales y románticos que dan una sensación encantadora y emotiva. Unos diálogos muy bien cuidados sustentan estos momentos, y sobre todo destacan las interpretaciones que realzan el texto, estando el conjunto muy bien dirigido. Una visión agridulce sobre una ácida sociedad machista, injusta y holgazana, de hombres rudimentarios, una sociedad muy arraigada en sus tiempos pasados que aunque se ve con cierta nostalgia no deja de ser dinamita de una sociedad de hombres y de vividores.
Aligerado todo con toque de humos y arrogancia, en "Hilaria y Lucas" respectivamente y con mucha frescura y espontaneidad. Entretenidos momentos y con toques de casi sainete cuando se narra las vicisitudes de estos universitarios que tienen penas de amor, soledad y distancia.
Con una Ariadna que incorpora todo el honor y buena tradición de los estudiantes que no son golfos, los sueños y las ilusiones de cuando eramos estudiantes muy cercanos al cielo que esperábamos encontrar tras unos años de cautiverio cultural, quemando cejas y dejando el sueño para luego, una auténtica catarsis ante un mundo cerrado y de dudoso porvenir, con una educación de corte arcaico, varonil y de sometimiento y padecer diario de las mujeres al desprecio e injusta valoración.
Una chica en una sociedad de zombies donde "Aurora" es una avanzadilla transgresora. Un Carpe Diem a aprovechar el momento para estudiar en una mujer, a no perder el tiempo y a aprovechar el momento frente a las bromas frente al orgullo y la prepotencia de unos gamberros que eran una vergüenza nacional, que se tomaban la vida a broma porque todo lo tenían pagado y al final nadie sale vivo.
Momento que nos da directo al corazón y con gran mensaje a los espectadores. Habla de la disciplina, la libertad en los chicos y la de ese oscuro mundo del desprecio hacia las mujeres, y la nula posibilidad de escoger la vida que quieren llevar en el futuro, coartadas por la sociedad, la lucha por el deber y las necesidades del corazón.
Momento que me ha recordado a aquella secuencia entre Maurice Chevalier y Hermione Gingold en "Gigi", pasotas, cuando interpretaban "I Remember it well", aplacados los sueños ardorosos y con pinta bien simpática, pasado el tiempo apaciblemente, en un bienestar de adultos, sosegados, rememoran anécdotas de su ayer, de las que confunden o casi no recuerdan, sin saber siquiera cuando perdieron su amor.
MARIO MARTÍN
Premio a la bondad profesional a Mario Martín. En esta secuencia donde mezcla con inusual capacidad, la piedad con lo sobrenatural y con el casticismo de un párroco bueno de andar por casa. Por cierto, Mario, nos felicitó a la emisora ayer en nuestro aniversario. Fue el único de PV que lo ha hecho. ¡Gracias Mario! ¡Eres un señor!
FARIBA SHEIKHAN.
Se lleva todos los premios por sublime, se merienda las secuencias con su mirada anhelante y enternecedora, que te encierra en sus pensamientos. Coloca esa su mirada en todos los ángulos pasionales, dando emoción al que carece de la misma. ¡Magnífica!
Las mujeres siempre hemos tenido que demostrar nuestra valía, mientras que al hombre 'se le supone', una injusticia que persiste a pesar de que estemos en el siglo XXI...
ResponderEliminarMe encantan las escenas de Madrid, me parecen muy refrescantes y Alvaro le da un punto muy interesante. Al menos algo nuevo que ya estoy harta de las comeduras de coco de Mariana y de Bosco-Ines que son insufribles. Cuando los guionistas se ponen a dar vueltas repetitivas a las tramas las estropean y convierten historias interesantes en aburridas por puro aburrimiento.
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