Una persona, tras atender a Iñigo Cabacas en el suelo, pidió la identificación a un ertzaina que le contestó: "Si no quieres terminar como el del suelo, mejor que te largues de aquí". ¡Menudo futuro! Este era el ambiente en el día de los luctuosos acontecimientos que segaron la vida de Iñigo Cabacas. Para este policía, dejar a un ser humano semimuerto en el suelo es motivo intimidatorio y casi pedagógico. Para que te calles y te andes con mucho cuidado. Me gustaría conocer el nombre apellido y la cara de este hombrón que, desde nuestros impuestos, maltrata así a mujeres y víctimas de las tropelías de un cuerpo que había que haber disuelto hace años. Un cuerpo que ha dicho en el juicio que desconoce que las pelotas de goma son letales. Policías imputados contradiciéndose entre ellos sobre los responsables, , despistando sobre muchos más que, dicen, también disparaban. “Aquello era un cacao, fue una actuación incorrecta o que buscaba una sarracina” para algunos que lo padecieron. “Fue un accidente clarísimo, ningún agente tendría intención de provocar algo tan grave” según los imputados. ¡'Faltaría más!
Disparó la Ertzaintza a medio cuerpo para arriba, según todos los testigos, como en un pelotón de
fusilamiento. Fue un abuso de esta policía, de la inepta policía vasca que
ella misma ha manifestado en el juicio por la muerte de Iñigo Cabacas que, como
en la academia no les enseñaron, desconocían que las pelotas podían matar, que eran
letales. ¡Es el colmo! ¡Pobre Iñigo! No hay cárceles suficientes para encerrar
a todos los responsables de esta muerte indigna e intolerable, policías que dicen desconocer que su dedo en el disparador podía llevar la muerte a una persona y dejar desolada a una familia. Todo ha sido, en
estos años, desde abril del 2012, un impedimento tras otro para poder defender
la memoria de este fallecido en aquel fatídico callejón de María Díaz de Haro.
Seis años y medio después de los hechos, se está celebrando en la Audiencia
Provincial de Bizkaia una vista oral en la que se juzga a seis agentes de la
Policía vasca (tres agentes que admitieron disparar pelotas y tres mandos de
otras furgonetas) para los que la acusación particular pide, entre otras penas,
4 años de cárcel para cada uno por un supuesto delito de homicidio por
«imprudencia grave profesional». Iñigo murió al término de un partido europeo
que enfrentó al Athletic y al Shalke 04 alemán, lo que le provocó un
traumatismo craneoencefálico que le causó la muerte cuatro días después.
Todo lo han tenido en contra y los abogados han tenido que trabajarlo
muy duramente. La propia fiscalía, por cierto muy habitual entre la corrupta
justicia española, pide hoy la liberación de los “inocentes” policías. Según
los agentes, al paso de un furgón, empezó a llover sobre ellos todo tipo de objetos
desde el callejón. Salieron los agentes y tras disparos intimidatorios,
lanzaron las pelotas de goma. A 25 metros estaba Iñigo y fue alcanzado por una
de estas criminales proyectiles. Tres agentes con chaquetón rojo llevaban
escopetas. En este juicio, estos tres más el mando de la furgoneta y dos
suboficiales son los imputados. Costó a la defensa que los agentes del
chaquetón rojo fueron imputados.
Los testigos denuncian demoledoramente a esta policía del PNV. Un
Cuerpo que no hace sino quejarse durante todas las semanas del año de su
precariedad. Hasta de tener coches nuevos, por cierto magníficos, como pequeños
e insuficientes. Una policía millonaria, de las que más cobra en el mundo (unos
casi tres mil euros un agente sin mayor grado) y que nunca se le ve más que en
labores de apaleamiento de ciudadanos. Lo que cuentan los testigos unánimemente
es terrorífico sobre lo ocurrido en el callejón. Casi se puede decir disparaban
como si estuvieran fusilando a unos
ciudadanos que en ningún momento habían arremetido contra aquel furgón ni demás
Ertzaintza. Los ertzainas dispararon "indiscriminadamente" contra las
personas que se encontraban en el callejón donde se produjeron los hechos,
según todos los testigos. Aseguran que la policía miente y que ningún grupo
organizado de jóvenes encapuchados arrojaron botellines y piedras a los
agentes, como aseguraron los seis ertzainas acusados de homicidio. Un policía al que hay que identificar, he ahí lo difícil, pegó a Iñigo un pelotazo en el
cráneo lo que le provocó un traumatismo craneoencefálico que le causó la muerte
cuatro días después. Y desde entones todo ha sido un peregrinar para poder
averiguar quién fue el responsable que disparó y castigar a todos los involucrados.
¿Y que tenemos en el lado de esta policía vasca? Pues un
desconocimiento de todo lo relacionado, según declaraban, sobre los efectos
colaterales y letales de las pelotas de goma. No sabían ellos, pobrecitos, que
pueden matar. ¡Qué peligro! ¿En manos de quién estamos? Por ello, sin que según
testigos mediaran objetos contra los agentes, cargaron con las bocatxas si mayor
preocupación, ya que no sabían de efectos mortíferos, indiscriminadamente contra gente que simplemente se divertía, apuntaban y descargaron contra “lo que se
movía”.
Relatos estremecedores que hacen clamar justicia y que además, pienso
yo, ese cuerpo de ignorantes sobre lo que manejan, debe ser disuelto. ¡Que se
vayan a labrar los campos y a hacer carreteras! Incluso resulta humillante que
semejantes personajes hayan pedido no estar presentes en las sesiones del
juicio y que sólo volverán a la sala en el momento de que las partes expongan
las conclusiones. ¡Claro! Desde que el fiscal ya no pide alguna pena alguna y
los contempla como víctimas inocentes.
Una persona catalana que se encontraba allí, Laia llamémosla,
socorrista y que visitaba Bilbao, fue quien atendió a Iñigo al
caer. Se desplomó por impacto de pelota de goma, no porque le alcanzó un objeto desconocido como
en sus inicios testificaba el Gobierno Vasco. Taponó las heridas con una
bufanda a aquel Iñigo moribundo y tendido en el suelo. Declaró que no
comprendía por qué unos policías podían actuar de este modo ante gente que no
se había manifestado de algún modo contra nadie ni nada. Era una zona de
fiesta. Es quien recibió la contestación donde un machista policía embrutecido
y ricachón le amenazó con dejarla en el suelo tendida como Iñigo que ya
agonizaba. ¡Esta policía es un peligro público!
Los testigos manifiestan que no recibieron ningún aviso antes de las
cargas y que cuando se dieron cuenta ya estaban disparando. Un conductor del
autobús que pasó por María Díaz de Haro cuando ya había incidentes aseguró que
"aquello parecía una guerra" y que se asustó mucho al oír los
"zambombazos" sobre el autobús, en relación a objetos que impactaban
sobre la carrocería. De hecho brutal debió de ser porque hubo un fallecido. Os
seguiremos informando sobre este lamentable acontecimiento. Y es incuestionable
que deben aparecer los responsables y ser castigados. Una sociedad no puede
permitir este comportamiento indiscriminado en personas que dicen no estar
preparadas para afrontar el orden público.
Queda el testimonio refutable absolutamente de que, la policía, salía,
disparaba y que no tenía experiencia con el tipo de armas utilizadas y
desconocían su instrucción, incluyendo las distancias mínimas de disparo y las
zonas del cuerpo hacia las que no debían apuntar. El juicio del caso Cabacas
viene marcado por una fase de instrucción particularmente larga, en el que la
juez Ana Torres señaló la imposibilidad de determinar quién fue el autor del
disparo fatal, y archivó la causa contra los tres ertzainas que admitieron
haber disparado, pero envió a juicio en cambio a los tres mandos intermedios
que dieron la orden de disparar las pelotas de goma. Pese a ello, la Audiencia
Provincial decidió juzgar a los seis agentes aduciendo "indicios racionales"
de la participación de todos ellos en los hechos. ¡Tremendo! Unos padres desolados, quien fuera, ha dejado en la desolación más absoluta a los mismos. Y todos debemos apoyarles y exigir el encarcelamiento y la expulsión de los responsables. No se puede permitir.
Que monstruosidad Iñaki
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