ACTRICES DE LA TARDE:
SARA RIVERO, ANDREA DURO E ITZIAR MIRANDA
CON: ROGER COMA, JUANJO ARTERO, MIRIAM MONTILLA, LUIS BERMEJO, JESÚS OLMEDO, ÁLEX MARTÍNEZ, CHISCO AMADO Y LUCÍA MARTÍN.
¡Qué caudrilla de pedófilos los curas aquellos! ¡Que banda de profanadores del cuerpo de chicos y chicas, cándidos y castos! Babosos de niños que les chupaban por todos los recovecos de sus cuerpecitos, amparados por el palio, el olor a dogma y la intocabilidad de su rango. Tremendo momento donde, en memoria de aquellos tiempos en los que "Julián" les dio tanto placer, le devuelven el favor al abogado y prohombre del Régimen, advirtiéndole de la petición de su esposa de nulidad del matrimonio, por ser homosexual; precisamente porque, ellos, le llevaron al huerto de la sacristía para manosearles y darse placer a cuenta de un inocente.
No hace falta mostrar mucho más, con un terrorífico diálogo entre Sara y Roger queda todo claro sobre las cloacas sexuales del franquismo. Para ello ganaron una guerra haciendo víctimas a los dos bandos, para violar niños llevándoselos al huerto. Nunca pagará el clero homosexual y vicioso el daño que ha hecho a los menores en tiempos de Franco con la ley, los jueces y todo el clero a favor de escandalizar a los más y tiernos inocentes.
Ya dijimos que el "Lobby" se estaba creando: políticos, procuradores, curas y jerarcas del Estado y de la Curia, curichis de barrio y demás ralea que envenenaron a la infancia más desprotegida.
Y lo peor, y queda claro en el final de la secuencia, el asco que hicieron coger al cuerpo y espíritu de las mujeres; crearon de su gran espiritualidad y belleza corporal, monstruos de repulsión. Fueron unos degenerados.
Aislaron a los niños de sus padres y del sexo contrario; les descubrieron de modo sucio lo que es el deseo lúbrico penetrandoles en su más secreta intimidad de modo criminal y ensañado; los curas aquellos, que luego formaron parte del entramado del Régimen con sus acólitos a los que desnudaban en vergonzosas sesiones, fueron la degeneración que llevaron a los más indefensos a ser víctimas de un delincuente sexismo reprobable y asqueroso, icono marrano de un corrompido Régimen que descerebró y prostituyó a más de una generación.
Excelentemente momento cínico de quien se sabe amparado por los jerarcas y que muestra de modo sinuoso para alcanzar el poder y repartirselo, favores con favores, controlando a la sociedad mientras la hacían temerosa, la sojuzgaban importándoles muy poco y sacaban provecho del silencio obligando a una carnalidad asquerosa que ha tardado muchas décadas en ser denunciada. ¡Pobres niños! La Iglesia nunca pedirá el perdón suficiente por ser una cuna de violadores que abusaron sin límite, a placer, desde la parroquia de acá hasta el mismísimo Vaticano.
Elegante momento, muy sutil pero que habla valientemente de sexo y violencia y de poder dictatorial. ¡Estos eran los oligarcas de la religión y política! Hacían lo que les venía en gana, impunemente. Fueron los kinki de los 60. Lo mejor de cada putiferio. Un alegato en pro de la vida, la libertad y sexualidad digna, denunciando ese trauma que quedaba tras las agresiones pedófilas, a estas pobres víctimas y a sus sumisas familias sin derechos ni tan siquiera al de la dignidad. Gentes sin rumbo que vagaban en desgracia sin encontrar un sitio en el amor.
Además hemos asistido a ese homenaje a la grabadora, ya aquello que después el cine explayaría en los 70 con Coppola y sus espionajes, con "La conversación"; aparato por cierto muy caro en aquella mitad de los 60 y que provenía de aquellas grabadores de hilo de los 50 de las que me contaban mis compañeros de Radio San Sebastián, las primeras usadas en la radio española después del más riguroso directo de los 40. Aquellas en las que se grababan en la radio donostiarra los radio teatros de los 50 donde surgieron actores inmensos de la radio y doblaje en Donosti y España, como el gran Ángel María Baltanás (en foto), la grandiosa Ana María Saizar (a quien vemos tambiénen la foto de abajo), Elisa Bueno, Ramón Reparaz, Amador Álvarez Garagarza (la mejor persona que he conocido en mi vida) o José Manuel Setién.
Secuencia bandera con una buena actriz, al estilo de aquellos filmes preciosos de principios de los 60 en Francia con artistas del "Salut les copains", de los tubes de cabaret que se desplegaban por el Paris de atrapa la noche. Frivolidad, ilusiones, sueños húmedos, macarras y muchas ganas de triunfar soñando con una quimérica competencia; cine de Marc Allegret y de Poitrenaud que me maravilla aún cuando lo veo el el cine club de FR3. Aunque en España estas historias son más sórdidas y menos poéticas, dan asco como los corrompidos protagonistas que las interpretan. Historias en España cutres, para catetos pasionales y muy errados. Con una secuencia colorista que se aprecia en las fotos que viene a reflejar ese mañana brillante, de magnetismo en el estrellato que llegaría, con el cual se corrompía a las chicas a las que sólo les esperaba la noche para prostituirse y acabar siendo unas desgraciadas.
¡Éramos tan jóvenes! Frase lapidaria de "Manolita" y tan real y cercana de cómo pasó la vida y nos trae la serenidad pero nunca olvida los bellos momentos electrizantes del amor. Aunque no se le parece físicamente, Lucía Martín/"María" me recuerda mucho a aquella actriz que triunfó con Truffaut: Claude Jade. Por su formalismo naïf, por su estúpida inocencia, por su envidiable inocencia, por su candor inmenso y por lo que le queda por disfrutar (hablo del personaje). Me encanta esta actriz que refleja sobre cuando los errores pueden enmendarse, cuando hay tiempo para meterse monja o para amar, para desear y soñar y para equivocase. Es el personaje más bonito de la serie y solventemente interpretado. El que tiene intenciones y se quedan en ello, en intenciones. Vista desde hoy su "María" que piensa tan inofensivamente tiene esa atmósfera del cine francés en el que parece no ocurre nada, que todo es caprichoso, perdonablemente juvenil, ligero y dogmatizado, pero pasa un huracán por encima.
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