martes, 18 de diciembre de 2018

LAURA LUELMO: UN MISTERIO, UN ENREDO Y UNA POBRE MUJER ASESINADA QUE NO VOLVERÁ.



Laura Luelmo murió por un golpe en la cabeza. ¿Quién entiende este asunto? Lo que queda claro es que, al margen de la autoría, estos dos elementos, Bernardo y Luciano, han gozado de favores por parte de la autoridad y judicatura. Y es terrorífico el abandono que tiene esta pobre mujer cruelmente asesinada de parte de grupos que suponen que ha sido o no cometido por una etnia marginal y minoritaria. Por ello, como en muchos casos de crímenes, pederastia, violaciones, asesinatos, muchos no se movilizan porque siguen las consignas de su “Amo”.
Bernardo no podía contemplar por frente a Laura: Su casa estaba en el número 1 de la calle Córdoba, en El Campillo (Huelva), es imposible que Bernardo Montoya colocara su silla y se sentaba a observar a Laura que vivía en el número 13 de la misma calle.  La de Bernardo se encuentra situada en una pequeña plaza. La casa a la que Laura se mudó está situada algo más abajo, descendiendo la misma calle y por lo tanto no está enfrente. Además los dos portales son impares y corresponden al mismo lado. No es posible que alguien sentado en una mecedora la observara por frente.


La ubicación de la casa de Bernardo arriba y de Laura abajo. Imposible le viera por frente




En este caso de la pobre Laura que tanto nos ha afectado no quiero mencionar demasiado a este inmundo político de Echenique pero sí denunciarle por su cinismo y crueldad. Sobre todo sucio oportunismo, basurilla, de aprovechar el asesinato de una pobre mujer buena para hacer campaña contra partidos políticos que le hacen competencia y le restan votos para alcanzar un día un poder bolivariano para someter a la sociedad a una dictadura de hambre y represión. Decir a este despojo político que, precisamente para congraciarse con políticas permisivas, votó en contra de la prisión permanente revisable. El desprecio nos lo inspira él cuando es capaz en estos luctuosos momentos mencionar a “votos ensangrentados  en el anti-feminismo”. De todos modos mucha parte de la izquierda feminista ha obviado y pasado de puntillas por este sangriento suceso. A esta gentuza vividora y golpista lo único que le importa son los votos próximos a recuperar o a perpetuarse en el poder o alcanzarlo. Y el hecho de que sean de raza gitana el sospechoso les resta capacidad de movilización y de denuncia ante lo execrable de este asesinato porque buscan los votos de esta gente, como de otros colectivos de inmigrantes que delinquen, pero menos o nada para ellos porque son nuestros amigos, sus amigos y votantes.


Pero el caso de Laura ha tomado un camino que me sigue reafirmando en que esto es complicado y se va enredando más. Mencionamos ayer a Bernardo, el hermano de Luciano, quien  asesino de una anciana a la que volvió para rematarla; parece ser vivía en el pueblo y había salido hace unos dos meses de la cárcel de aquel crimen cometido hacia 1.995, cinco años antes del que también realizara su hermano Luciano, en el 2000. Bernardo había cumplido 17 años por el asesinato de aquella anciana más otros dos años por diversos robos y acababa de salir de prisión.


Sigo sin comprender varias cuestiones. Las sospechas, ahora desmentidas por todos que afirmaban hasta ayer lo contrario, jamás fueron hacia Bernardo sino hacia su hermano L. Montoya. Hoy, resulta que, cuando se decía que Luciano había salido de la cárcel hace un mes por el asesinato de una vecina en Cortegana, a la que asestó de igual modo una puñalada en el cuello, así como por haber secuestrado a una mujer e intentado violentarla y agredirle en un parque de Los Cipreses del Campillo, que quedó en casi nada en la sentencia, hoy, resulta que aún no había salido de la cárcel en su condena cuando todo el mundo le señalaba como el culpable. ¿Cómo puede ser eso? ¿Cómo iba a estar por frente, sentado en una mecedora, vigilando e inquietando a Laura si además su casa estaba vacía al encontrarse aún en prisión. Se enreda aún más la cuestión cuando, el día 12 de diciembre, día de la desaparición de Laura Luelmo, Luciano se encontraba interno en la prisión de Ocaña (Toledo). La cárcel le concedió un permiso este lunes, el mismo día que apareció el cuerpo con señales de violencia. ¿Por qué se le relacionó? Todos han comentado que se encontraba ya fuera de la cárcel hace un mes. ¿Confundieron a los hermanos? ¿Los dos tenían el mismo vehículo o se lo repartían el Alfa Romeo? No lo creo. El vehículo era de Bernardo. ¿Bernardo se encontraba en el pueblo o también estaba huido? Ayer, en mi artículo, no quise culpabilizar a Luciano porque es una extraña historia. Tampoco a Bernardo porque no me fío de nadie ya en este caso, repleto de inexactitudes, contradicciones y mal rollo que contemplo conlleva. Algo que huele mal y que, hoy mismo, se oscurece más por lo siguiente:



Por varios motivos. Dicen que la Guardia Civil contactó con el sospechoso hasta hoy mismo, Luiciano, dos días después. ¿No sabía la Guardia Civil al instante que Luciano se encontraba aún en la prisión toledana de Ocaña? Eso, se conoce e informa al instante, no dos días después en cuanto hay una sospecha desde el primer día de la denuncia. Pero es aún más extraño e inverosímil. Dicen que sin cargos contundentes contra Bernardo aún, fuentes precisan que no hay pruebas definitivas de su implicación en la muerte de la joven profesora y que se le ha detenido porque, cito textual: “Montoya ha sido detenido cuando se ha bajado de un coche para huir a pie al percatarse de que estaba siendo vigilado por la Guardia Civil”.   Es decir, una persona va en coche, (por cierto ¿desapareció o no el Alfa Romeo?), se baja, se siente vigilado por la Guardia Civil y, pudiendo huir en su vehículo, se escapa a pie dejando su coche abandonado. Ello no se lo cree nadie. Y otra cuestión: estando en el pueblo Bernardo, de gran currículo también ¿Nadie le interpeló ni le llevó a declarar y sólo porque parece ser huía a pie pudiendo hacerlo en coche, le consideran sospechoso? ¿Dónde se encontraba a la hora de la verdad Bernardo? ¿Quien había desaparecido?


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