domingo, 26 de julio de 2015

EL VALLE DE LA MUERTE/ EL CINE QUE SE VE EN FRANCIA

VALLEY OF LOVE


Treinta y cinco años después se reúne el mismo casting de aquel filme de Pialat frío y emotivo: "Lolou". Se reúne para algo pretendidamente fantasmagórico.
Filme fallido en su absoluto, del prolífico director francés Guillaume Nicloux, presentado en Cannes con 9 nominaciones y que se ha perdido por entre esos magníficos paisajes del desértico Cañón de la Muerte que hemos visto retratado en tantos filmes del Western. Un desierto de relieves áridos que se extiende por California y por una pequeña parte del estado de Nevada. Que ya Antonioni realizó aquel filme del año 70 con el título que pertenece a una zona ondulada al borde del final de este Valle: "Zabriskie Point". Valle que Sergio Martino  utilizó para aquel su filme "Mannaja", con "Keoma" los dos más grandes Spahhetti Western más grandes para mí.
Un filme que comienza con un travelling demasiado largo para mí, al estilo de Hitchcock, siguiendo a la Huppert y que mantiene muchas direcciones sin atinar el alguna. Tiene de Kubrick en "The Shining" en esa terrorífica mujer deforme que se le aparece a Depardieu en la noche del Motel (similar a la de las gemelas del filme citado). Es también un "Road Movie" entre esos parajes inmensos y donde el calor aprieta y las percepciones sensoriales se deforman y se cambian adquiriendo parámetros terroríficos del mal sueño de la sin razón; tiene de aquel filme de Stanley Donen: "Dos en la carretera", donde la pareja reflexiona sobre su pasado. Un largo viaje de un amor que se bifurcó en su tiempo porque no tenían nada más que decirse, que ello no resolvió nada, que se encuentra ahora aceptando lo que les separa, que posee momentos brillantes en los dos y casi únicos actores; entremezclado todo con una película Ghost, un análisis de la institución del matrimonio desde el siglo XXI, pero un filme que decae en su segunda parte y cuyo final es una horterada. Que no toma rumbo ni se define, que vacila tomando el pelo al espectador, muy snob que experimenta como un límite de la experiencia. Tiene mucho de aquel "Gerry" de Gus Van Sant, poesía en pantalla y de retiro espiritual y catarsis para sumergirse en lo ilógico y relacionarse con el otro lado de las cosas; así como de su remake: "Colega donde está mi coche?. La soledad extrema entre los grandes espacios que sobrecogen y definen en imágenes la aventura solitaria del hombre entre ciclópeas montañas y sequedades sin fin.



Es una pena que este señor haya desperdiciado las enormes posibilidades que ofrecía el guión. No se puede ser pijo y cerrar el filme cuando te viene en gana, sin explicar nada y dejando todo resuelto en torno a coordenadas cartesianas de "aquí y ahora" cierro la barraca. Algo que se observa en el final porque durante el resto, los protagonistas y el filme, navegan entre el panteísmo y la ironía, aunque yerra cuando usa de esa grandeza de la naturaleza para maximizar el alrededor y dar un final en el hasta caben fantasmas o son solamente desvarío de la mente.
Tiene mucho de "Monty Walsh" aquellas confesiones profundas en Lee Marvin y la Moreau del gran filme de Friedkin.
Filme de tinieblas y muy pegajoso, casi como el ectoplasma que planea en el filme. Nada, una naderia pretenciosa y con ínfulas sublimes. Podría haber tomado el filme varios rumbos y sin embargo se fue por el rollazo metafísico, estropeando toda una inquietante idea sobre el otro lado de la realidad y haciéndolo soporífero.
Una tragicomedia que cuenta con los dos grandes actores, Depardieu está inmenso en sus abdominales y aún así resulta estético y maravilloso; ella, Huppert, entre la vulgaridad y el señorío; pero obligados a interpretar situaciones abstractas que no llegan al espectador y que no llevan a nada, con ese final penoso y de "corta ya que cerramos" que va contra cualquier razón de la deducción y lógica del desenlace. Ellos dos hacen creíble una preciosa historia de amor, recuperándola, porque el director está haciéndose el místico e interesante, improvisando o trasladando algo muy epidérmico. Creo que a estos que tanto tienen que aprender debemos tratarles con una dureza benigna, para que tomen nota y dejen de ser unos ególatras rollistas.


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