lunes, 6 de julio de 2015

CORAZÓN ITINERANTE / LOS EXILIADOS ROMÁNTICOS


Los años 60 que con tanta intencionalidad refleja este serie de "Amar es para siempre". Hoy, esta mañana, he leído una entrevista a mi amigo José Luis Garcí, que siempre apoyo, que habla sobre ese sustituto del cine que han llegado a ser las series maravillosas de televisión, no le falta razón. Pero dice algo que me ha calado muy hondo. De aquellas gentes que en los 60 se entendían aunque tuvieran directores diferentes como favoritos. Yo era de Hitchcock, otro de Wilde, aquel de Hawks, muchos de John Ford, Nadie se enfadaba con nadie, eramos amigos y nos unía la belleza del cine. Hoy si no eres de cierto actor o actriz o director y le criticas, te despellejan. ¡Que pena de país! Era una gran her o cine, sólo enemigos porque no piensas como yo. Un cine donde se valoraba la encarnación de la democracia y donde se tomaba partido; hoy, todo se ha echado por la borda y facha el que no sea de mi jaleo más gritado e impuesto.¡Los años 60! ¡Que gran y luchadora época!


ACTRICES DE LA TARDE:  NATALIA RODRIGUEZ Y ANDREA ROS.

CON:  CHISCO AMADO, JAVIER HERNÁNDEZ, ALEJANDRO ALBARRACÍN, PEPÓN NIETO, ÓSCAR LADOIRE, MIRIAM MONTILLA, ANABEL ALONSO, LUIS BERMEJO, Y  SARA RIVERO.



Precioso capítulo que es para retomarlo otra vez y verlo de nuevo. Ha habido tanta poesía, revolución y amor, mucha más que en los latiguillos politiquillos de la opulenta oposición que, en aquellos años, vivía como rajá exiliada del franquismo. Inmenso momento que habla sobre los que estaban fuera, como "Alberto"/ el actor de Galiza: Chisco Amado, y "Miguel Ayala", en el café "Reyes" que es algo así como aquel lugar donde se urdía el cambio, se posicionaba uno, se escamoteaba del rigor que oprimía fuera, se intrigaba, se debatía y se respiraba algo de espectáculo y se expiraban nuevos aires de libertad, como en el "Café Ricks" de "Casablanca". Con una "Natalia Rodríguez" impresionante, de enamorar a la cámara y espectadores. Eran los exiliados que hablan sobre la libertad que podía ir oreando un país que se abría a las divisas y el turismo, que trajo aquella ola de frescor y bikinis, noches y desparpajo erótico y libertad en el amor que se vivía ya en países como Inglaterra o Francia.
¡Maravilloso!


Un ambiente de sinceridad y espontaneidad que no viven los pobres españoles que sin dinero además, estaban sojuzgados mientras los jerarcas les robaban y los curas les embotaban con procesiones y  les intoxicaban con botafumeiros, aterrandoles si se desviaban del camino de aquel Dios que estaba con Franco para que nadie se moviera. Por ello sufría sin solución "Laura", llena de complejos , titubeos y sin apoyo y que nunca se atrevía a dar ese paso de romper con todo; condicionada siempre por su condición de mujer chantajeada por el hombre más trepa y franquista de casi todos; que huye a Barcelona; o esos dos ángeles que son "Paco" y "Serafina", que temen hasta que no les case el cura retrógrado y carcundioso, un mal bicho que sería capaz de ponerlos en vergüenza por quererse. Eso fue el franquismo, entre mucho más; la inhibición de los deseos y el intercambio por una ensoñada vida ficticia para reprimidos y traumatizados.


Ha sido tremendo lo que hemos visto. Había tanta verdad y miseria y grandeza al mismo tiempo en todos los personajes. Mucha historia sin adulterar al servicio de la verdad y de los buenos sentimientos ahogados por el repudiable franquismo. 
El amor entre un profesor español exiliado en París, casado, que es admitido como amante por "Leonor" que lko ama apasionadamente a pesar de su edad y situación sentimental. Algo inaudito para los pobres españoles que deberían hacerlo, si así fuera, suciamente y de tapadillo. Es la libertad de la que hablan los dos protagonistas en el "Café Reyes", donde, tanto en Inglaterra como en Francia, los ciudadanos votan a sus representantes directamente, sobre todo en esa cuna del parlamentarismo y de democracia genuina que es la gran Inglaterra y que tanto se posicionó en libertades en los controvertidos y rompedores años 60. Y en la mísera España, las parejas tenían hasta casi prohibido amarse con vehemencia y pasión.



Corazones itinerantes de amor y libertad. A la medida en la que los protagonistas avanzan en este camino que se anduvo entre aquellos tiempos convulsos y represores, entre lo foráneo y lo patrio que olía a sacristía y uniforme, entre tanta referencia política que no puede faltar, tan cinematográficas como verídicas, nos reconocemos en las andanzas de nuestros padres que vivieron esa época. ¡Qué precioso serial! Me estoy haciendo adicto al mismo. Realidad y ficción entreveradas de modo sutil y elegantísimo donde no deja de asomar aquel rudo de los acontecimientos y severidad de las formas que se vivieron. ¡Estoy emocionado! Con ESDPV, "El Ministerio del tiempo", "Fortunata y Jacinta", "Historias para no dormir", "¿Es usted el asesino?", "El Séneca" y "La linea Onedin" de lo mejor que he visto en mi vida.
Exiliados de oro, románticos, que cambiaron el gris por el color (como en "Pleasantville), el invierno dejaba paso al verano, el pudor al olor a cuerpos que se juntan, y la miseria y el ir tirando era la aventura.



Una entrañable y liberal manera de vivir el amor, llegada desde la gran Francia, que parecería pecaminosa para la gentuza del Movimiento y los pesebreros del Régimen y envidiosos de alrededor, un modo de ejercitar el corazón sanamente, amando a una chica joven porque los dos se dan vida, algo impensable en aquella destartalada y mojigata España, algo que me ha resultado cautivador (yo que vivo y adoro Francia) porque me siento muy identificado con se frescor de idealismo que ha traído el capítulo, irritante para los que sólo veían pecado en todo y hasta en quedarse en casa. Esta tarde las musas de amor han salido por Chamberí, han dado luz y encanto al paisaje apesadumbrado trayendo la luz, el encanto de los enamorados y la salud que se siente tras despertarse de un sueño húmedo entre un hombre y una mujer libres y que se aman. Son los exiliados y otro modo de vivir nuestra única vida.








Un Premiazo para Andrea y para Óscar. Impagable escena de reencuentro entre un padre y una hija, con una descomunal interpretación de Óscar Ladoire. El mejor Mario Monicelli en estado puro toda la secuencia. Padres e hijos que no se entienden, escuchan, prestan atención, no dialogan. Emotivo y muy eficaz momento. El rol de Óscar lo he visto interpretar al gran Vittorio de Sica pero más acidamente y con aquellos "ni-ni" italianos de los 50, engreídos, que te sisaban y se revolcaban entre triquiñuelas y chanchullos.

                                      
  
 




¡Pepón! Siempre Pepón. Imbatible "Fortunato" e incorruptible. Te insufla todas las tardes un chute de honestidad, corazón enorme en ese cuerpazo, bondad y sabiduría campechana que te deja echo un toro y con la conciencia tranquila.
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