martes, 28 de julio de 2015

EL MISTERIO DE "DIONISIO" / EL GRANDIOSO MANOLO ZARZO


ACTORES DE LA TARDE:

                 MANOLO ZARZO Y ANDREA DURO.

CON:     JUANJO ARTERO, ALEJANDRO ALBARRACÍN, SARA RIVERO
ANDREA ROS, JAVIER HERNÁNDEZ, JESÚS OLMEDO Y LUCÍA MARTÍN


La eterna tristeza. ¡Grande Manolo Zarzo! Un lujo tenerle con nosotros. Uno de los muy veterano que aún viven. Un genérico. Un actor respetuoso con su público al que nunca le habremos visto fotografiado al lado de políticos corruptos ni defendiendo unas u otras ideologías. Un actor de reparto inmenso que ha sido testigo de décadas de cine y de compañeros inolvidables; forma parte de la historia del cine español. Salvó de la muerte, y se jugó la vida, a una chica que se lanzaba al vacío, una dependienta de unos almacenes de la calle Carretas que se hubiera estampado contra el suelo si él no la agarra en la caída. Estuvo dos horas clínicamente muerto y volvió a nacer. Un enigma al igual que ese anciano tocado del misterio y con aire del neorealismo que aparece en "Amar es para siempre", "Dionisio", fantasmagórico personaje que aparece en la vida del publicista; que trató con su padre, que le siente en sus entrañas como si fuera su propio padre y que conoce posiblemente a "Víctor". Me recuerda el Jorge Rigaud de "San Valentín". Y a aquel inolvidable "Ángel Clarence", un entrañable Henry Travers al que le puso la voz un hombre muy mal visto en el doblaje pero de carismática voz antigua: Juan León Córdoba.
Cuando hoy recordaba, entre toses tísicas, a ese amor que no fue me trajo recuerdos que cuando Manolo conoció a Angelines, Lina Morgan, y se prendó de ella y no fue a mucho más. Por cierto, Lina, muy amiga de una gran compañera de la radio de San Sebastián (La Voz de Gipuzkoa), que ya nos dejó y que tanto recuerdo en muchos días: Julia de Cristobal. Actriz y compañera en TVE de Lina Morgan en algunas ocasiones. Con ella no tuvo más que pequeños roces, algún abrazo así medio fornido y mucha pena en la memoria del tiempo por cuanto nunca llegó a más. Julia de Cristobal, abajo en foto con Sara Montiel en el Festival del Cine  donostiarra. Foto de mi archivo y de Radio San Sebastián.


Precioso capítulo sobre la vejez, sus deficiencias y esa luz prodigiosa que toca a los ancianos que conocen el otro lado de las cosas y saben lo que va a ocurrir o acaba de hacerlo. Mágicos y misteriosos aunque pobres y maltratados por los chulos putas y gangster en una secuencia cruel y dolorosa: la de su expulsión del "Café Reyes". No hay nada comparable con tener a Manolo unos minutos en la sobremesa. Una prima de mi madre, María, le conoció cuando rodaba con "Joselito" aquel filme "Saeta del ruiseñor" de 1.957. María se crió muy cerca de la casa pobre de "Joselito" y le conocía a él y a su familia y estuvo en el rodaje de este filme muy simpático y agradable, sensible y de buenos valores, filmado por Antonio del Amo y muy superior a muchos bodrios pretenciosos sobre el pasado o de coña metafísica que aburrieron a los españoles después. Solía comentar mi prima que era un chico sensacional y que se desbordaba en amabilidad y aire campechano. Son los recuerdos que también yo tengo de este actor al que entrevisté en unos "Goya" a los que asistí para transmitir y tuvo la gentileza de atenderme dando la misma importancia que se la daría a cualquier otro periodista. ¡Gracias Manolo!



Recuerdos en el capítulo al Diario "Madrid" leído por republicanos y liberales ávidos de conocer más allá de la prensa totalitaria y a Don Mario Moreno: "Cantinflas" el más grande, con Charles Laugthon y Lionel Barrymore, de los actores de cine de todos los tiempos. Aquel "Pelado" mítico que triunfaba entre argucias verbales y juegos de palabras  incomprensibles sobre los malos, usando de su astucia, el despiste y sus mismas armas.


Por lo demás neorrealismo puro esta tarde con Manolo. "Dionisio" personaje de De Sica o de Vadja, como hombre con todos los honores, años y carga de sufrimiento y perro a tratar. Un retrato de dignidad y sabiduría inmensa. Sólo estos actores pueden interpretar este tipo de papeles. Manolo sabe encontrar poesía y ancestralidad n cada secuencia. Es un sabio. Nada de elipsis. Emociona fragmentado los recuerdos y acercándolos a la gente de hoy como moraleja imprescindible que alumbra desde su memoria sentimental unos tiempos tan necesitados de solidaridad. Toda su interpretación encaja en algo que destila la triste vida de los españoles despreciados entre su gente por ser honrados y buenos, formando un cuadro de amargura en el final de su vida. ¡Es inmenso! Su "Dionisio" es un personaje sencillo y fácil de interpretar pero al que le da vida e inspiración, le hace inmortal y humano, que sabe pasar de la penumbra de la existencia a la casi oscuridad que reina más allá de su próxima muerte y con la que se enterrarán muchos misterios. Un actor que sabe dar ese toque expresivo e irónico y severo, triste, que dibuja todo un pensamiento con su rostro sobre lo que es la vida al final de todo: los amores de antaño que nunca fueron, los amigos que ya no están, una patada en el culo por ser mayor y pobre y ese bue corazón de alguien que siempre te ayuda.



Manolo sabe dar a su personaje ese entorno caótico de la felicidad que da el no tener nada, de asumir los años con filosofía, de traer la memoria historica de un país y que nos explica, casi sin decirlo, por qué España estaba y sigue quebrada. Lo hace sin manipular desde lo emotivo, su sola presencia filtra toda la aspereza de la vida. Un hombre preso del sinsentido de la vida, de la ingratitud de casi todos y que es un anciano solitario y enfermo que sabe quien fue su familia, de gran calidez con sus amigos, de gran rigor dramático y coraje vital. Justo lo que en España se manda al asilo o al cementerio.



Un actor ideal para mostrar en lo que quedamos cuando ya no servimos para que nos exploten, cuando ya no somos nada ni nadie para la vorágine del interés general. Cuando ya se seinte no sirves para nada pero aún tiene mucho que amar porque el hombre es un ser enorme y mágico que vive más allá de su decadencia. Momento realizado con exquisita sensibilidad sobre cuando pocas oportunidades te quedan en la vida. Cuando sólo te queda el recuerdo de aquella chica y a un publicista que parece es hijo de un amigo. Me ha conmovido hasta muy adentro. Que se niega a ceder y ser otro o a asustarse por un chulo xenófobo de bar. Hay tanta soledad, esperanza e indigencia reconducida en su personaje que acaba transformándose en una pequeña obra de arte. Tanto abandono pero aire de libertad que no puede dejarnos indiferente. Empapa de realidad sobre los grandes olvidados, en 1.964 y en el hoy de esta España vividora y egoista. Esta es la televisión que merece gloria y que muy desgraciadamente a pocos interesa. Melancolía y tristeza que acechan siempre en las palabras y recuerdos de unos ancianos que ya no pertenecen a este mundo. Y... ¡Mejor! Belleza, sabiduría y sutileza que enganchan y enamoran.











Mención aguda sobre el camelo de la libertad que buscan los terroristas matando a los demás, reflexionado por "Laura"; despedida triste de amores imposibles y de jovencitas volcánicas que lo pasan muy mal ante estos desengaños y que sólo las mujeres pueden comprender; una monjita que como siga sí de verdad que se a quedar para vestir santos e interpretada muy al estilo de "Canción de juventud" (muy bien por Lucía Martín); una inmensa Andrea Duro en ese su personaje "Lucía" que es toda una experiencia ver y que trae mucho de lo que subyace como a droga dura sobre lo folclórico que acaba necesitando ansiolíticos.





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