miércoles, 27 de mayo de 2015

EL CAVIAR SABE A SEÑORITA MAL LAVADA


ACTORES DE LA TARDE:

MARIO ZORRILLA Y MARTA TOMASA



Secuencia gastronómica. Casi de Sociedad donostiarra pero rodada en Leganés. Gentes en celo, machos con caramelo en los bajos y señoritas con mucha "fiebrosidad" que caen sin remisión. Muy divertida y de cierta sutileza. Mujeres en la cocina, amor bajo fogones y sabor a caviar. Entretenida secuencia y muy agradable de ver y de cierta picaronería como antaño se mostraban los efluvios del amor a través de la fragancia que deja, con su rastro a aroma embriagador, cuando uno se siente atraído por otro en algo más que en amistad y ello se olfatea. Pero seguimos sin conseguir contemplar dar un beso  "Mauricio" a nadie del personal. ¡Mecachis! Siempre algo lo interrumpe. Parece un jugoso entreacto de comedieta musical, como en los tiempos de la flor de té, del lindo Ramón, del catapún "arza pa,arriba", del ven y ven que te voy a guardar un rato y del tápame que no quiero me vea mi novio.


Amor con perfume de caviar. El amor tiene su lado plebeyo y no todo es tan romántico y huele a chamusquina de igual modo. El amor sobre todo sabe a caviar por una razón, porque nada tiene ese perfume tan suavemente perverso, nada está hecho con olor a pescado podrido con carne muy suave con algo de perfume picante. Un perfume que se olfatea según la variedad del esturión al que des caza. ¡Es el caviar! Yo creo que el de "Fe"" pertenece al de Beluga por tratarse de una buena hembra de esturíon y de majeza de bandera, perteneciente al Mar Caspio; y el de él, "Mauricio", sabe a caviares naranja fluó provenientes de maíz inflado. El caviar siempre está presente en la falta de higiene en ciertas inclinaciones sexuales precipitadas. Secuencia guarrota, de revista de chicas en España, pero de enorme delicadeza en cómo se cuenta y se interpreta.


El caviar tiene un sabor peculiar. Olisque a pescado podrido, ténuemente saladito y al que hay que valorar en su toque final tras saborearlo. Y si lo tomas entre palabras de amor y miradas delicadas igual se estropea el momento, como esta tarde.
Hay gente que dice haber comido mierda al tener que tragar estos excrementos tan caros. Y encima te deja la garganta ácida y casi a punto de vómito. Es una extravagancia para impotentes tras la cual se te quitan las ganas de comer otro segundo plato. Lo terminas dejando para no vomitar. Si le pones queso de Filadelfía está más apetecible porque así te zampas el queso y dejas el resto para los gatos a los que tampoco les gusta mucho y además da colitis.


La primera vez que lo comes da asquete, luego masoquistamente te acostumbras y ya no vomitas pero se te sigue quedando en el estómago un sabor  a acero que te mata, como de pretendido manjar que sabe a plástico y que repite como algo repulsivamente mariscoso que brota de tus entrañas. ¡Mucho cuidado!
Pero es un poco como el amor cuando, este, sólo es placer y sexo pero no se toma de sopetón y descansa uno y se echa una cabezadita tras el polvete.  Entonces entona; es terso y esponjoso como una confitura acaramelada, que sabe rica si no te pasas y que se experimenta en pequeñas dosis, en pequeños instantes de orgasmo porque de lo contrario, cansa y pierde su aroma y sapidez para acabar repugnando. Así huelo yo al caviar.


Secuencia que casi parece de revista verde de Colsada. De sigue bailando aunque mire mamá. Donde se intensifica la libido sexual según se deja en la boca el manjar burgués; se toma la temperatura, se mastica lenta y pensativamente para catar el producto y penetrar en sus efluvios odoríferos, masticas con parsimonia según a lo te van embriagando las esencias marinas de la cosa; y entre perfumes oceánicos y tomado con una cucharilla de madreperla, te crees el amante mejor del mundo mientras untas todo ello como en "El último tango en Paris", con mantequilla y a la que añadimos un buen champagne espumoso para postre final. Espero que me haya explicado. ¡Enhorabuena  a los dos actores!


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