lunes, 8 de septiembre de 2014

¡AQUELLOS DÍAS DE PEPA Y TRISTÁN!/ EL FANTASMA DE NUESTROS SENTIMIENTOS


Inolvidable capítulo lleno de sencillez y sentido de la realidad de la vida, de su tristeza y melancolía, del fatalismo y sobre cómo desparecemos un día y dejamos muchos sentimientos y recuerdos imborrables, que duelen en el vacío de su ausencia. Aquel amor y ese tiempo pasado, visto desde hoy da dolor pero de otro modo, irreversiblemente ya que no hay tiempo para volver atrás, como allí en el confín de recuerdos quedaron "Tristán y Pepa", con una inolvidable selección de momentos del mejor PV de todos. Frente a momentos neorrealistas y surrealistas en PV, este de hoy ha sido realismo puro, era John Ford.


PREMIO A MARIO MARTÍN

Por toda esta secuencia ante la lectura de la carta de "Raimundo". Sacrificado, resignado, cargando la desgracia y alegrándose con gran conmoción por la carta de su viejo amigo. El alivio por quienes  padecen y tienen esperanza, pensando en todos menos en él mismo, con esa cámara concentrada en su rostro que interpreta todo lo que significa "Don Anselmo" en PV, el sacerdote amigo, que tampoco cree mucho pero que cumple paternalmente lo mejor que puede con emotividad intensa y profundo sentido religioso. 


PASEANDO LOS HUESOS


Otro de los buenísmos momentos de la tarde, con el principal del que pasamos ahora a analizar. No hay nada como un poco de transgresión y sentido del polvo para apreciar lo que somos y en lo que hacen con nuestra osamenta de gloria y hazañas, amores  y tiempos pasados, tirarla por el suelo y confundirla con los cacahuetes. No somos nada y casi más de lo mismo, polvo sobre los ojos, polvo sobre nuestra alma, polvo enceguecedor que ciegos todos vanos al hoyo de cabeza y en polvo terminamos para burla en un programa de televisión donde se han reído de toda nuestras eminencias encerradas en urnas cinerarias como si inmortales celestiales se tratara.



SECUENCIA BELLÍSIMA:

¡AQUELLOS DÍAS DE PEPA Y TRISTÁN!

LEONOR MARTÍN, ARIADNA GAYA, MEGAN MONTANER Y ÁLEX GADEA


¡Que recuerdos!. ¡Que pena aquel pasado hoy rememorado en unos flash back de dejarte tiritando!. La vida y el tiempo que se llevó primero al amor de "Gregoria" y después el de "Tristán" y la vida que te imposibilita ya pensar, aún en soledad, que tu amor vive en algún lugar del mundo, sin ti pero que su existencia no se ha extinguido.


Con la inclusión de esta secuencia que me dejó  sin respirar. Solamente el talento inconmensurable de Megan Montaner/“Pepa”,  podía conseguir la fórmula de alquimia capaz de transformar el incienso en vitriolo. Sucedía en una parroquia, cuando el novio dudaba en  pronunciar un “sí”, en medio de una gran expectación general. Una excelente actriz entraba rompedoramente en un bodorrio más falso que Judas. Caminaba resoplando contenidamente, erguida por entre un pasillo de bancos y ante gente estupefacta. Segura, sin temer a la verdad, pecho de frente,  sin tener nada que ocultar. Se apagaban hasta los cirios. Arrojada contra la beatería, dinamitaba el templo mientras llegaba al altar, todo, para declarar la valentía de su amor inmenso para con la persona de Tristán, el novio en la historia. Entregándose en cuerpo y alma a la lucidez de una verdad que les hacía libres de parentesco. Enamorada hasta el éxtasis pero sacrificándose a renunciar y a marcharse si no se le acepta como tal.  La gran “Pepa” que rompió un pulcro espejo tras cuyos pedazos las mujeres se contemplaban tal y como se sentían en aquella sociedad que las  sojuzgaba, empobrecía y humillaba sin piedad. Pero les enseñó a todas las demás a no dejarse avasallar. Esa "Pepa" y ese "Tristán" por los que se ha conmocionado esta tarde "Gregoria".


Estos días en los que vuelves de vacaciones, que te recoges en tristeza por los buenos días del verano pasados, ves esto y te dejas catatónico. Cuando "Gregoria" vuelve al remoto pasado desde su soledad real todo se transforma en ausencia negra, insoportable, por aquellos tiempos de ilusión tan diferentes de cuando vivíamos aquellos sueños de juventud que ya no podremos nunca más compartir porque, ellos, ya no están


Nos ha sumergido en un mundo de recuerdos cautivador y de fantasma iracundos que nunca deja de morir, precisamente porque los amores que no encajan son los mejores y más inolvidables.
Hay tanta ternura, encanto y tristeza en este momento que ha sido sublime.Una Leonor esta tarde de belleza dolida pero serena que explora los recuerdos con brillantez y cierta expresión conturbada. Donde ellos dos, Megan y Álex, se encuentran más vivos que nunca, una fantasía entre ectoplasmas y un momento grandioso.


La tristeza emocional de "Gregoria" (una reaparición impresionante) es más que una historia de amor, es un cruel relato de los avatares del destino y el coraje para seguir viviendo solos, sin los que más quisimos. Una verdad dramática que entra en la doctora, una gran verdad trascendental sobre las ilusiones perdidas, las que parecían iban a marcar nuestra vida, los sueños que se desvanecieron y la realidad del destino que nos lo arrebata pero que muestra a la hija de aquellos como testigo de carne y hueso que produce más dolor.


Magistralmente interpretada por Ariadna y Leonor con una intensidad contenida, muy buena televisión, con cambios de tono imperceptibles dentro de esa noticia trágica, es una plasmación fantástica sobre la expresión cruel del tiempo, con unos personajes a los que hemos sentido muy dentro. Con una fascinante Leonor Martín que ilumina la pantalla con su presencia.


Es otra televisión que me encanta. Donde hay puro Pío Baroja y John Ford, romance, recuerdos, viejos huesos de difunto que se escapan de su tumba, amor puro y fracasado con una carnalidad etérea, mucha elegancia y encanto ensoñado. ¡Es la vida! El fantasma de nuestros sentimientos en una facultad de medicina, el lugar idóneo para dar vida a una historia de amor eterna.


"Gregoria", mujer fuerte y llena de carácter que se turba porque detrás de ella hay una historia de amor.Que tiene un momento casi mágico cuando en su rostro paraece que su "Tristán" le sigue queriendo desde el más allá porque, ella, no ha dejado de quererle y los recuerdos son aún frescos. 


El momento  encierra una de las claves del cine de Mankiewicz: la reflexión lúcida sobre el tiempo que se esfuma y la presencia modificadora del pasado en el presente. ¡Una maravilla!



POR MOTIVOS PERSONALES  TENGO QUE DESPLAZARME A BARCELONA VARIOS DÍAS Y NO PODRÉ COLOCAR ESTA CRÓNICA. MAÑANA SERÁ LA ÚLTIMA EN UNOS DÍAS.¡GRACIAS!

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