martes, 16 de octubre de 2018

FUSILANDO HINCHAS DE FUTBOL EN BILBAO.


Una persona, tras atender a Iñigo Cabacas en el suelo, pidió la identificación a un ertzaina que le contestó: "Si no quieres terminar como el del suelo, mejor que te largues de aquí". ¡Menudo futuro! Este era el ambiente en el día de los luctuosos acontecimientos que segaron la vida de Iñigo Cabacas. Para este policía, dejar a un ser humano semimuerto en el suelo es motivo intimidatorio y casi pedagógico. Para que te calles y te andes con mucho cuidado. Me gustaría conocer el nombre apellido y la cara de este hombrón que, desde nuestros impuestos, maltrata así a mujeres y víctimas de las tropelías de un cuerpo que había que haber disuelto hace años. Un cuerpo que ha dicho en el juicio que desconoce que las pelotas de goma son letales. Policías imputados contradiciéndose entre ellos sobre los responsables, , despistando  sobre muchos más que, dicen, también disparaban. “Aquello era un cacao, fue una actuación incorrecta o que buscaba una sarracina” para algunos que lo padecieron. “Fue un accidente clarísimo, ningún agente tendría intención de provocar algo tan grave” según los imputados. ¡'Faltaría más!


Disparó la Ertzaintza a medio cuerpo para arriba, según todos los testigos, como en un pelotón de fusilamiento. Fue un abuso de esta policía, de la inepta policía vasca que ella misma ha manifestado en el juicio por la muerte de Iñigo Cabacas que, como en la academia no les enseñaron, desconocían que las pelotas podían matar, que eran letales. ¡Es el colmo! ¡Pobre Iñigo! No hay cárceles suficientes para encerrar a todos los responsables de esta muerte indigna e intolerable, policías que dicen desconocer que su dedo en el disparador podía llevar la muerte a una persona y dejar desolada a una familia. Todo ha sido, en estos años, desde abril del 2012, un impedimento tras otro para poder defender la memoria de este fallecido en aquel fatídico callejón de María Díaz de Haro. Seis años y medio después de los hechos, se está celebrando en la Audiencia Provincial de Bizkaia una vista oral en la que se juzga a seis agentes de la Policía vasca (tres agentes que admitieron disparar pelotas y tres mandos de otras furgonetas) para los que la acusación particular pide, entre otras penas, 4 años de cárcel para cada uno por un supuesto delito de homicidio por «imprudencia grave profesional». Iñigo murió al término de un partido europeo que enfrentó al Athletic y al Shalke 04 alemán, lo que le provocó un traumatismo craneoencefálico que le causó la muerte cuatro días después.


Todo lo han tenido en contra y los abogados han tenido que trabajarlo muy duramente. La propia fiscalía, por cierto muy habitual entre la corrupta justicia española, pide hoy la liberación de los “inocentes” policías. Según los agentes, al paso de un furgón, empezó a llover sobre ellos todo tipo de objetos desde el callejón. Salieron los agentes y tras disparos intimidatorios, lanzaron las pelotas de goma. A 25 metros estaba Iñigo y fue alcanzado por una de estas criminales proyectiles. Tres agentes con chaquetón rojo llevaban escopetas. En este juicio, estos tres más el mando de la furgoneta y dos suboficiales son los imputados. Costó a la defensa que los agentes del chaquetón rojo fueron imputados.


Los testigos denuncian demoledoramente a esta policía del PNV. Un Cuerpo que no hace sino quejarse durante todas las semanas del año de su precariedad. Hasta de tener coches nuevos, por cierto magníficos, como pequeños e insuficientes. Una policía millonaria, de las que más cobra en el mundo (unos casi tres mil euros un agente sin mayor grado) y que nunca se le ve más que en labores de apaleamiento de ciudadanos. Lo que cuentan los testigos unánimemente es terrorífico sobre lo ocurrido en el callejón. Casi se puede decir disparaban como si estuvieran fusilando  a unos ciudadanos que en ningún momento habían arremetido contra aquel furgón ni demás Ertzaintza. Los ertzainas dispararon "indiscriminadamente" contra las personas que se encontraban en el callejón donde se produjeron los hechos, según todos los testigos. Aseguran que la policía miente y que ningún grupo organizado de jóvenes encapuchados arrojaron botellines y piedras a los agentes, como aseguraron los seis ertzainas acusados de homicidio. Un policía al que hay que identificar, he ahí lo difícil, pegó a Iñigo un pelotazo en el cráneo lo que le provocó un traumatismo craneoencefálico que le causó la muerte cuatro días después. Y desde entones todo ha sido un peregrinar para poder averiguar quién fue el responsable que disparó y castigar a todos los involucrados.


¿Y que tenemos en el lado de esta policía vasca? Pues un desconocimiento de todo lo relacionado, según declaraban, sobre los efectos colaterales y letales de las pelotas de goma. No sabían ellos, pobrecitos, que pueden matar. ¡Qué peligro! ¿En manos de quién estamos? Por ello, sin que según testigos mediaran objetos contra los agentes, cargaron con las bocatxas si mayor preocupación, ya que no sabían de efectos mortíferos, indiscriminadamente contra gente que simplemente se divertía, apuntaban y descargaron contra “lo que se movía”. 


Relatos estremecedores que hacen clamar justicia y que además, pienso yo, ese cuerpo de ignorantes sobre lo que manejan, debe ser disuelto. ¡Que se vayan a labrar los campos y a hacer carreteras! Incluso resulta humillante que semejantes personajes hayan pedido no estar presentes en las sesiones del juicio y que sólo volverán a la sala en el momento de que las partes expongan las conclusiones. ¡Claro! Desde que el fiscal ya no pide alguna pena alguna y los contempla como víctimas inocentes.


Una persona catalana que se encontraba allí, Laia llamémosla, socorrista y que visitaba  Bilbao, fue quien atendió a Iñigo al caer. Se desplomó por impacto de pelota de goma, no porque le alcanzó un objeto desconocido como en sus inicios testificaba el Gobierno Vasco. Taponó las heridas con una bufanda a aquel Iñigo moribundo y tendido en el suelo. Declaró que no comprendía por qué unos policías podían actuar de este modo ante gente que no se había manifestado de algún modo contra nadie ni nada. Era una zona de fiesta. Es quien recibió la contestación donde un machista policía embrutecido y ricachón le amenazó con dejarla en el suelo tendida como Iñigo que ya agonizaba. ¡Esta policía es un peligro público!


Los testigos manifiestan que no recibieron ningún aviso antes de las cargas y que cuando se dieron cuenta ya estaban disparando. Un conductor del autobús que pasó por María Díaz de Haro cuando ya había incidentes aseguró que "aquello parecía una guerra" y que se asustó mucho al oír los "zambombazos" sobre el autobús, en relación a objetos que impactaban sobre la carrocería. De hecho brutal debió de ser porque hubo un fallecido. Os seguiremos informando sobre este lamentable acontecimiento. Y es incuestionable que deben aparecer los responsables y ser castigados. Una sociedad no puede permitir este comportamiento indiscriminado en personas que dicen no estar preparadas para afrontar el orden público.


Queda el testimonio refutable absolutamente de que, la policía, salía, disparaba y que no tenía experiencia con el tipo de armas utilizadas y desconocían su instrucción, incluyendo las distancias mínimas de disparo y las zonas del cuerpo hacia las que no debían apuntar. El juicio del caso Cabacas viene marcado por una fase de instrucción particularmente larga, en el que la juez Ana Torres señaló la imposibilidad de determinar quién fue el autor del disparo fatal, y archivó la causa contra los tres ertzainas que admitieron haber disparado, pero envió a juicio en cambio a los tres mandos intermedios que dieron la orden de disparar las pelotas de goma. Pese a ello, la Audiencia Provincial decidió juzgar a los seis agentes aduciendo "indicios racionales" de la participación de todos ellos en los hechos. ¡Tremendo! Unos padres desolados, quien fuera, ha dejado en la desolación más absoluta a los mismos. Y todos debemos apoyarles y exigir el encarcelamiento y la expulsión de los responsables. No se puede permitir.



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