domingo, 24 de mayo de 2015

SIN IDENTIDAD, SIN SENTIDO Y SIN NADA SERIO




ACTORES DEL CAPÍTULO:

MEGAN MONTANER, TITO  VALVERDE Y VERÓNICA SÁNCHEZ.

UNA MEGAN MONTANER DESTROZADA


A Megan Montaner la están usando de mala manera. Es mejor se vaya ya a Italia y haga cosas interesantes que seguir en un país donde sólo la usan para papeles de exhibición. No es bueno para una actriz. Luego, no te toman en serio y te jubilan pronto porque, otras, llegan por detrás y te dan la patada. ¡Qué lástima! Le vendieron una producción muy interesante en la primera parte, firmó el contrato y ahora es sexo, droga sórdida y otro producto completamente diferente que defrauda además. Y es muy triste que muchos de los fans, como tienen esa visión del lider actor o actriz, que es incuestionable y que debe mantenerse al márgen de todos y no prestarles atención y a la hoguera el que se le ocurra criticar y todo es jabón Lagarto, así está el tema que no se oye una sóla discrepancia que no se apague inmediatamente.
Un serial sin identidad ya, sin rumbo, que se encuentra absolutamente desnortado y que presentó el peor capítulo de toda la historia del serial. Pero malísimo y peor aún, juega con el sexo de modo grosero (ya da asco ver a Megan en los váteres drogándose y bajando calzoncillos a marranos) con esta "María" que la hacen aparecer no como merece Megan sino como una antiheroína de de los suburbios más malolientes. Aquello sí tuvo momentos de gloria con Eloy de la Iglesia, José Antonio de la Loma, Armendáriz o de aquel Josetxo San Mateo y su magnífico filme : "Báilame al agua"; estimables filmes de toretes, trompetillas y "picos", de traficantes desalmados pero que no caían tanto en la octavilla y en el dramatismo más fácil.
Una porquería de serial que ofrece una sucesión de escabrosidades y un rosario de delirios antiestéticos, de humillación sexual en un porno rijoso rodado en urinarios de discoteca toxicómana por gente vencida por las jeringas y descerebrada por la cocaína, todo menos haberse comprometido con la denuncia de unos hechos vergonzosos y delictivos  y la venganza cinematográfica que se podía haber propuesto.


Espero que cambien de director y esto tome otro rumbo. Megan ya da asco, por no hablar de esa secuencia pésima del intento de suicidio, sacada de aquel filme póstumo de Claudio Guerín: "La campana del infierno" que daba ganas de llorar lo cutre en lo que se ha transformado este serial.
Es que ya sólo se ve postureo de muslámenes y aberraciones sexuales (Megan es un pobre objeto erótico para ver si así cuela la nada sin identidad de esta serie penosa), unidas a todo tipo ya de degradaciónes morales y físicas resumidas en que, "María", se droga y ese es el problema, así como el que le gusta bajar calzones y demás porque la adicción a la droga la pone cachonda. ¡De llorar! Pero es que ni tan siquiera, ya que nada de lo que el filme proponía se lleva acabo, al menos, podía haber ahondado más en ese submundo del poder destructivo de la droga o del sexo como prostitución o como necesidad tras las penalidades sucedidas en los burdeles aquellos de los chinos. Tampoco. Sexo, adicción a secas y asquerosas imagenes que destrozan la reputación de Megan. Es que, salvo con Pablo Guerrero y ESDPV, esta chica, sólo se ha exhibido en lencería o ha realizado filmes de cuarta que casi ni se estrenan. Triste bagaje para todo el potencial que tiene Megan Montaner. La están vendiendo como chica para viciosos y depravados que gustan ver a una pobre drogadicta pidiendo hacer aberraciones para lastimeramente sacar pasta, calmar la libido desviada que tiene y sobrevivir en la basura. ¡Qué porquería! No se quienes son peores: si los que se basan en este panfleto para no contar nada o los que lo ven con regocijo y perturbada mente, restregando sus ojos entre la inmundicia de una soledad de drogadicto que se muestra comercialmente y sin pudor, sin venir a cuento, transformada en un puterío para ganar audiencia.


Al final yo me cuestiono sobre: ¿De qué va esto? Se ha transformado un excelente comienzo de robos, identidades perdidas, política corrupta, negocios franquistas, catacumbas de nuestra sociedad, incluso sobre la prostitución, las sexualidades desviadas, la droga dura, su distribución y los efectos devastadores con sus ondas expansivas en la persona y sociedad, unos referentes que podían haber culminado valientemente en crítica socio-política; todo ha quedado reducido a ver follar, culos en movimiento, sexo que no viene a cuento y quemar a los actores de modo casi inquisitorial; y ellos que aceptan esta basura de trabajo. Película mal dirigida, nada comprometida, un timo y que muestra una deshonestidad suburbana y un tratamiento basura del delicado tema de unos yonkis que recuerdan a aquellos enganchados ochenteros. 
Nada que ver con una historia honesta y sincera del tema de la droga ni de otro que pudo plantearse en sus inicios.


Los personajes, a excepción de Tito y de Verónica están pésimamente caracterizados, y Megan lo salva ella misma porque es una gran actriz. Pero el guión y la dirección la han asociado ya con los burdeles sucios y, sin respeto, la muestran como una grogui chupada para excitar lujurias provincianas. Parece sacada de unos seriales míseros y guarros, con un diseño infame además, de los 70, para reprimidos y pajilleros de retretes sin lejía. Y aunque la interpretación de Megan se ajusta profesionalmente a la imagen de una venganza que no llega y se lo monta entre letrinas donde casi la empalan por detrás; el resto, una identidad que se ha resuelto sin más consecuencias que la de destruir a la propia protagonista; una generación joven truncada frente al gobierno y sus camarillas fosilizada entre viejos tabúes y falsa moral, todo, se mal toca y de pasada porque no hay valentía ni ganas de complicarse la vida en los que realizaron el serial y  entre los que los que dan las órdenes.


Esto ya no se aguante ni con pinzas. Sólo se salvan estos tres acctores y sobre todo, Verónica Sánchez (que se le nota muy reticente a salir en medio cueros constantemente y está llevando a cabo la venganza que le correspondía a Megan), que es con quien menos se han cebado y quien más coherencia tiene porque ya al "tío Enrique" le ha salido una incurable enfermedad (otro topicazo), por aquello que la vida ya se encarga de castigar a los criminales y además tiene a ese otro Ángel de la Guarda dulce compañía ("Pablo"/Eloy Azorín) que es quien impide que "María" le pueda pegar dos tiros al criminal tío; moralismo insufrible cuando hemos visto como se las gasta el poder, volando por los aires  a una familia cuando le viene en gana. A ratos el filme juega a gore; otros a violencia fallida; en su tiempo se mencionaban los robos de bebés; en ocasiones suena a hijas sin rumbo y matrimonio desgarrados; en momentos  asoma  casposa y pretenciosamente el escritor Stieg Larsson; es como un thriller psicológico venido cada día a menos; son historias del lumpen, violencia urbana, que nos acercan a chutes y escalofriantes livideces de un drogado; rezuma a Guerin y su "La campana del infierno"(aquella historia de una chica que vuelve a un medio rural, en su caso para vengarse de su tía y sus primas) y en cuya escena de la campana, en la que murió Guerín, se ha basado esta del intento de suicidio cutre de "María", a la que le han colocado una música que parecía acompañaba a la novia de "Drácula" mirando por la almena a ver si viene su señor. ¡Es un horror! No sigo más. ¡A la saca directamente ya!


Este decepcionante serial contiene enormes lagunas en el guión, es de muy deficiente realización y sólo busca despistar para entretener del tema que se las trae en enjundia y por ello resulta ambiguo y melodramático, comprometido de tratar para una televisión inocua, para obviar de ese cine político, mediante guarras escenas de sexo constante (la de Megan con el tatuado el pasado día en los evacuatorios de la disco pincho esa, era repulsiva y vomitiva); pero que tenía todo para haber sido una serie bandera, de ejercicio muy personal que cautivara desde aquel inicio que tanto prometía y que contaba con una increíble actriz Megan a la que le han destrozado la interpretación porque ya es alucinante lo que vemos, por incoherente y grosero y sin sentido. Algo que podía haber sido comercial, innovador, de justicia social y de composición absolutamente original en el fondo y la forma. Y me da mucha pena, repito, esa pasión, entrega y talento que pone Megan Montaner, cada semana es evidente se usa para escabrosidades y exhibiciones de piel y cuerpo.
Lo peor que le puede suceder a Megan es que tras que la vieron en lencería en la Red la usen como chica jamón y hasta que el cuerpo aguante unos pocos años más. Lo digo con mi mejor intención porque su coro de pelotas no se lo van a decir; al contrario, se satisfacen de gusto viéndola despendolarse por sitios mugrientos y corrompidos. ¡Qué pena! Se ha obviado toda una cruda realidad sexual, política, de prostitución, de poder omnímodo y delincuente y se han centrado en carnes y huesos y en orgasmos contra la pared. 


Es pena que una chica que conlleva tanto de prodigio interpretativo, nació para ello, que ha sabido crear en la serie por su cuenta y riesgo ese ambiente misterioso, onírico y doliente, que sabe mostrar esas justas dosis de venganza, un rostro in piedad y erotismo, que esta actriz que conoce como pocas a su edad dar un toque personal de fantasía al drama en su puesta en escena, esté acabando así sin poder demostrar hasta donde podía haber llegado con "Sin identidad". Megan, aunque estos gerifaltes no lo comprendan, sabe ahondar como pocas actrices lo harían, en ese desequilibrio e inquietud del personaje de una "María" en una serie que no necesita, para vender más y hacer audiencia, traficar con carne humana. Segundas partes nunca resultaron. Ejemplo tenemos aquí.


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