El jubilado de hoy, convidado de piedra ayer cuando murió Iñigo. ¡Ese es el responsable! Una caricatura de la justicia; una sentencia bochornosa de la Audiencia indica que, al final, nos ha trasladado algo dramático y profundamente injusto, tal cual que la decisión de cargar contra el callejón en el
que murió Iñigo Cabacas, no estaba justificada y con ello se vulneraba la
normativa y los protocolos de actuación de orden público. ¡Y no pasa nada! ¡Pobres contribuyentes! Y poco más se puede
decir de una Comunidad donde impera la ley del más fuerte y mayor provocador.
Fue un acto desproporcionado, con un pobre chico muerto y sin culpables hoy. ¡Y
a comer angulas en nuestras grandes fiestas!
Estoy avergonzado de mi país y preocupado por lo que, esta sentencia, puede aportar como justificación de hechos posteriores de este calibre sin alguna responsabilidad por parte de los tiradores. Ha salido gratis. Se declara culpable a quien no va a ir a la cárcel, ni responde de dimitir por jubilación y continuará con sus privilegios. Y ¡aquí no pasó más! Un enredo compinche que huele como, toda la Euskadi siciliana, a un hedor insoportable.
Estoy avergonzado de mi país y preocupado por lo que, esta sentencia, puede aportar como justificación de hechos posteriores de este calibre sin alguna responsabilidad por parte de los tiradores.
Euskadi, además de otro cuento más, es un cortijo oligárquico donde tampoco existe justicia. Tras años
de amarguras para la familia de Iñigo Cabacas,
tras seis años de investigaciones y entorpecimientos políticos y policiales sobre
la muerte de esta persona, una bochornosa sentencia se ha dado a conocer hoy, la esperada por otro lado: Dos
años de prisión para el mando de la Ertzaintza Juan José de Pablo, oficial de
mayor rango que estaba en la zona donde se produjeron las cargas que provocaron
la muerte del Cabacas. Los otros cinco procesados han resultado absueltos,
según la sentencia que se ha hecho pública a última hora de la mañana de este
jueves. ¡Y a otro asunto!
Lo comentamos en estos artículos, la defensa de estos policías fue
agravantemente deshonrosa para la familia de la víctima y para los
contribuyentes de Euskadi y del estado: la policía vasca no sabía que las
pelotas de goma podían matar, los pobrecitos desinformados desconocían del
poder letal de las mismas. Y todo el juicio ha sido una labor de
entorpecimiento para encontrar a los culpables que dispararon sobre el seguidor
de Athletic.
Dispararon a bocajarro a las cabezas. Los que así actuaron, hoy
exonerados, hicieron que un vasco contribuyente estuviera echando masa
encefálica por la boca, la nariz y las orejas. Y eso vale seis años con un
mando de vacaciones pagadas. Los demás de rositas. La familia ahora a tragarse
esta burla a la tumba de su hijo demostrándose que en el País Vasco no hay
Justicia ni Policía sino un sistema siciliano y mafioso dirigido por los de siempre y que, hoy, el
golpismo de Madrid y la PSOE adulan y masajean para afianzarse bien en la poltrona
que está llevando a España a la ya quiebra total.
Sólo existe una responsabilidad: la de este mando que se encontraba en
la zona y que no se bajó del vehículo durante los hechos; a los demás
ertzainas, que confesaron haber disparado pelotas de goma, no se les considera
culpables ni a los dos suboficiales que mandaban las furgonetas que actuaron en
el callejón de la taberna Kirruli donde Cabacas recibió el mortal impacto de la
pelota de goma en la cabeza. La sentencia indica que "no es posible
determinar con seguridad" desde dónde se realizaron los disparos ni si
hubo más agentes que lanzaron pelotas, lo que lleva a que el tribunal no pueda
saber "quién disparó el proyectil que impactó en Iñigo y si admitimos con
una alta probabilidad que otros agentes, además de los tres encausados,
dispararon munición real", con lo que el nexo "causal no podemos
establecerlo". Todo ello proviene de qué confesaron que, al final, en semejante
afrenta y ante esta muerte de Cabacas, parece que también pido haber más
ertzainas que efectuaron los disparos sin saber del poder mortífero de su
ataque a la población civil.
La sentencia considera probado que el lanzamiento de objetos en el
callejón, extremo en el que justificaron los agentes de la Ertzaintza el inicio
de la intervención, fue "de poca entidad, ni masivo, ni generalizado, por
lo que en absoluto justificó la actuación policial". La sentencia también
considera que las versiones de los policías que se oyeron en el juicio están
"cargadas de subjetividad, de ánimo de eludir responsabilidades y de
cierto espíritu corporativo", lo que les resta credibilidad, al contrario
que las de otros testigos que muestran elementos comunes sobre los hechos. Todo
ha acabado en un pasteleado “homicidio imprudente” hacia un oficial que ni
salió de la furgoneta, ni tomó ninguna decisión, ni en ningún momento asumió el
mando del lugar que le correspondía por su graduación y por ser el responsable
del sector; que no dio ninguna orden a las furgonetas que estaban en la zona ni
comunicó al 'Ugarteko' la situación real. Le encajan en los presupuestos de homicidio
imprudente realizado “en comisión por omisión” y que si no hubiera habido
inacción en este oficial se habría evitado con una probabilidad y certeza la
muerte de Cabacas.
Esta "condena" es un insulto Cabacas y a toda Euskadi. El
condenado seguramente ni irá a prisión, ni perderá sus jugosos tres mil euros
mensuales, ni le inhabilitan de forma permanente por una muerte ni tan siquiera será inhabilitado porque está jubilado. Al final
buscan a un conejillo de indias que seguirá gozando de todo privilegio, el
muerto ya no vuelve jamás y un cuerpo de seguridad, en el que pusieron mucha
ilusión los vascos, totalmente desacreditado y más desde hoy.
Quedan unos padres desolados; unos amigos llorosos; una rabia incontenida; unos vividores de policías que cobran más que cualquier policía del mundo; el fracaso de una autonomía que es el de todas; una nula credibilidad en el poder oligárquico judicial; una desvergüenza afrentosa sin maquillar y mucha tristeza por constatar hasta dónde nos ha llevado el Régimen de hace 40 años instaurado. Morir y desaparecer sin que nadie te explique qué sucedió y quien disparó la mortífera pelota de goma que le perforó el cerebro. Y que ello se haya hecho con dinero público. Es imprescindible cortar las autonomías ya.
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