lunes, 10 de febrero de 2014

EL APARECIDO DE PUENTE VIEJO


Secuencia brillante la final con una excelente interpretación de todos, en especial de Adelfa Calvo y de Jonás Beramí. Capítulo que ha contado con muy buenos momentos, no tan rotundamente jugosos como este pero nada desdeñables. Un Jonás sorprendente en esta secuencia y en todo el capítulo, con una "Soledad" que me ha recordado a la inolvidable Romy Schneider de aquel bello filme "La passante du Sans-Souci". Incluso este plano es un retrato de ella en su expresión dolida y rostro anhelante de amor. !Maravillosa Alejandra".
Ha sido casi como ver a mi actriz favorita, Era yo un niño y le ví en Biarritz, bellísima, estaba con mis padres y todo el mundo se volvía y le saludaba. Falleció poco después. Ella, recuerdo entre brumas pesadotas, se daba a todos. Pero decía mi madre que se le observaba triste. Nunca he olvidado aquel día. De hecho he sido siempre fiel a su memoria y testamento de vida.
Como Romy, "Soledad", siempre llevando las situaciones hasta las últimas consecuencias, entregándose con todo el amor desesperado del mundo, amando con todo el corazón y con un sino trágico en su vida. La mejor representante del dolor en el cine mundial. Las dos presentan una profunda inmersión en la tristeza de sus personajes, desafiando al abuso que otros ejercen sobre ellas mostrando una dureza y un sentimiento absoluto.
Secuencia de esta tarde con Jonás, compleja y desgarradora aunque pueda parecer light entre escarcha y encuentros bucólicos con el pasado que retorna.
El encuentro entre un pasado que no se reconoce como tal, en "Simón",  y que no puede acceder a comprender lo que eran aquellos caminos y lagos para esa mujer casada con un hombre llamado "Juan", libre, despreocupado y feliz, con una mujer de existencia marcada por la frustración, el sufrimiento, la inseguridad que sufre al ver al sosias, viviendo una existencia degradada desde aquel día. Transmite esta secuencia tantas decepciones, aspiraciones, mientras le invade la miseria de una vida sin "Juan", sólo así ella y nadie más puede comprender lo que supone este encuentro en su vida de deseos rotos y momentos corrompidos hasta el tuétano para sobrellevar la ausencia de un amor que no morirá sino en la eternidad, al final de sus días.
Una secuencia muy bonita donde se respira el aire de aquellas veredas por donde correteó con su amor, retomando un sentimiento ya guardado en su corazón que la da algo de luz en la sombría vida de simulación que lleva. Todo está dispuesta a sacrificar, incluso su propia imagen ya en descrédito, imaginándose atrapar a aquella persona que amó en una segunda oportunidad. Una secuencia que recrea una época y una hermosura de postal campestre que me recuerdan a aquel filme "El algún lugar del tiempo". Del que hablaremos mañana por la secuencia en el lago.
Final apoteosis con una "madre dolorosa" al estilo de la biblia libertaria y evangelio popular de Pasolini. !El aparecido!. Tras un climax bien llevado por Fernando Coronado, certero y sobrio, aparece quien tanto lloró la pérdida de aquel hijo. Una Adelfa que ha construido muy bien su personaje. Las vivencia de amor de una madre por su hijo que las idealiza en un reencuentro que hace añicos su corazón en la propia contemplación.
Adelfa muestra no sólo asombro y se descompone sino muchísimo más. Muestra una verdad disfrazada de fantasía. Es un símbolo en PV de los avatares trágicos del destino cruel arrebatándola un hijo, de esa dolorosa travesía emocional y del coraje para sobrevivirla. La sorpresa que parece una broma del tiempo pasado, s transforma para ella en una verdad dramática, excelentemente construida e interpretada. La verdad surreal de las ilusiones pasadas que marcan nuestra vida para siempre sin que podamos hacer nada, incluso se nos recuerdan constantemente como le ha sucedido a "Rosario" esta tarde. Es el drama y la elección entre el sueño, la ilusión y la realidad explicada racionalmente.

Una secuencia de las mejores de la tarde. La visita con excusa a la plaza de PV para reencontrarse con su "ahijada", por parte de "Francisca". Con una "Mariana" guerrera, que parecía sacada de una cañera rok-popera de la movida madrileña de los 80 y con un flemático talante de la "Doña" cuando despreciaba a su enemigo de las clases bajas y quinqui seguro. Una secuencia que nos dice que en materia de sentimientos y de lazos de casi sangre no hay nada o norma que valga y se pasa por encima de todo. Una secuencia, y casi todo el capítulo, pensada para espectadores inteligentes a los que no hay que dar todo masticado, comido y digerido.
Es cierto lo que le dice el pobre y chocho "Raimundo", su dolor de cabeza proviene de la maldad que se le escapa de entre los occipitales tensionados hasta casi la explosión. Una burbuja de maldad que emerge como una ciénaga de dolor de cabeza, que la debilita hasta la inconsciencia, que le procura una sensación de entrar en un laberinto sin luz ni remedio curativo, donde huele mal y ella se debilita cada día más y más porque le falta el aire de la chiquilla, hoy ya mujer. Por ello acude en busca de su "María" para que vuelva a ella.

Violencia de género, matonería machista y thriller de diseño en este momento. A destacar la contención de "Paca" en este momento" pero demuestra su saber estar, su altura y posición económica frente a un borrachuzo, producto de la sociedad que, el y sus mariachis, crearon en España, un paupérrimo país agrícola sin resolver los problemas del campesinado y una tímida revolución industrial, absolutamente opresora y ladrona de la fuerza del trabajo.
Cierta tensión y un rato para el que está vacunada la latifundista y las ganas que teníamos que, incluso ella, en una perversión que procura la belleza del diablo, el arree dos leches al pobre desgraciado que nació en aquellos tiempos de hambre y cortijos.
La presencia esta tarde de "Mariana", en esta y en la del teléfono ha sido rupturista y valiente ante cierta debilidad de fiera herida que sopesa en su "ama". Aunque sigue siendo los ojos de un testigo de referencia de una cacique maltrecha en su salud por la mala baba que lleva y de la decadencia como criatura abominable que ha sido. Ha estado muy bien Carlota que gana, conjuntamente con el pobre "Raimundo, más merecido papel. Por cierto a Ramón Ibarra se le ha visto saludar a su nieta "Aurora", tras aquel abrazo del funeral de "Tristán" nunca han coincido en secuencias, hasta hoy. En el caso de la Carlota de hoy, sólo con su actitud "descarada" y mirada reprobatoria, nos contaba con pelos y señales el declive del monstruo de la "Casona" de PV. "Mariana" es la respuesta censora desde una humilde y sabia criada a esos golpes psicológicos que no se curan en la "Paquita" ni desaparecen con el tiempo.

Secuencia que salvando el cine negro pero sí con ironía británica, me ha recordado a la planificación del filme "Crimen perfecto". Milimétrica secuencia como aquella casi "sin alma" del personaje en el filme, Ray Milland, que crea una cierta tensión y decepción en un "Nicolás" frío que no aclara que va a hacer o si en realidad le importa mucho la negativa de "Mariana" de no acudir al estreno madrileño. Esa angustia gélida de unos rostros que no se ven y que en escasos momentos deben, sólo por una voces entrecortadas y que apremian porque el teléfono sube de precio, recoger toda una información y abrirla en canal para que sea asimilada por sus sentimientos sin malinterpretarse. Como siempre, al teléfono, el absurdo surge y todo parece se torna del revés, incluso en el espectador. Una secuencia magnética, con unos actores soberbios los dos, en su justa medida, Alejandro y  Carlota, en estado de gracia y en medio de una niebla que sienten porque el teléfono no resuelve problemas sino que los complica. Lo que tengo seguro es que yo sí voy a Madrid al estreno y no sé por qué me da que voy a poner, a la peli, a parir, no así seguro que a "Mariana" a la que ya conocí entonces más allá del tiempo.

Se va Charlotte, eso dicen las revistas que disfrutan de informaciones privilegiadas para destrozarnos la sorpresa y vender cuatro miserables semanales más. Ha sido como "Heidi", tenía esa luz que entraba en el corazón de los hombres, permitiéndoles fluir, generosidad, cariño y amor verdadero. Una chica hacendosa y limpia, que habla de los maltratos a los desamparados, como "Heidi", pero que deja "Rita" sembrada, una lección de empatía y de grandioso cariño que le habíamos cogido a Charlotte, de lealtad y de buen corazón que nos ha tocado la fibra sensible que no ñoña de los que la hemos contemplado semana tras semana.
Esperándole "Doroteo" para, como en uno de los mejor de Víctor Hugo, cutre, sombrío y casi infantil, entre lo degradado y lo doliente, acaba con ella por una pasión malsana que sólo la canalizó patéticamente en que ya nadie la poseyera,  por la muerte que le da a la pobre chica.
La sociedad margina  a los mejores pero nunca acaba con ellos ni con las amistades valerosas y nobles que se entrecruzan en el camino. Mirada fría, de lobo solitario en "Conrado", casi de cristal roto, con muecas inertes, sufridoras de no tener a su amor y de verse rechazado, incomprendido, odiado y despreciado. Un drama al borde de un ataque de nervios. De su estatismo esta tarde con "Isidro" y la botella, pasa a visualizar ser la víctima ambulante de una furia colectiva que le hunden en una tristeza sólida y profunda, sólo mitigada por el amigo "Buendía", un joven generoso y justo y amigo de sus amigos.
 Dedicado a mi Ciudad en plena ciclogénesis








1 comentario:

  1. Una maravilla todo lo que cuentas de Soledad y Simon. Lloro leyendolo esto que bien escribes y cuanto nos emocionas Iñaki. Te leo todos los dias que vas a ir a ver la peliculai y estoy algo mosquedada quieres decir que vas a ir a Madrid a estar con Carlota?

    ResponderEliminar