Francia y sus “Chalecos amarillos” salen a la calle a defender a su
Nación, con su bandera, su himno, su patria en el corazón. A diferencia de la triste España donde los
partidos y sus lameculos defienden al Estado del que cobran y en el que se
encuentran incrustados; mientras, en el país galo, desvinculándose de partidismos
partitocráticos como en España, luchan contra un tirano masón que está completamente loco.
¡Buenos amigos y compañeros políticos se han echado los paletos de “Ciudadanos!
La estofa de la masonería francesa. El soporte ideológico de Ciudadanos, Manuel
Valls, así como su jefe masón Macron, hace unos cuatro años, advertían al gran
pueblo francés que poco se podía hacer contra el terrorismo; resignarse,
acostumbrarse a vivir con él como algo imponderable, y algo que tendremos que
convivir con él en años venideros. Por ello, estos miserables gobernantes
franceses, han permitido a peligrosos islamistas fichados, campar a sus anchas
sin activar protocolos contra el crimen yihadista; escapar; encontrarse sin dispositivos
de vigilancia policial; se les ha permitido a asesinos auténticos ya
controlados circularan a su arbitrio por la calle sin alguna vigilancia
policial. La misma basuril policía que dispara a la cabeza de los “Chalecos
amarillos”, flashball a la cabeza, que está gasificando al pueblo francés, es
permisiva con el crimen “imponderable”, que es como estos degenerados masones
de la vida francesa exponen como lección de presente a las generaciones
francesas. Por ello los gobiernos han sido amigos íntimos de esta gentuza Cherif
Chekatt Saíd Kuachi, que a pesar de haber sido sentenciados en más de 27
ocasiones, asesinaron a la mayor parte del personal de la revista satírica
Charlie Hebdo en 2015; y Amedy Culibaly, que asesinó a varias personas en un
supermercado kosher días más tarde o de quien atentara en el Mercado de Estrasburgo.
Francia es un país donde los políticos gobernantes usan de las cárceles
para reclutar y lanzar el pistoletazo de salida de yihadistas mientras que la
policía que machaca a “Chalecos amarillos”, pasa de perseguir a los amigos
islamistas o no tiene medios o carece de personal o simplemente los protege
porque son chivatos. Gobernantes y policías fortalecen las instituciones
musulmanas en Francia. Y los políticos son muy generosos con ellas. Francia es
un país donde se pagan muchísimos impuestos, salvo que seas un gandul, un
quinqui, un bohemio, un terrorista, un borracho descastado, entones cobras. Las
autoridades, siempre para congraciarse con la yihad, dan generosas ayudas
económicas a todos los inmigrantes ilegales de Francia, si la piden, y también
atención sanitaria gratuita, sin casi arriesgarse a ser deportados. Son los
amos del país.
Todo ello, toda esta asistencia social, cuesta muchísimo dinero. Por ello tiene los
mayores impuestos del mundo desarrollado: las tasas obligatorias suponen más
del 45% del PIB. Hay un alto nivel de paro: el 9,1%. Los salarios normales son
bajos y están congelados. Un profesor de una escuela pública gana 1.794 euros
al mes. Un funcionario de policía gana, tras un año de servicio, aún menos:
1.666 euros al mes. Se da el caso de españoles que por su bajo nivel económico
no declaran ya en España, mientras que sí viven en Francia deben pagar. ¡Es un
escándalo!
Macron engañó, con sistema democrático, representantes de la Nación y
doble vuelta, es igual. Lo primero que hizo Macron fue impulsar el crecimiento
y mejorar el poder adquisitivo de las compañías grandes y las multinacionales
invirtieran en Francia; les bajó los impuestos y eliminó el impuesto a la
riqueza. Como al parecer no quería elevar el déficit presupuestario, creó
nuevos impuestos y subió algunos de los que paga toda la población, incluidos
los impuestos a la gasolina que ahora son la réplica de los “Chalecos amarillos”.
Y mientras que en España, la gasolina, en algunos lugares, ha subido hasta 11
céntimos desde diciembre, y la gente se calla y traga, en Francia se ha abierto
un “Cuerpo a cuerpo” con Macron y su criminal policía que esta semana cumple su
décima jornada de fin de semana en protestas callejeras. Los nuevos impuestos,
además de la subida de los ya existentes y de los que se quieren aumentar,
están desprotegiendo a los ciudadanos del “Estado de bienestar”, poniendo
contra las cuerdas a muchas familias ya arruinadas por la masonería francesa. Es
el bienestar de las familias y lo logrado hasta ahora lo que se encuentra en
tela de juicio.
Macron llegó a Francia, insultando a los franceses. Le viene muy grande
el traje a este pequeño viciosillo al
que no quiere nadie, ni su esposa. Son recordadas sus frases sobre: “Los que
tienen y trabajan y los que no porque son unos vagos y van a putas”, "los
que tienen éxito y los que no son nada", “Francia carece de cultura”, “los
franceses son galos que se resisten al cambio", "la vida del
emprendedor es mucho más dura que la de cualquier empleado", “yo encuentro
trabajo ahí mismo porque lo busco”, le alejan de su pueblo; dan una imagen maligna
de arrogante que desprecia a los pobres y no sabe nada de los problemas de la
Francia trabajadora. Es un chulo facineroso que ni siquiera tiene respeto por
los franceses o por Francia. Y el castigo es poner más impuestos y la situación
está derivando en asaltos ya a instituciones, campos de batalla los fines de
semana, huidas de portavoz del Gobierno, Griveaux, una pérdida económica considerable,
una brutal represión al estilo de Maduro con heridos y muertos, mientras Macron,
sádicamente, hace de pirómano, de echar más leña al fuego y como un poseso
gritando que acabará con la insurrección. Está zumbado, en otro planeta,
Francia da una imagen lamentable desde hace casi tres meses, casi nadie presta
atención a su discurso mientras habla del “calentamiento global” y se refiere a
esas multitudes que llenan las calles y plazas de Francia, como gente que odia
y a la que va exterminar. Acabará muy mal.
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