jueves, 3 de diciembre de 2015

UNA CANCIÓN SUENA EN TU CORAZÓN


TARDE CON:  RICARDO MOYA, YOLANDA SIKARA, ALEJANDRO ALBARRACÍN Y  BÁRBARA MESTANZA


Enorme actor Ricardo Moya de todo tipo de géneros. Alguien que se ha atrevido con el gran caústico Sacha Guitry o con el rebelde Jean Genet. Ricardo es además profesor de teatro, director, investigador de artes escénicas y actor en el Teatro Nacional de Catalunya. Un estudioso y un sabio de la interpretación. Tiene una voz impresionante que parece la del Oráculo de Delfos. Y ha sido la voz en el cine de Gösta Bredefeldt en "Los hombres que no amaban a las mujeres" y redobló a Norman Leavitt, a aquel gracioso taxista de "El invisible Harvey". Toda una figura y un pedestal de lo que es el trabajo de interpretación tomado con profesionalidad, absoluto rigor  y no para postureo y tomar copas entre amigote o poner el pompis.
La gente se ha llevado un susto con lo de los 50 años. El actor lleva cuarenta años en la profesión y está muy caracterizado como "Cristóbal de Buruaga", miembro del "Consejo Nacional del Movimiento", aquel consejo de representación de todas las fuerzas que dieron el Golpe de Estado, creado por Franco durante la Guerra Civil en 1.937, intocable y poderosísimo señor que tenía un capricho y alma romántica tras su sequedad oficial, bigotillo facineroso y aire apolillado con su pelo engominado.


Siempre he dicho que "Amar es para siempre" es un serial absolutamente sincero y distorsionador de unas versiones politizadas de aquellos tiempos que eran los abuelos de estos. Donde los de la GV sienten, aman, se pelean y son personas como las demás con sus mismos programas; los comisarios eran también buena gente o fascistas (en las dos últimas temporadas); los del "Consejo Nacional del Movimiento" tenían un alma romántica y de poetas y eran tan internacionales que hasta se enamoraban de señoritas en la Belle Paris y estas les devolvían la juventud y mucho cariño. No es la clásica serie ni acartonada patriótica ni la machacona sociata atiborrada de falsedad documental en beneficio de los que, en realidad, llevaron a España  al a Guerra: socialistas y comunistas. No es fácil aceptar su lenguaje, ni su enorme valentía al desmitificar a personajes considerados perversos o a aceptar el buenismo de los perdedores y dar la vuelta a hechos que sólo hablaban de ganadores o vencidos. Se le dio un premio por su tratado de la Violencia hacia las Mujeres, en Ubeda, como destacamos en aquellos capítulos de Junio y julio, en este blog, por el coraje de censurar algo perverso que se daba con total impunidad en aquella España que es similar a la de ahora en su fondo tardofranquista. 


A muchos les podrá parecer escandaloso ver sentimental y enamorado a un Consejero del Movimiento; no lo es. Pero la Transición se hizo mal y aún aquel tiempo lleva rabo y cuernos cuando el corazón de las personas no ha entendido jamás de sentir emocionarse cuando la mujer que te ha devuelto la juventud canta para tu corazón. Preciosa secuencia, no apta para votantes de la ultraizquierda subvencionada y que vomitan fuego contra todos los demás porque dicen que si amamos a un actor por interpretar este papel, sentimos una vibración y nos rebelamos contra lo políticamente correcto, y por ser franquista "Cristobal", somos fachas. Hoy, hay que contar historias bonitas de la abuelita Carmena y de valerosos guerreros del antifaz que circulan por Irán y Venezuela para ser reconocido como progre y es difícil, repito, comprender esta contra-cultura de presentar a un alto cargo fascista como un ser adorable que encuentra la felicidad cuando suena una canción que ronronea sus recuerdos y excita su líbido. Este es además un gran actor discreto que compone sus papeles y no se enseña a sí mismo ligando por facebook para irse a acostar con la gente que seduce porque la televisión, que no él, le hace grande. Ricardo es muy serio, él hace grande a la televisión y esta tarde, así como ayer, ha compuesto un minucioso y rico personaje que lejos de despedirse de sus pasiones, vuelven a él y le rejuvenecen.



Nos ha elevado hasta emocionarnos, ha terminado su tarde sin levantar la voz, suavemente y placenteramente y hace de su edad madura un trampolín de juventud porque la vida se vuelve bella con esa melancólica música con esa susurrante voz de una cantante, y todo se transforma en maravilloso.
Secuencia que me ha recordado a un filme musical de Hathaway, "Nace una canción", una caravana maravillosa de interpretes de los 40 y de jazz, donde catedráticos y profesores carcundiosos sucumben ante la belleza de la música y la vida de sus acordes agridulces.
Por cierto también destacar el parecido de voz de este actorazo con el de aquel otro actor de doblaje Benjamín Domingo, menudito, tímido pero un actorazo de voz grave, que fue Donald Crisp en "Qué verde era mi valle" o Sydney Greenstreet en el último doblaje de "Casablanca".
Y un recuerdo esta tarde a los bajitos con tipo de héroe americano, como Alan Ladd (medía 1,68); del cual un crítico muy donostiarra, fanfarrón, analfabeto y engreído decía que "era un enano que se debía poner tacones como una mujer". Este crítico todo lo que tenía de alto lo acumulaba en chepa y de tonto. Alan que protagonizó un hermoso filme junto a Patricia Medina: "El caballero negro".











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