viernes, 9 de noviembre de 2018

DURMIENDO ENCIMA DE UN CADÁVER 1ª PARTE




Se va la malvada Carmen Calvo del Vaticano y hasta los huesos enterrados en unos sótanos salen a la luz. No me extraña. Asustados de semejante impresentable mujer, no es coincidencia, han salido a respirar aire porque fue demasiado la falaz visita torticera de la Calva. Los cadáveres aparecieron en la Nunciatura, que es la embajada del Vaticano en Roma. Alguien ha dormido durante muchos años encima de ese cadáver.


Uno de los más enormes misterios de desapariciones del siglo pasado. Ocurrió en Roma, el 22 de junio de 1.983. La desaparición de Emanuela Orlandi. Tenía entonces 15 años cuando la desapareció para siempre sin dejar rastro a la salida de su clase de flauta en el conservatorio situado en la plaza de San Apolinar, cerca del Senado italiano. Tenía pasaporte vaticano porque su padre, Ercole, trabajaba en la Prefectura de la Casa Pontificia, la secretaría particular del Santo Padre. Era papa Wojtyla. Casi dos meses antes se había perdido el rastro de Mirella Gregori, una adolescente de igual modo e hija de una familia que regentaba un bar en el centro de Roma, sin ninguna conexión con la política o la curia romanas. Alguien llamó al telefonillo de casa. Una voz dijo que se trataba de un compañero de clase y que bajara para hablar con ella. Nunca más la volvieron a ver. Entronca con tantas desapariciones inexplicables que hemos tenido en España y que hoy, aún sin cadáver, sabemos fueron violadas, torturadas  y enterradas. Muchas de ellas con la enorme sospecha de encontrarse tras su muerte sádicos representantes públicos inalcanzables de las cloacas del Estado.


En esta semana un comunicado del Vaticano informaba que se habían encontrado, tras trabajos de renovación de sótanos del lúgubre vaticano, unos huesos humanos, ¡Cómo para vivir allí entre tanta terrosidad y sobre cadáveres que nadie sabe cómo fueron a parar allí! Ya se han dado instrucciones por parte de fiscal jefe de Roma, Giuseppe Pignatone, dio para para que se analicen esos huesos, los restos óseos y así poder conocer desde la edad, el sexo y la fecha aproximada del fallecimiento.


La prensa menos manipulada, de inmediato, lo relacionó con estad dos adolescentes, algo que las primeras investigaciones llevan a señalar como posible. Los huesos podrían pertenecer a Emanuela o a Mirella y que podrían aportar datos sobre la desaparición de estas inocentes. De haber estado la nauseabunda curia romana de testigo en el descubrimiento de los huesos, posiblemente se habrían callado, pero con obreros delante, imposible. A Emanuela siempre la prensa italiana menos censurada la ha adscrito en su desaparición a misterios relacionados con logias religiosas y concretamente con el Vaticano. De todos modos se duda sobre a quién pertenecen. Tal vez más relacionarlo con la desaparición de Mirella que vivía cerca de la nunciatura aunque se sigue investigando.


La corrupta justicia italiana, Ilario Martella, ex magistrado de la Corte de Casación y juez instructor del caso Orlandi y de la investigación sobre el atentado contra el papa Juan Pablo II en 1981, resta importancia a los huesos. Es como el fiscal del lamentable “Caso Cabacas” que no observa delito ni acusados en la muerte por pelotazo de goma y no presenta cargos. Aquí Ilario tiene la impresión del chasco que se llevarán porque los huesos no sean de ellas, ya huele ya. Incluso se atreve a atisbar un plan conjurado por diabólicos demonios para sepultar allí a las niñas haciendo caer hacer recaer la responsabilidad en la Santa Sede. Unos huesos y un cadáver es algo muy serio y  ya se habla en pequeños cenáculos, despistando sobre el lugar en el que ha aparecido, como si fuera sencillo, sobre la inocencia del Vaticano o de su Nunciatura. Una historia increíble que se acaban de inventar sobre un chantaje al papa por parte del antiguo bloque soviético. 


Pocos días después de la desaparición de las niñas, varias llamadas anónimas reivindicaron el secuestro de las pequeñas y exigieron la liberación de Mehmet Ali Agca, un terrorista perteneciente al grupo turco de extrema derecha Lobos Grises que disparó contra Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro aquel terrorista el 13 de mayo de 1981, a cambio de sus vidas. La pista búlgara fue otra opción para explicar la desaparición de las niñas. Aunque algunos siempre pensaron que fue un simulacro para desorientar algo sobre un asesinato que seguramente tiene que ver con alguien de las mafias, el Vaticano, la curia, servicios secretos tras el telón de acero e incluso Mehmet Ali Agca; no me resulta a mí muy sólida la de la conspiración soviética.


No es muy convincente por facilona la versión de los servicios secretos y la implicación de países. Secuestraron a Mirella para intercambiarla por la vida de Mehmet Ali Agca y al no ser escuchados, la mataron; secuestraron a Orlandi y surgió mediáticamente la pista de ciudadanos búlgaros en el atentado contra el Papa Wojtyla. Creo que, como en el 11-M, que aprovechó el tema de una guerra que Zapatero por cierto llevó aún más lejos, fue casualidad que la desaparición de las niñas coincidiera con este espinoso y nunca aclarado asunto de Ali Agca. Se usó de ello para establecer un paralelaje entre la desaparición y el atentado, muy conveniente, para ocultar lo que muchos pensamos fue: crimen sexual y ritual macabro. 


El domingo continuaremos sobre esta historia en la que se barajan: una historia de sexo, exorcistas, un "fantasma" y agentes secretos en el corazón del Vaticano. Hay dos fotos estremecedoras: El papa Wojtyla en una visita de la familia Orlandi y otra, en una manifestación pública parándose a responder a la admiración casi mística de Mirella.



EL DOMINGO:  EL FANTASMA DE EMANUELA RECORRE LA CAPILLA SIXTINA"


Este es el fantasma fotografiado.

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